Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, también conocidos como Orden de San Antonio o Antonianos, fueron una congregación católica romana fundada hacia 1095, con el propósito de cuidar de aquellos que sufrían la enfermedad medieval, por entonces muy común, del Fuego de San Antón.
La congregación fue fundada hacia 1095 por Gastón de Valloire, un noble del Delfinado (en el Reino de Arlés, uno de los tres reinos del Sacro Imperio Romano Germánico), y por su hijo Girondo, en agradecimiento por la cura milagrosa de este último, pues padecía de Fuego de San Antón y fue sanado gracias a las reliquias de San Antón.
Gastón de Valloire viendo peligrar la vida de su vástago, Girondo de Valloire, hizo voto de ofrecer sus personas y bienes a san Antonio si por su intercesión restituía la salud a Girondo. Padre e hijo aceptaron tal voto y al día siguiente el enfermo comenzó a mejorar. Esa misma noche, Gastón tuvo un sueño en el que San Antonio le decía que había curado a su hijo gracias a la petición que había hecho a Dios.
Por tanto, solicitaba que los bienes ofrecidos se emplearan en socorrer a los afectados por el fuego sagrado. Mientras hablaba el santo ermitaño, Gastón pensaba si su hacienda alcanzaría para todos los enfermos y pobres como acudirían de las provincias afectadas. Fue entonces cuando san Antonio le ofreció su báculo en forma de la letra griega «tau» y le mandó que lo hincase en la tierra. Obedeció el noble los santos designios y vio cómo crecía súbitamente un gran árbol cuyas ramas se esparcían en todas direcciones, produciendo gran abundancia de flores y frutos, bajo los cuales se veían muchos pobres sin pies ni manos que, en presencia de tan gloriosa sombra, se recreaban y consolaban. Ante la atónita mirada de Gastón, san Antonio procedió a explicarle tal visión:
“Advierte que tú has de plantar un árbol en el tronco de la piedad y en la raíz de la caridad, y este árbol extenderá sus ramas muy largamente y de sus frutos se sustentarán los pobres”.
La congregación religiosa formada por laicos fue confirmada por el papa Urbano II en el año 1095. Las reliquias se custodiaban en la Iglesia de San Antonio de la villa de La Mota. Dicha iglesia era la iglesia conventual de un priorato benedictino cuyos monjes se ocupaban del santuario. Gastón y su comunidad, que en principio estaba formada por laicos, erigieron un hospital cerca, donde cuidaban de los peregrinos que visitaban el santuario de la Iglesia de San Antonio y de los enfermos, particularmente de aquellos afligidos por el Fuego de San Antón, que fue una enfermedad muy común en la Edad Media, particularmente entre los pobres, por el consumo de cereales contaminados con cornezuelo y la falta de higiene corporal. Las relaciones con los benedictinos residentes en el priorato, sin embargo, no fueron buenas y los conflictos entre ambas comunidades eran frecuentes.
Primero fueron laicos y, más de ciento veinte años después de su fundación, recibieron la sanción en 1218 como orden monástica por bula del papa Honorio III. En 1248 adoptaron la Regla de San Agustín y se constituyeron, ya como religiosos, en canónigos regulares (esto es, seguidores estrictos de la regla: vivir juntos en comunidad y tomar los votos de castidad, pobreza y obediencia) en 1297 por bula del papa Bonifacio VIII. En este tiempo, el conflicto que había crecido entre los antonianos y los benedictinos responsables de las reliquias, alcanzó un punto de ruptura. El papa le puso fin despidiendo a los benedictinos de la abadía y dando la custodia de las reliquias a los Hermanos Hospitalarios de San Antonio.
Debido al éxito de la comunidad, posteriormente se abrieron más hospitales en el Reino de Arlés como los de Gap (Altos Alpes), Chambéry (Saboya) y Besanzón (Franco Condado), y después en Francia, España, Italia, Flandes y Alemania. La congregación creció aún más durante el siglo XIV, durante el cual los Hermanos Hospitalarios también cuidaron de los que sufrían de peste negra, y en su cénit, en el siglo XV, poseyó cerca de 370 hospitales y encomiendas con más de 10.000 monjes. La congregación también tuvo entre sus miembros a un número de eruditos y de prelados distinguidos. Entre sus privilegios estaba el de cuidar de los enfermos de la casa del Papa.
