Todas las cofradías inician sus desfiles con la
Cruz de Guía, la cual es llevada por un hermano vestido con la túnica de penitente al que se le suele llamar
crucero. Es por tanto, la insignia de mayor importancia en el cortejo procesional. Su precedente es
la manguilla o cruz alzada (elemento de pequeño tamaño, coronando una vara, bajo la cual se extiende un armazón de forma cilíndrica cubierto de tela ligeramente bordada y rematado por una cruz, actualmente en desuso desde el Concilio Vaticano II) y simboliza el carácter cristiano de la procesión, representando además la Cruz que todo cristiano debe seguir. La Cruz de Guía va siempre flanqueada por una o dos parejas de faroles (llamados
faroles de guía), que suelen ser los más grandes de todo el cortejo. La Cruz de Guía se suele elaborar en el mismo material en que esté hecho el paso del Cristo (madera, plateado, dorado, etc) y puede llevar en la intersección de los brazos una imagen del Crucificado, alguna reliquia o símbolo de la hermandad.
En algunas cofradías, normalmente las más serias (las llamadas de negro), suele preceder el cortejo la figura del muñidor, servidor que hace sonar una campana de mano indicando la presencia del cortejo fúnebre, acompañado por una pareja de servidores y libreas. También es costumbre en las hermandades de negro el poner dos parejas de ciriales o faroles antecediendo a la Cruz de Guía, aunque si nos atenemos a su sentido litúrgico, no debería llevar nada delante. En otras hermandades se colocan delante las bocinas, que anuncian el cortejo. De todos modos, esta costumbre tiene su origen en que antiguamente la Santa Cruz se solía sacar portada en unas parihuelas al inicio del cortejo, especialmente en las hermandades de la Vera Cruz, por tanto, iría escoltada por faroles.
Fotografías:
J. Vázquez y José Baez