Giovanni Angelo Medici nació en Milán el 31 de marzo de1499, elegido el 26 diciembre de 1559, fallecido en Roma el 9 de diciembre de 1565. Los Medici de Milán vivieron en circunstancias humildes y la orgullosa casa Florentina del mismo nombre proclamaba no tener afinidad con ellos, hasta que el cardenal Medici fue sentado en el trono papal. Su padre Bernardino se había establecido en Milán y ganaba su sustento recaudando impuestos. Bernardino tuvo dos hijos emprendedores, ambos capaces de triunfar en el mundo por caminos diferentes. El mayor, Giangiacomo, se hizo soldado mercenario y, después de que una carrera emprendedora, recibió del emperador el título de Marqués de Marignano. Mandó las tropas imperiales que conquistaron Siena. Giovanni Angelo tenía tanto éxito con los libros como su hermano con la espada. Hizo sus primeros estudios en Pavía, después en Bolonia, consagrándose a la filosofía, medicina y leyes, consiguiendo el grado de doctor en ésta última. Ganó alguna reputación como jurista. A los veintiocho años determinó abrazar el estado eclesiástico y probar fortuna en Roma. Llegó a la Ciudad Eterna el 26 de diciembre de 1527, exactamente treinta y dos años antes del día de su elección al papado. De Clemente VII obtuvo el cargo de protonotario y, por su inteligencia, trabajo y fidelidad se encomendó a Pablo III quién depositó la mayor confianza en su integridad y habilidad y lo empleó en el gobierno de muchas ciudades de los estados papales. En el último año del papado de Pablo III, un Medici cuyo hermano se había casado con una Orsini, la hermana de la nuera del papa, fue creado cardenal-sacerdote con el título de S. Pudenziana. Julio III le nombró legado en Romagna y comandante de las tropas papales. La antipatía de Pablo IV fue más bien una ventaja que otra cosa, por la reacción que siguió a la muerte de este malhumorado pontífice, todos los ojos se fijaron finalmente en el hombre que, en todos los aspectos, fue opuesto a Pablo. El cónclave se demoró más de tres meses, era obvio que ni la facción francesa ni la hispano-austriaca podían ganar la elección. Entonces, principalmente a través de los esfuerzos del cardenal Farnesio, el cónclave por aclamación se pronunció en favor de Medici. Fue coronado el 6 de enero de 1560 y tomó el nombre de Pío IV.
Su primer acto oficial fue conceder una amnistía a aquéllos que habían ultrajado la memoria de su predecesor, Pablo IV. La enemistad de España y el aborrecimiento popular hacia los Caraffa le obligó a un proceso contra los parientes de Pablo IV; como resultado del cual, el cardenal Carlo Caraffa y su hermano a quien Pablo había dado el ducado de Paliano, fueron condenados y ejecutados. La sentencia fue declarada injusta después por San. Pío V y la memoria de las víctimas fue revindicada y sus propiedades restauradas. El cardenal Morone y otros dignatarios, a quienes Pablo había encarcelado por sospecha de herejía, fueron liberados.
Pío IV consagró toda su atención a la realización de los trabajos del Concilio de Trento, convocando la tercera y última sesión del Concilio (1562-1563). Pío tuvo la satisfacción de ver el cierre del prolongado concilio, preocupándose por la aplicación de los decretos conciliares, y el triunfo del papado sobre las tendencias antipapales que a veces se hicieron valer. Su principal consejero en la reforma eclesiástica fue su sobrino, el cardenal y santo Carlos Borromeo.
Su nombre está inmortalmente unido a la" Profesión de Fe" que debe hacerse por aquellos que tienen un cargo eclesiástico. Los pocos años que le quedaron después de la conclusión del concilio se consagró a las muchas necesidades de mejoras en Roma y en los estados papales. Desgraciadamente para su popularidad, estos trabajos no podían realizarse sin la recaudación de impuestos adicionales. Entre todas las mejoras con las que se relaciona su nombre, una de las más útiles fue la fundación del taller pontificio de impresión para la edición de libros en todos los idiomas. Además de los grandes gastos en los que incurrió para la fortificación y embellecimiento de Roma, Pío estaba obligado a contribuir con centenares de miles de scudi al apoyo de la guerra contra los turcos en Hungría.
La benevolencia de Pío IV tratando a los sospechosos de herejía, tan diferente del rigor de su predecesor, puso en entredicho su propia ortodoxia. Un enemigo más formidable, la fiebre romana, se lo llevó el 9 de diciembre de 1565. Fue enterrado primero en San. Pedro; pero, el 4 de junio de 1583, se transfirieron sus restos a la gran iglesia de de Santa María de los Ángeles, obra de Miguel Ángel, una de las construcciones más magníficas de Pío.
En el Blasón Heráldico de Pío IV destaca el escudo de la casa de los Medici:
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La relación de Pío IV con la Villa de Estepa vino provocada por la intervención de su santidad en el contencioso que mantenían los diferentes poderes políticos y religiosos de finales del siglo XVI y principios del XVII ante la situación de división de la Parroquia de Santa María y el reconocimiento de la nueva Parroquia de San Sebastián. Dada el carácter independiente o “vere nullius” que tenía la Vicaría de Estepa, las decisiones de la Vicaría dependían directamente de Roma, sin intervención del Arzobispado de Sevilla u otra institución religiosa. Eso hizo que la Parroquia de Santa María, en cuyos intereses estaba concentrada la Vicaría estepeña, recurriera al Papa como último recurso ante la decisión de separación de la parroquia y la consecuente división de las primicias.
El litigio se inició en 1541 cuando el monarca Carlos I autoriza la división tras la petición del Concejo de la Villa, representante del nuevo arrabal creado a las faldas del Cerro de San Cristóbal. El Prior de San Marcos de León, bajo cuyo patronato estaba la encomienda de la Orden de Santiago que gobernaba la villa de Estepa, se pronuncia de manera favorable en 1559, tras numerosos años de silencio ante el asunto. Pero debido a que la separación no se hacia efectiva, el Concejo apela ante el monarca Felipe II quien en 1562 ordena el cumplimiento de la división. Es en este momento cuando la parroquia de Santa María apela ante el Papa Pío IV. Roma nombra como Juez Apostólico en el asunto al Arzobispo de Sevilla, quien informa al Papa de lo que sucede en la villa. El Papa Pío IV resuelve el conflicto a través de un “Letras Apostólicas” a favor de la división parroquial.
(Parroquia de Santa María de la Asunción, la Mayor y Matriz)
(Parroquia de San Sebastián)
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