El convento de franciscanos recoletos de Estepa tuvo su fundación el año 1603. La fundación del cenobio franciscano corresponde a D. Juan Bautista Centurión, marqués de Estepa. Para la fundación del convento el marqués donó cuatro mil fanegas de trigo y su hijo Adán otras ochocientas, además de ochocientos ducados. En un principio hemos de situar la fundación del convento franciscano como una necesidad derivada de prestar asistencia religiosa a las monjas de Santa Clara de Jesús, fundada cuatro años antes. Sin embargo, el proceso fundacional no es tan claro ni tan fácil.
La primera mención que tenemos de religiosos franciscanos en Estepa se remonta a 1590. Este año se personaron en la localidad, con la intención de fundar un convento, albergándose en una ermita en las afueras de la población, un grupo de franciscanos. El proceso no es nuevo. Muchas de las fundaciones franciscanas de la zona eran el resultado de esta presencia puntual de los frailes. Una vez asentados iban ganando la devoción de los fieles por su mejor preparación que la del clero secular para las actividades pastorales hasta que era el propio pueblo solicitaba a las instituciones su legalización. Contaban para ello con la desidia de un clero parroquial escasamente motivado al carecer de recompensa por realizar la cura de almas. Sin embargo, Estepa no era el arzobispado hispalense, así que la llegada de los franciscanos fue vista con recelo y fueron expulsados de la ermita.
Una segunda oportunidad se les ofreció con la fundación del convento de clarisas. En la propia escritura de fundación se establecía que la asistencia de las religiosas fuera realizada por los frailes franciscanos recoletos “y non de otros, los quales an de vivir mientras no ubiere conbento en forma que está señalando para ello”. Esta presencia rompía las reticencias que pudiera tener el clero secular y especialmente el vicario, puesto que éste había dado, como juez apostólico, su autorización al establecimiento de las religiosas. Justificada su presencia, paulatinamente se irían haciendo un hueco en la devoción popular.
El año de 1603, don Juan Bautista Centurión, fundado ya el convento de Santa Clara, determinó erigir el que nos ocupa, de religiosos de la misma Orden, y en su consecuencia mandó abrir las zanjas donde se echaron los cimientos del edificio. Bendijo el cerro un hermano de don Juan Bautista, llamado don Alejandro Centurión, arzobispo de Génova, el 11 de mayo de 1603. El mismo don Alejandro Centurión puso una pieza cuadrada en la parte donde había de estar el altar mayor, y se dio principio a las obras donando para ellas el señor marqués cuatro mil fanegas de trigo y su hijo don Adam ochocientas y ochocientos ducados.
Cuatro años más tarde tenían su promesa de convento. Decimos promesa porque la realidad es que el proceso se truncó. En el cabildo de 19 de febrero de 1612 se dio cuenta de que los frailes de San Francisco “que hacía más de catorce años que habían venido, trataban de irse por no haber podido labrar iglesia y casa donde estar”. El cabildo decide ayudarlos por la “Utilidad general que se seguía de tenerlos en la villa” para lo que les entrega las rentas del arriendo de las dehesas. Dos años más tarde, en 1614, el concejo les donaba los terrenos necesarios para la huerta y les hacía entrega de la ermita de San Cristóbal, sitio que ocuparon hasta que en 1646 se trasladaron a la iglesia nueva.”
Con recursos de la villa, que no sólo con los donativos de los marqueses, emprendiéronse las obras que estaban bien adelantadas en 31 de enero de 1614, fecha de la donación que el Concejo hizo a los frailes del terreno necesario para huerta. Entonces fue, en el expresado año, cuando el vicario Padilla dio al padre fray Juan de Montemayor la posesión de la ermita de San Cristóbal, con todos los vasos sagrados, ornamentos, campana y las imágenes de Nuestra Señora de Gracia (titular del convento) y de San Cristóbal.
En 1616 fue nombrado el primer guardián del convento el padre fray Juan Bautista Carleval y se trajo al Santísimo en procesión desde el convento de Santa Clara hasta la ermita de San Cristóbal, donde estuvo hasta 1646 cuando fue trasladado a la iglesia nueva.
Fuente:
-Las órdenes religiosas en la Vicaría de Estepa (siglos XVI al XVIII). José María Miura Andrades. IV Jornadas sobre Historia de Estepa, 2000.