El nombre se pensaba que hacia referencia al lugar de ejecución de los condenados y una vieja tradición lo relacionaba con el cráneo de Adán. Según esta antigua tradición Adán, padre del género humano, fue enterrado en la gruta de los tesoros, que estaba al este del Gólgota, bajo el lugar donde debía morir el segundo Adán, Cristo.
Adán es la primera figura del Salvador prometido. Prefigura al Mesías por semejanza y por contraste. Por semejanza es la obra maestra de Dios, tanto de la creación terrestre como de la celeste. Adán fue establecido rey del universo: Dios le dio el poder de dominar sobre los peces del mar, las aves del cielo y sobre todo animal terrestre; Jesús declara que “todo poder le ha sido dado, en el cielo como en la tierra”. Adán duerme; de una de sus costillas Dios le forma una compañera; Jesús duerme sobre la cruz con el sueño de la muerte; su costado es abierto y la Iglesia, su Esposa, surge prefigurada por la sangre y el agua. Entre Adán y Eva existe una sociedad insoluble; entre Jesucristo y su Iglesia existe una sociedad que no terminará nunca: “He aquí que estoy con ustedes todos los días hasta la consumación de los siglos”. Adán peca y es arrojado del paraíso terrestre; Jesús se hizo pecado por amor a nosotros, después de haber descendido del paraíso celeste. Por contraste, Adán es el padre de todos los hombres según la carne; Jesús es el padre de todos los hombres según el espíritu. Por el pecado de Adán, todos los hombres cayeron en la condenación; por la justicia de Jesús, todos los hombres reciben la justificación. Por Adán vino la muerte; por Jesús, la resurrección de los muertos. Todos mueren en Adán, todos revivirán, igualmente, en Cristo. El Pecado original de Adán es borrado por el sacrificio de Cristo que, tras su muerte, abre las puertas del Limbo y lleva a los patriarcas del Antiguo Testamento al Cielo.
"El agua de la vida que tú solicitas no te será concedida ahora, sino el día en que sea derramada mi sangre sobre tu cabeza, sobre la tierra del Calvario, porque mi sangre vendrá a ser la verdadera agua de la vida, no sólo para ti, sino para todos tus descendientes que creerán en mi nombre; ellos conseguirán también el descanso y la vida eterna".
"Respondió Jesús, diciendo: «Dichoso eres, mi querido Bartolomé, porque has contemplado este misterio. Y ahora, todo cuanto me preguntes te lo manifestaré». Pues bien, cuando desaparecí de la cruz, entonces descendí al abismo para llevarme a Adán y a todos los que con él estaban, de acuerdo con el ruego del arcángel Miguel." (Evangelio apócrifo de Bartolomé 1.7-8)
En la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén se encuentra la capilla de Adán, que es una de las más antiguas de la basílica. En el ábside se puede ver la hendidura en la roca causada, según la primitiva tradición producida, por el terremoto acaecido en el momento de la muerte de Jesús. La hendidura habría permitido que la sangre de Cristo llegara y redimiera a Adán, que se pensaba estaba sepultado aquí.
La historia del arte nos tiene acostumbrados a mostrarnos una calavera humana al pie del Crucificado que el gran público, generalmente, interpreta como un simple símbolo de la muerte. Sin embargo, el cráneo es símbolo de que el cristianismo no sólo alude a la muerte y a lo transitorio de la existencia humana, sino también a la inmortalidad y a la figura de Adán, cuyo cráneo reposa al pie de Aquel que resucita en el Gólgota, por tanto, la idea del cráneo es fértil ya que surge nueva vida del sacrificio del Salvador.