-LOS “GALLEGOS”
El significado principal y primitivo de la palabra costalero debemos adscribirlo a un oficio que existió en Sevilla varios siglos y que era el de las personas que se dedicaban a la carga y al transporte de pesados bultos tales como pianos o granes muebles durante todo el año. Estos señores, con sus costales, sus cuerdas y sus esportillas se ganaban la vida en las Plazas del Salvador, del Pan y sus alrededores con este duro trabajo. Sin embargo, estos fornidos trabajadores no eran conocidos con el apelativo de costaleros sino de “gallegos”. No debemos pensar de que esta denominación de “gallego” designa la procedencia geográfica de estos cargadores, es una referencia puramente gremial, al no proceder únicamente de tierras galaicas si no del norte en general, encontrándose entre ellos Asturianos, Leoneses e incluso Franceses. Estos “gallegos” serán los que porten los pasos sevillanos durante cuatro siglos ya que eran los faeneros perfectos para cargar con los pasos en los días sacros, días que no dejaban de ser para ellos una continuación de su oficio diario, lo único que cambiaba es que en Semana Santa la carga era “sagrada”.
-LOS PROFESIONALES
Será en la primera mitad del siglo XX cuando el costalero sufra un punto de inflexión en su carrera que irá cualificando su posición hasta considerarlo como una pieza clave de nuestras Hermandades y Cofradías. En 1930 aproximadamente desaparece el apelativo de “gallego” para referirse ya al costalero propiamente dicho como persona que llevaba los pasos de la Semana Santa Hispalense. Comienza un nuevo ciclo, el del llamado “costalero profesional”, hombre que se forja en el muelle del puerto sevillano y en el mercado de la Encarnación donde realizan labores de carga y descarga todos los días del año, teniendo incluso, en muchas ocasiones, como patrones en sus trabajos a los capataces de las cofradías. Será en la década de los Treinta cuando aparezca un capataz revolucionará el mundo de las trabajadoras con una forma de trabajar seria y ordenada. Se trata de Rafael Franco Luque, que entra otras innovaciones fue el que implantó el traje y corbata negra para los hombres del martillo (El Terno Negro), el cuadrante con la lista de toda la cuadrilla y perfeccionó la técnica de la “igualá”, hasta entonces un tanto desordenada.
El modelo que se repite año tras año hasta prácticamente finales de los setenta era el de un grupo de siete u ocho capataces, cada uno con su cuadrilla propia de Cristo y de Palio, y que trabajaban una cofradía por día. Incluso a veces hubo capataces que llegaron a sacar hasta tres cofradías el mismo día como le ocurrió a Rafael Franco Luque el jueves Santo de 1945, donde por la mañana sacó la Amargura (que el domingo no salió por lluvia) hasta bien entrado el medio día, por la tarde Montesión y en la Madrugada El Gran Poder. Por lo tanto el costalero al trabajar cofradías todos los días y cobrar por ello pues se embolsaba un dinero que ayudaba a la economía familiar, pero a parte del incremento de su pecunio particular a estos hombres también les fue uniendo una afición desbordada (que no devoción, aunque le tendrían a ciertas imágenes) al mundo del costal ya que entorno a su trabajo bajo los pasos se creó una verdadera expectación con el paso de los años, llegando su eclosión a mediados de los Cincuenta principios de los Setenta, década esta última que se conoció como la de oro en cuanto a capataces y costaleros. Ya se empezaba a vislumbrar y a hablar entre los cofrades de Sevilla de un claro lucimiento de los pasos en la calle. Fue la época del nacimiento del “Al cielo con ella”, quedando para la posterioridad esta entonación como protocolo de riguroso cumplimiento cada vez que se levanta un paso en Semana Santa.
En la actualidad, sólo la Hermandad de Santa Marta mantiene la tradición del costalero asalariado.