Las actividades caritativas y curativas de la Orden antoniana atrajeron regalos abundantes y donaciones, pero sus rentas disminuyeron perceptiblemente después de la Reforma protestante, y más particularmente una vez que finalmente se realizó la conexión entre el Fuego de San Antón y el cornezuelo de centeno, y la incidencia de la enfermedad entre la población bajó abruptamente. En 1616 se ordenó una reforma de la Orden y fue realizada parcialmente. En 1777 la congregación, enormemente reducida,[] fue canónicamente unida a la Orden de Malta. En Francia, solo un número minúsculo de casas-hospital permaneció abierto después, y los remanentes de la orden fueron finalmente suprimidos durante la Revolución francesa y en los años siguientes. En el Sacro Imperio Romano Germánico las últimas 33 casas-hospital alemanas fueron unidas a la Orden de Malta por el decreto papal de 1777 y perdieron sus últimos monasterios en el periodo de Mediatización y Secularización del Sacro Imperio Romano Germánico de 1803.
La historia de los antonianos en España está directamente relacionada con el Camino de Santiago, pues Castrogeriz, pueblo emblemático del Camino a su paso por la provincia de Burgos, fue el lugar elegido para establecer el primer convento español. Fundado en 1146, bajo el patrocinio de Alfonso VII de Castilla, se transformó en la casa madre de la orden en España y en la Encomienda de Castilla. El convento, hoy en ruinas, disponía de un espléndido santuario y de un hospital donde los peregrinos encontraban alivio a las muchas dolencias ocasionadas por la dureza propia del Camino, pues la orden antoniana fue creada con fines hospitalarios, si bien su especialización estaba en la curación del “fuego sagrado”. Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio tuvieron desde el siglo XII en Castilla y desde el siglo XIII en el Reino de Navarra dos grandes encomiendas generales (o provincias) para todos los reinos de la península. El obispo de Tortosa a principios del siglo XIV difundió la devoción por San Antonio Abad en tierras valencianas. En España, la Orden fue extinguida a petición del rey Carlos III por un breve pontificio del papa Pío VI, publicado en 1791, repartiéndose sus bienes y rentas entre hospitales, iglesias locales y ayuntamientos, que estaban encargados de seguir con el servicio prestado por la Orden de atención a los enfermos.
La orden de los antonianos se ha especializado desde el principio en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de San Antón o fuego sacro o culebrilla. Se establecieron en varios puntos del Camino de Santiago, a las afueras de las ciudades, donde atendían a los peregrinos afectados. Durante la Edad Media además tenían la costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que la gente les alimentara. Su carne se destinaba a los hospitales o se vendía para recaudar dinero para la atención de los enfermos.
El hábito de la orden es una túnica de sayal con capuchón y llevan siempre una cruz de color azul en el pecho en forma de tau, también conocida como Cruz de San Antón.
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La congregación fue fundada hacia 1095 por Gastón de Valloire, un noble del Delfinado (en el Reino de Arlés, uno de los tres reinos del Sacro Imperio Romano Germánico), y por su hijo Girondo, en agradecimiento por la cura milagrosa de este último, pues padecía de Fuego de San Antón y fue sanado gracias a las reliquias de San Antón.
Gastón de Valloire viendo peligrar la vida de su vástago, Girondo de Valloire, hizo voto de ofrecer sus personas y bienes a san Antonio si por su intercesión restituía la salud a Girondo. Padre e hijo aceptaron tal voto y al día siguiente el enfermo comenzó a mejorar. Esa misma noche, Gastón tuvo un sueño en el que San Antonio le decía que había curado a su hijo gracias a la petición que había hecho a Dios.
Por tanto, solicitaba que los bienes ofrecidos se emplearan en socorrer a los afectados por el fuego sagrado. Mientras hablaba el santo ermitaño, Gastón pensaba si su hacienda alcanzaría para todos los enfermos y pobres como acudirían de las provincias afectadas. Fue entonces cuando san Antonio le ofreció su báculo en forma de la letra griega «tau» y le mandó que lo hincase en la tierra. Obedeció el noble los santos designios y vio cómo crecía súbitamente un gran árbol cuyas ramas se esparcían en todas direcciones, produciendo gran abundancia de flores y frutos, bajo los cuales se veían muchos pobres sin pies ni manos que, en presencia de tan gloriosa sombra, se recreaban y consolaban. Ante la atónita mirada de Gastón, san Antonio procedió a explicarle tal visión:
“Advierte que tú has de plantar un árbol en el tronco de la piedad y en la raíz de la caridad, y este árbol extenderá sus ramas muy largamente y de sus frutos se sustentarán los pobres”.
La congregación religiosa formada por laicos fue confirmada por el papa Urbano II en el año 1095. Las reliquias se custodiaban en la Iglesia de San Antonio de la villa de La Mota. Dicha iglesia era la iglesia conventual de un priorato benedictino cuyos monjes se ocupaban del santuario. Gastón y su comunidad, que en principio estaba formada por laicos, erigieron un hospital cerca, donde cuidaban de los peregrinos que visitaban el santuario de la Iglesia de San Antonio y de los enfermos, particularmente de aquellos afligidos por el Fuego de San Antón, que fue una enfermedad muy común en la Edad Media, particularmente entre los pobres, por el consumo de cereales contaminados con cornezuelo y la falta de higiene corporal. Las relaciones con los benedictinos residentes en el priorato, sin embargo, no fueron buenas y los conflictos entre ambas comunidades eran frecuentes.
