Aguilar y Cano relata textualmente en el Memorial Ostipense la llegada del relicario de Santa Inés a Estepa en 1578, tras la muerte de la Reina de Portugal:
“El Ilustrísimo señor don Francisco Álvarez Cano, obispo de los Algarves, secretario de la reina de Portugal, doña Catalina, mujer de don Juan III, logró que dicha señora, por una de las cláusulas de su testamento, legase a la iglesia de Estepa, uno de los cuatro relicarios que tenía, en el cual se conservaba todo el cráneo de Santa Inés, huesos de San Sebastián y San Jorge, y otras reliquias, que habían recibido de su sobrina la emperatriz doña María, hija de Carlos V y mujer de Maximiliano segundo. Tras sagradas memorias se recibieron en esta villa en mayo de 1578, custodiadas por mensajero especial que envió el obispo Cano; dispúsose que se les destinase lugar adecuado en Santa María; que se trasladasen a él con solemne procesión, y que el secretario del cabildo fuese a Portugal a dar las gracias al repetido señor obispo.”
La mediación en la donación de la pieza se debe, como relata Aguilar y Cano, al obispo estepeño Francisco Álvarez Cano, en otros textos Cano Alvarez, y consultando la obra de Aguilar y Cano se puede encontrar una semblanza, plena de detalles, en la primera edición de “El Maestro Francisco Cano, Obispo de los Algarbes”, cuyo original fue cedido por la familia al Ayuntamiento de Estepa en 2014”. En esta semblanza se narra de nuevo la relación del ilustre estepeño con la Reina de Portugal y las reliquias donadas a Estepa:
“Estepeño, nacido probablemente en 1530, de origen humilde acabó siendo uno de los grandes hombres de la corte portuguesa en aquellos años del s. XVI, tras conseguir el grado de Bachiller en Teología en Salamanca y tras una fortuita visita al país vecino, llegó a ser nombrado Obispo de los Algarbes. El afecto que le profesaba la reina de Portugal, Doña Catalina, llegó hasta el punto de convertirlo en su confesor, consejero personal, encargado de la correspondencia con el monarca español Felipe II y lo más importante: albacea testamentario. Ésta buena relación entre ambas autoridades, clero y monarca, facilitaron que la reina, en su testamento, cediese a Estepa la codiciada pieza de plata que contenía la reliquia de la santa Inés y de otros santos de renombre.”
El relicario de Santa Inés se define en los inventarios de la iglesia como un “relicario cuádruple en plata dorada y repujada (0,34), con decoración de gallones, querubes y asas, datable en el último cuarto del siglo XVI, con las piezas exteriores añadidas en el XVII”, hacia 1639, que es la fecha que aparece en la lápida del retablo mayor".
La historiadora Mª Jesús Mejías Álvarez, en su artículo de la revista “Laboratorio de Arte” (1999) 93-102 publicado bajo el título de “Platería Alemana en Estepa: El relicario de Santa Inés”, lo considera de origen alemán según las marcas que presenta y lo describe literalmente como:
“Se trata de un relicario tipo sol con un viril bastante singular. La peana es circular con cuerpo superior gallonado y adornado como el viril, con gallones y medallones con figuras. El astil arranca con un cuerpo cilíndrico con adorno de niños entre pabellones colgantes, sobre el que descansa una escocia decorada con adornos de frutas, que da paso a un nudo de jarrón con decoración de cabezas aladas, coronado por un cuello interrumpido por sendas molduras con división radial, que se unen mediante tres asitas sinuosas decoradas con cabezas leoninas. El viril, o caja circular donde se guardan las reliquias, presenta, en el anverso, tapa de cristal enmarcada por una moldura entorchada de plata dorada, y tres pequeñas cajitas ovaladas que se ajustan por un lado al perfil circular de éste, en la que se muestran varias reliquias mientras que, en el reverso, nos encontramos con un abombamiento decorado con gallones sobresalientes, lisos y decorados, intercaladas con formas circulares que se decoran con cabezas angélicas.”