-LOS HERMANOS COSTALEROS
Malos tiempos corrían para los costaleros profesionales en los albores de los setenta. Las constantes reivindicaciones salariales por parte de estos a las juntas de gobierno crearon un ambiente de crispación en el que se hacía urgente el encontrar una solución al elevado coste económico que suponía al encontrar una cuadrilla de profesionales.
Será el 14 de Mayo de 1972 cuando se consumó un hecho que sería la solución perfecta que disipara los problemas que en materia de costaleros acodiciaban las cofradías. La Virgen de las Aguas del Salvador fue llevada a hombros ese día por cofrades (por supuesto no asalariados) de las hermandades de Pasión y El Amor bajo las órdenes de un capataz aficionado. Ante el éxito de la actuación de la joven cuadrilla, otra Hermandad, pero esta ya en la nómina de la Semana Santa, la de los Estudiantes, se involucró también el prometedor proyecto. Un grupo de jóvenes entusiasta, en su mayoría estudiantes, portó el paso del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes en el Martes Santo de 1973, siendo la primera cuadrilla de Hermanos Costaleros que procesionaba en la Semana Santa de Sevilla.
Con este precedente el futuro de los costaleros estaba asegurado, y estos hermanos o jóvenes cofrades, llamados también “los niños” en su primera época, fueron desbancando paulatinamente a los profesionales de las trabajadoras, hasta prácticamente 1985 donde la mayoría de los pasos contaban con hermanos o personal no asalariado.
-ACTUALIDAD
En la actualidad las cuadrillas de costaleros están formadas tantos por hermanos como por no hermanos y aficionados al mundo del costal. En Sevilla existe en algunas hermandades un movimiento reciente en el que se le pide a los costaleros ser hermanos de la cofradía para poder llevar el paso. Todavía existe en Sevilla una hermandad que cuenta con nazareno profesionales: La Hermandad de Santa Marta. La cuestión de la incorporación de las mujeres al mundo del costal también existe y ya hay cuadrillas de mujeres en algunas ciudades.
Recientemente se ha presentado una tesis doctoral en la Universidad Pablo de Olavide sobre el preparamiento de los costaleros para el esfuerzo físico que realizan.
El significado principal y primitivo de la palabra costalero debemos adscribirlo a un oficio que existió en Sevilla varios siglos y que era el de las personas que se dedicaban a la carga y al transporte de pesados bultos tales como pianos o granes muebles durante todo el año. Estos señores, con sus costales, sus cuerdas y sus esportillas se ganaban la vida en las Plazas del Salvador, del Pan y sus alrededores con este duro trabajo. Sin embargo, estos fornidos trabajadores no eran conocidos con el apelativo de costaleros sino de “gallegos”. No debemos pensar de que esta denominación de “gallego” designa la procedencia geográfica de estos cargadores, es una referencia puramente gremial, al no proceder únicamente de tierras galaicas si no del norte en general, encontrándose entre ellos Asturianos, Leoneses e incluso Franceses. Estos “gallegos” serán los que porten los pasos sevillanos durante cuatro siglos ya que eran los faeneros perfectos para cargar con los pasos en los días sacros, días que no dejaban de ser para ellos una continuación de su oficio diario, lo único que cambiaba es que en Semana Santa la carga era “sagrada”.
-LOS PROFESIONALES
Será en la primera mitad del siglo XX cuando el costalero sufra un punto de inflexión en su carrera que irá cualificando su posición hasta considerarlo como una pieza clave de nuestras Hermandades y Cofradías. En 1930 aproximadamente desaparece el apelativo de “gallego” para referirse ya al costalero propiamente dicho como persona que llevaba los pasos de la Semana Santa Hispalense. Comienza un nuevo ciclo, el del llamado “costalero profesional”, hombre que se forja en el muelle del puerto sevillano y en el mercado de la Encarnación donde realizan labores de carga y descarga todos los días del año, teniendo incluso, en muchas ocasiones, como patrones en sus trabajos a los capataces de las cofradías. Será en la década de los Treinta cuando aparezca un capataz revolucionará el mundo de las trabajadoras con una forma de trabajar seria y ordenada. Se trata de Rafael Franco Luque, que entra otras innovaciones fue el que implantó el traje y corbata negra para los hombres del martillo (El Terno Negro), el cuadrante con la lista de toda la cuadrilla y perfeccionó la técnica de la “igualá”, hasta entonces un tanto desordenada.
