Cuatro años después de la fundación, en 1945, la hermandad recibió el apoyo del las hermanas de la Cruz, cuya casa llevaba en la localidad desde 1926. Las hermanas se encargaron de arreglar el nuevo vestido y manto que se había comprado para la Virgen de la Amargura y la túnica y capa a San Juan Evangelista. Ambas imágenes habían sido adquiridas por la hermandad en un taller sevillano ante el deterioro de las antiguas imágenes y la imposibilidad de continuar procesionando con ellas. Las hermanas ejercieron como camareras de las imágenes, comenzando así el madrinazgo de la congregación hacia la Hermandad del Calvario.
En los años 60 la Hermandad decide celebrar los cultos cuaresmales en el núcleo del pueblo para poder acercarlos a más personas y sobre todo a aquellos hermanos que no podían subir al convento franciscano. En estos primeros años se celebran estos cultos en la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, otra de las iglesias y hermandades vinculadas al Calvario estepeño desde sus orígenes. Pero en la década de los 70 la hermandad afianza el vínculo con las Hermanas de la Cruz al fijar la Iglesia de San José, junto a la casa de las hermanas, como sede para la celebración de los cultos cuaresmales, convirtiéndose en uno de los actos más bellos de la cuaresma estepeña con los cánticos de las hermanas.
Los cultos cuaresmales se engrandecen en la década de los 90 con el traslado del Stmo. Cristo de la Salud el domingo anterior a la Función principal de la Hermandad desde el Convento de San Francisco hasta la iglesia de las Hermanas de la Cruz, visitando también en su recorrido el cenobio de las Clarisas estepeñas. Los hermanos acompañan al Crucificado franciscano con el rezo de las estaciones del Vía Crucis y los sones de la música de capilla, atravesando lugares estepeños tan emblemáticos como el Cerro de San Cristóbal, la plaza de la Victoria o la calle Torralba. El Via Crucis finaliza con el beso de los fieles al Cristo de la Salud y a su Madre de la Amargura que lo espera a los pies del altar con su mirada clavada en el cielo. El misterio del Calvario estepeño se recrea durante una semana en el altar mayor de la iglesia de las Hermanas de la Cruz, que ofrecen su hospitalidad a la Hermandad franciscana y abren sus puertas a los fieles que acuden a los cultos.
(Cultos de 1978, 1979, 1980 y 1981) |
El madrinazgo de las Hermanas de la Cruz con la Hermandad del Calvario se ha comprobado a lo largo de estos años con numerosos detalles por parte de la congregación. Las hermanas han ofrecido ropas y encajes para los titulares del Calvario, han bordado los manteles para los cultos litúrgicos con el escudo de la Hermandad y en 1998 le regalaron a la Santísima Virgen de la Amargura una nueva corona.
Libros y artículos consultados:
-La influencia franciscana en la Semana Santa de Estepa: la Hermandad del Calvario. Caballero Páez, M. Primer Simposio. Cuatro siglos de presencia de los franciscanos en Estepa. Ed. Iltmo. Ayto. de Estepa. 2003