El relicario es platería alemana del siglo XVI y posee marcas impresas con gran nitidez del platero y localidad. La marca de localidad corresponde a la ciudad alemana de Nuremberg, compuesta de N con perfil circular, mientras que la del platero se configura con una I cruzada por una S cuyo perfil es heráldico, perteneciente al artífice Jacob Schenauer, natural de Augsburgo, que trabajó como platero en la segunda mitad del siglo XVI y falleció en 1608.
Otros estudios y narraciones sobre el relicario han sido desarrollados tiempo atrás por nombres tan singulares como Antonio Aguilar y Cano, que contaba en su Memorial Ostipense parte de la historia de cómo llegó a Estepa la pieza. El Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla, de los años cincuenta contemplaba un estudio sobre el relicario con fotografías del mismo. Más recientemente, el ya fallecido, párroco de Los Remedios Don José Fernández Flores, relató con gran detalle la historia del relicario en su libro: “Vere Nullius” editado por el Ayuntamiento de Estepa en 2000. Finalmente el historiador Jorge Alberto Jordán Fernández hace referencia a las reliquias de Estepa, citando la que nos ocupa, en su publicación de 2005 “Un manuscrito inédito sobre historia de Estepa y de la recolección franciscana en Andalucía”.
La llegada del relicario con el cráneo de Santa Inés impulsó en la villa la devoción a Santa Inés, siendo una de las principales fiestas que se celebraban en la parroquia de Santa María a principios del siglo XVII. Aguilar y Cano incluye el siguiente comentario en su narración de los avatares del siglo XVII, en el que equipara la festividad de Santa Inés con la de los patrones, la Virgen de la Asunción y San Jerónimo:
“En medio de tantos pesares y acontecimientos infaustos aún quedaba a nuestro pueblo espíritu bastante para dar rienda suelta a la alegría cuando para ello hubo motivo suficiente. Las fiestas arraigadas en las costumbres no dejaron de celebrarse; Sta. Inés y S. Gerónimo, la Asunción y otros días memorables vieron como siempre sus festejos y no faltó, por cierto, ocasión extraordinaria en que fueran también extraordinarias las alegrías.”
En 1583 se coloca el espléndido retablo mayor obra de Andrés de Ocampo en colaboración con Juan Bautista Vázquez y Juan de Oviedo. La reliquia de Santa Inés ocupaba el lugar destinado para ella en la izquierda del manifestador del retablo mayor, junto a la urna de San Luciano que ocupaba la derecha. De este modo se describía el retablo mayor en los inventarios y se podía leer la siguiente inscripción:
"La calle central se organiza con sagrario y manifestador, con un relieve de la Santa Cena en el fondo y en el segundo cuerpo otro oval con la Asunción. En las calles de la izquierda hallamos la imagen de San Pedro, un relicario fechado en 1639, relieves de San Juan y San Mateo; en el segundo cuerpo una imagen de San Andrés y una pintura de San Lorenzo. En las calles de la derecha, San Pablo, otro relicario, un apóstol, los relieves de San Marcos y San Lucas y un lienzo con San Francisco de Asís. En el ático, grupo del Calvario y los dos Santos Juanes."
“S. Agnetis Vir. Caput S. S. Sebastiani Georgii et Gerionis ossa a Catarina Lusitaniae Regina legato Ostioponensibus ad piam veneratione relicta H. S. S. Annp Christi MDCXXXIX” (“Aquí están la cabeza de Santa Inés y los huesos de los santos Sebastián, Jorge y Gereón, para su piadosa veneración y dejados en testamento a los estepeños por Catalina, Reina de Portugal, año de 1639”)
A lo largo del siglo XVII la devoción a Santa Inés no decaería porque se encargaría la realización de una imagen de Santa Inés que aparece en el inventario de 1694 como “una hechura del Señor San Pedro, otra de la Señora Santa Inés”.