El modelo que se repite año tras año hasta prácticamente finales de los setenta era el de un grupo de siete u ocho capataces, cada uno con su cuadrilla propia de Cristo y de Palio, y que trabajaban una cofradía por día. Incluso a veces hubo capataces que llegaron a sacar hasta tres cofradías el mismo día como le ocurrió a Rafael Franco Luque el jueves Santo de 1945, donde por la mañana sacó la Amargura (que el domingo no salió por lluvia) hasta bien entrado el medio día, por la tarde Montesión y en la Madrugada El Gran Poder. Por lo tanto el costalero al trabajar cofradías todos los días y cobrar por ello pues se embolsaba un dinero que ayudaba a la economía familiar, pero a parte del incremento de su pecunio particular a estos hombres también les fue uniendo una afición desbordada (que no devoción, aunque le tendrían a ciertas imágenes) al mundo del costal ya que entorno a su trabajo bajo los pasos se creó una verdadera expectación con el paso de los años, llegando su eclosión a mediados de los Cincuenta principios de los Setenta, década esta última que se conoció como la de oro en cuanto a capataces y costaleros. Ya se empezaba a vislumbrar y a hablar entre los cofrades de Sevilla de un claro lucimiento de los pasos en la calle. Fue la época del nacimiento del “Al cielo con ella”, quedando para la posterioridad esta entonación como protocolo de riguroso cumplimiento cada vez que se levanta un paso en Semana Santa.
En la actualidad, sólo la Hermandad de Santa Marta mantiene la tradición del costalero asalariado.
-LOS HERMANOS COSTALEROS
Malos tiempos corrían para los costaleros profesionales en los albores de los setenta. Las constantes reivindicaciones salariales por parte de estos a las juntas de gobierno crearon un ambiente de crispación en el que se hacía urgente el encontrar una solución al elevado coste económico que suponía al encontrar una cuadrilla de profesionales.
Será el 14 de Mayo de 1972 cuando se consumó un hecho que sería la solución perfecta que disipara los problemas que en materia de costaleros acodiciaban las cofradías. La Virgen de las Aguas del Salvador fue llevada a hombros ese día por cofrades (por supuesto no asalariados) de las hermandades de Pasión y El Amor bajo las órdenes de un capataz aficionado. Ante el éxito de la actuación de la joven cuadrilla, otra Hermandad, pero esta ya en la nómina de la Semana Santa, la de los Estudiantes, se involucró también el prometedor proyecto. Un grupo de jóvenes entusiasta, en su mayoría estudiantes, portó el paso del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes en el Martes Santo de 1973, siendo la primera cuadrilla de Hermanos Costaleros que procesionaba en la Semana Santa de Sevilla.
Con este precedente el futuro de los costaleros estaba asegurado, y estos hermanos o jóvenes cofrades, llamados también “los niños” en su primera época, fueron desbancando paulatinamente a los profesionales de las trabajadoras, hasta prácticamente 1985 donde la mayoría de los pasos contaban con hermanos o personal no asalariado.
-ACTUALIDAD
En la actualidad las cuadrillas de costaleros están formadas tantos por hermanos como por no hermanos y aficionados al mundo del costal. En Sevilla existe en algunas hermandades un movimiento reciente en el que se le pide a los costaleros ser hermanos de la cofradía para poder llevar el paso. Todavía existe en Sevilla una hermandad que cuenta con nazareno profesionales: La Hermandad de Santa Marta. La cuestión de la incorporación de las mujeres al mundo del costal también existe y ya hay cuadrillas de mujeres en algunas ciudades.
Recientemente se ha presentado una tesis doctoral en la Universidad Pablo de Olavide sobre el preparamiento de los costaleros para el esfuerzo físico que realizan.