De esa manera, desde la noche de Jueves Santo hasta la Misa de Resurrección los sagrarios de todas las iglesias quedan sin hostias, para mejor simbolizar la trágica ausencia de Nuestro Señor “crucificado, muerto y sepultado”. No obstante, la Iglesia introdujo en esos días la costumbre de guardar o reservar en un lugar aparte las hostias consagradas. Fue ése el origen remoto de la ceremonia del traslado del Santísimo Sacramento al “Monumento”.
Con el paso de los siglos el traslado adquirió un carácter solemne, realizándose de modo procesional, acompañada de cánticos eucarísticos como el "Tantum Ergo", célebre himno compuesto por Santo Tomás de Aquino. El Monumento es un altar o capilla previamente acondicionado para acoger al Pan del Cielo. Los fieles se turnan en medio de las plegarias y del incienso en actos de adoración continua a Jesús Sacramentado.
El Monumento puede adornarse con todo el aparato festivo, colgaduras, frontal blanco , flores y un competente número de velas blancas las cuales no pueden ser menos de doce, según lo dispuesto por Benedicto XIV. Debe tenerse presente que en él no han de ponerse paños negros, ni trofeos de la pasión, ni tampoco reliquias, ni imágenes de santos. En lo interior del Monumento habrá un pequeño altar sin Cruz, con seis velas, frontal blanco, manteles y corporales, y sobre o detrás de él una arquilla o urna urna, generalmente en forma de sagrario, con otro corporal. Tendrá ésta una portezuela sólida como la de un sagrario. La llave de la referida urna, una vez reservado el Cuerpo del Señor, debe conservarla y llevarla el celebrante de los oficios del Jueves y Viernes Santo, estando prohibido que se dé a guardar dicha llave a otra persona. Ha de evitarse nombrar a la urna o arquilla como "sepulcro" ni que tenga forma de tal. También se previene en algunos de dichos decretos que no tenga la urna más que una sola llave y está igualmente prohibido por decreto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino poner el Sacramento en el Ostensorio o Custodia , de modo que pueda verse la Sagrada Hostia. En algunas iglesias se acostumbra después de cerrada la portezuela de la urna con llave sellar por el mismo diácono la referida portezuela con unas pastillas de cera colorada y esto es una reminiscencia del sello que mandaron poner los príncipes de los sacerdotes judíos en el Sepulcro del Señor. De estas pastillas, se ponen una porción dentro de la misma urna o en su inmediación las cuales se distribuyen luego entre los fieles como un objeto de veneración y es lo que se llama Cera del Monumento.
San Felipe Neri, en el siglo XVI, introdujo en Roma la costumbre de visitar siete Monumentos en la tarde de Jueves Santo y en la mañana del día siguiente. La idea fue secundada por Papas y numerosos cardenales, organizándose visitas a siete históricas iglesias romanas: las cuatro Basílicas principales (San Pedro, Santa María Mayor, San Pablo extramuros y San Juan de Letrán), y las iglesias de San Lorenzo, Santa Cruz y San Sebastián. La costumbre se propagó rápidamente por todo el orbe católico. Los venerables cabildos en sus catedrales, los presbíteros en sus parroquias, los religiosos y especialmente las monjas de clausura en sus iglesias, se disputaban cada cual la mejor manera de glorificar la Presencia Real en el Monumento. Para ello los decoraban con la mayor riqueza y esplendor de que eran capaces, obras que conjugaban el arte, la devoción y el ingenio, algunas verdaderamente monumentales, para cobijar al Rey de Reyes.
La Visita a los Monumentos se practica desde la tarde del Jueves Santo a la mañana del día siguiente, ya que en la tarde del Viernes Santo, después de las funciones litúrgicas conmemorativas de la Muerte del Salvador, se consumen todas las hostias del Monumento y la iglesia queda sin Santísimo, en recuerdo de la tragedia del Gólgota. Lo esencial de las visitas es recorrer siete iglesias, en memoria de los siete recorridos que hizo Nuestro Señor Jesucristo, desde el Cenáculo hasta el lugar del suplicio final, el Monte Calvario:
1) Desde el Cenáculo hasta el huerto de Getsemaní;
2) Del huerto hasta el palacio de Anás;
3) Del palacio de Anás al tribunal de Caifás;
4) Del tribunal de Caifás al pretorio (palacio de gobierno) de Pilatos;
5) Del pretorio de Pilatos al palacio del rey Herodes;
6) Del palacio del rey Herodes (de vuelta) al pretorio de Pilatos;
7) Del palacio de Pilatos al monte Calvario.
Igualmente las visitas honran las siete efusiones de Sangre del Salvador, reviviendo los diversos momentos en los que el Señor Jesús derramó su sangre por nuestra redención:
1) La circuncisión;
2) El sudor de sangre en el huerto de Getsemaní;
3) La flagelación;
4) La coronación de espinas;
5) Cargando con la cruz camino del Calvario;
6) Sus manos y pies traspasados por los clavos en la crucifixión;
7) Su Corazón perforado por la lanza de Longinos.
En cada estación se hace una breve meditación y se reza en acción de gracias por la institución de la Sagrada Eucaristía y por las intenciones del Romano Pontífice. Además se pide a Dios por el Precio de la Pasión de su Hijo y por la intercesión de la Santísima Virgen. No pudiendo visitar iglesias diferentes, se puede cumplir con esta devoción entrando y saliendo de un mismo templo.
En Estepa se pueden visitar seis Monumentos, por lo que en alguno de ellos se debe entrar dos veces para poder realizar las siete visitas:
1. Monumento de la Parroquia de Santa María. Realizado en la capilla sacramental de la Iglesia de los Remedios. Organizado por la Hermandad de Paz y Caridad.
2. Monumento de la Parroquia de San Sebastián. Realizado en la capilla de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno, organizado por la hermandad.
3. Monumento de las Hermanas de la Cruz en la Iglesia de San José de la confraternidad.
4. Monumento de Santa Clara de Jesús. Organizado en la iglesia de Santa Clara por la comunidad de hermanas clarisas.
5. Monumento de San Francisco. Organizado por los franciscanos en la iglesia de su convento.
6. Monumento de la Iglesia del Carmen. Organizado por la Archicofradía del Carmen y Corpus Christi.