En 1888, cuando Aguilar y Cano escribe su Memorial Ostipense, la imagen de Santa Inés se encontraba en “la capilla del Sagrario” o retablo situado a la izquierda del retablo mayor según se entra en la iglesia: “En lugar preferente se da culto a Santa Inés; devoción promovida por la donación de reliquias de dicha santa que hizo el obispo don Francisco Cano, de lo cual nos ocupamos al hablar de la capilla mayor. Hasta hace poco estuvo en el lugar de Santa Inés, el Señor de la Humildad y Paciencia”. Posiblemente el retablo fue realizado para la Hermandad del Dulce Nombre y ocupa la hornacina central el Señor de la Humildad y Paciencia o la imagen del Dulce Nombre de Jesús. Sin embargo, durante la prelacía de don Joaquín Téllez de la Torre, se realizan tres retablos en el trascoro de la iglesia que ocuparían San Pablo Ermitaño, a la derecha, el Dulce Nombre, a la izquierda, y el Señor de la Humildad y Paciencia, al frente. Entonces quedaría vacío la hornacina del Sagrario que ocuparía la imagen de Santa Inés.
Con el cierre al culto de la iglesia parroquial de Santa María a mediados del siglo XX, el relicario estuvo bajo custodia del convento de Santa Clara. La larga espera durante las obras de restauración de la iglesia hizo que la reliquia llegara a ser una de las más desconocidas para la mayoría de la población. Con la reapertura de la iglesia como Museo de Arte Sacro de la localidad el 25 de mayo de 2008, el relicario fue de nuevo expuesto públicamente en unas de las vitrinas de la sala del trascoro, lo que supuso que la pieza fuera de nuevo conocida por un gran número de visitantes del museo de la iglesia parroquial. El 25 de diciembre de 2015 se retomó de nuevo el culto en la iglesia, por lo que el relicario y la imagen de la Santa fueron trasladados hasta la capilla bautismal, lugar donde se pueden venerar en la actualidad.
Santa Inés fue una virgen romana que sufrió martirio durante la persecución de Dioclesiano, según se narra en el Acta de los mártires, obra escrita en el siglo V, un siglo después del martirio de la santa. Inés era una bella joven proveniente de una noble familia romana y tuvo varios pretendientes, a los que rechazó por declararse fiel amante de Cristo. Entre ellos se contaba el hijo del prefecto de Roma, quién la denunció a su padre por ser cristiana. Fue perseguida por Diocleciana, juzgada y sentenciada a vivir en un prostíbulo, donde ningún hombre consiguió abusar de ella y permaneció virgen. Sus caballos crecían para tapar su cuerpo desnudo y el único hombre que lo intentó quedó ciego, aunque Inés lo curó a través de sus plegarias. Más tarde fue condenada a muerte y degollada. Fue sepultada en la Vía Nomentana, lugar donde se levantó la basílica que lleva su nombre. La Santa se suele representar portando la palma del martirio y un cordero, por la raíz latina de su nombre “Agnus”. Su festividad se celebra el 21 de enero.
“Injuria sería para mi Esposo que yo pretendiera agradar a otro. Me entregaré solo a aquél que primero me eligió. ¿Qué esperas, verdugo? Perezca este cuerpo que puede ser amado por ojos que detesto.” (Últimas palabras de Santa Inés)
Artículos consultados:
-Memorial Ostipense, Aguilar y Cano, A. 1886. Anel, Granada, 1975
-El cráneo de Santa Inés. Una reliquia del siglo XVI. M.J. Castro. Revista Feria de Estepa. Ayto de Estepa. 2017
-Aproximación a la Orfebrería de Estepa y nueva aportación al Catálago de marcas de la Platería Española: su marca de localidad. Mejías Álvarez, MJ. III Jornadas sobre Historia de Estepa. 1998
-La orfebrería en Estepa y la Marca Estepa. Devociones de Estepa. 2015
-Reliquias: historia y devoción. Devociones de Estepa. 2019
-Reliquias: historia y devoción. Devociones de Estepa. 2019