Primero fueron laicos y, más de ciento veinte años después de su fundación, recibieron la sanción en 1218 como orden monástica por bula del papa Honorio III. En 1248 adoptaron la Regla de San Agustín y se constituyeron, ya como religiosos, en canónigos regulares (esto es, seguidores estrictos de la regla: vivir juntos en comunidad y tomar los votos de castidad, pobreza y obediencia) en 1297 por bula del papa Bonifacio VIII. En este tiempo, el conflicto que había crecido entre los antonianos y los benedictinos responsables de las reliquias, alcanzó un punto de ruptura. El papa le puso fin despidiendo a los benedictinos de la abadía y dando la custodia de las reliquias a los Hermanos Hospitalarios de San Antonio.
Debido al éxito de la comunidad, posteriormente se abrieron más hospitales en el Reino de Arlés como los de Gap (Altos Alpes), Chambéry (Saboya) y Besanzón (Franco Condado), y después en Francia, España, Italia, Flandes y Alemania. La congregación creció aún más durante el siglo XIV, durante el cual los Hermanos Hospitalarios también cuidaron de los que sufrían de peste negra, y en su cénit, en el siglo XV, poseyó cerca de 370 hospitales y encomiendas con más de 10.000 monjes. La congregación también tuvo entre sus miembros a un número de eruditos y de prelados distinguidos. Entre sus privilegios estaba el de cuidar de los enfermos de la casa del Papa.
Las actividades caritativas y curativas de la Orden antoniana atrajeron regalos abundantes y donaciones, pero sus rentas disminuyeron perceptiblemente después de la Reforma protestante, y más particularmente una vez que finalmente se realizó la conexión entre el Fuego de San Antón y el cornezuelo de centeno, y la incidencia de la enfermedad entre la población bajó abruptamente. En 1616 se ordenó una reforma de la Orden y fue realizada parcialmente. En 1777 la congregación, enormemente reducida,[] fue canónicamente unida a la Orden de Malta. En Francia, solo un número minúsculo de casas-hospital permaneció abierto después, y los remanentes de la orden fueron finalmente suprimidos durante la Revolución francesa y en los años siguientes. En el Sacro Imperio Romano Germánico las últimas 33 casas-hospital alemanas fueron unidas a la Orden de Malta por el decreto papal de 1777 y perdieron sus últimos monasterios en el periodo de Mediatización y Secularización del Sacro Imperio Romano Germánico de 1803.
La historia de los antonianos en España está directamente relacionada con el Camino de Santiago, pues Castrogeriz, pueblo emblemático del Camino a su paso por la provincia de Burgos, fue el lugar elegido para establecer el primer convento español. Fundado en 1146, bajo el patrocinio de Alfonso VII de Castilla, se transformó en la casa madre de la orden en España y en la Encomienda de Castilla. El convento, hoy en ruinas, disponía de un espléndido santuario y de un hospital donde los peregrinos encontraban alivio a las muchas dolencias ocasionadas por la dureza propia del Camino, pues la orden antoniana fue creada con fines hospitalarios, si bien su especialización estaba en la curación del “fuego sagrado”. Los Hermanos Hospitalarios de San Antonio tuvieron desde el siglo XII en Castilla y desde el siglo XIII en el Reino de Navarra dos grandes encomiendas generales (o provincias) para todos los reinos de la península. El obispo de Tortosa a principios del siglo XIV difundió la devoción por San Antonio Abad en tierras valencianas. En España, la Orden fue extinguida a petición del rey Carlos III por un breve pontificio del papa Pío VI, publicado en 1791, repartiéndose sus bienes y rentas entre hospitales, iglesias locales y ayuntamientos, que estaban encargados de seguir con el servicio prestado por la Orden de atención a los enfermos.
La orden de los antonianos se ha especializado desde el principio en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de San Antón o fuego sacro o culebrilla. Se establecieron en varios puntos del Camino de Santiago, a las afueras de las ciudades, donde atendían a los peregrinos afectados. Durante la Edad Media además tenían la costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que la gente les alimentara. Su carne se destinaba a los hospitales o se vendía para recaudar dinero para la atención de los enfermos.
El hábito de la orden es una túnica de sayal con capuchón y llevan siempre una cruz de color azul en el pecho en forma de tau, también conocida como Cruz de San Antón.
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