En el primer domingo de mayo, y en algunas ocasiones obvias el segundo, se celebraba la procesión de la Vera Cruz junto con la Virgen de los Remedios de gloria, acompañada del Niño Jesús, correspondiendo al día octavo del Octavario que comenzaba el domingo anterior a la procesión. Este octavario dio el nombre a la fiesta de la Octava. Como herencia de esta festividad, la Hermandad celebra la onomástica de la Virgen de los Remedios el 3 de mayo, aunque se llegó a celebrar el 8 de mayo, y una novena con anterioridad al tercer domingo de mayo.
La imagen de Ntra. Sra. de los Remedios, tanto de dolorosa como de gloria, aparece desde el comienzo de la cofradía de la Vera Cruz y llegó a salir en procesión tres veces durante el año, acompañando como dolorosa al Cristo de la Vera Cruz y al Cristo de la Columna el jueves santo y en su versión de gloria junto al Niño Jesús en la festividad de la Vera Cruz y en la Octava. Debido al auge de la devoción al Rosario en el siglo XVIII y a las corporaciones masculina y femenina que formaron su propia hermandad, el culto glorioso a la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios se impuso al carácter penitencial, quedando finalmente el Stmo. Cristo de la Vera Cruz al culto interno y casi olvido, y la Hermandad de Paz y Caridad como heredera del Jueves Santo. La imagen de la Virgen de los Remedios acompañó al Cristo de la Columna hasta casi el final del siglo XIX, cuando la hermandad adquiere su propia imagen de dolorosa.
La devota imagen de Ntra. Sra. de los Remedios es una talla de candelero para vestir que sostiene al Niño Jesús en su mano izquierda mientras en la derecha porta el cetro real. La fecha y autoría de su factura no ha quedado determinada hasta el momento, datándose en las décadas centrales del siglo XVI, aunque pudo ser adquirida en una fecha posterior. El dilema en la datación de la imagen está en considerar la actual imagen de Ntra. Sra. de los Remedios como aquella imagen del siglo XVI que perteneció a la Cofradía de la Vera Cruz y que ha sufrido numerosas restauraciones a lo largo de los siglos, o bien considerar que en algún momento histórico, como finales del siglo XVII o mediados del siglo XVIII, la hermandad decidió la sustitución de la talla de la Virgen. La hermandad en estos siglos vivió un periodo de auge debido al fervor en la devoción rosariana que supuso la renovación arquitectónica y decorativa de la iglesia. En cualquiera de las dos opciones, la imagen actual de la Virgen debe considerarse como una talla muy restaurada y retocada por diferentes autores durante los siglos XVII, XVIII y XIX, alejada por tanto de aquella del siglo XVI.
Las características estéticas de la imagen la sitúan en las décadas centrales del siglo XVI y, de hecho, la primera noticia sobre su existencia aparece en 1751 a partir del empleo de 4897 maravedís en la compra de un saínelo y una saya de tafetán amarillo con guarnición de terciopelo morado para su indumentaria. Esta información queda recogida en el primer libro de actas de la Cofradía de la Vera Cruz que data de 1536 a 1566. Es un periodo de notable ímpetu a la hora de completar el ajuar de la Virgen con la adquisición continuada de velos, jubones, mantos, sayas, camisas, corpiños y joyas variadas. La Virgen mantiene de esta época la frontalidad y las manos del tipo “peine” sin ningún tipo de curvatura.
A finales de siglo XVI, en concreto en 1599, se tiene el dato de que se adquiere la imagen de una Virgen en Granada, pero recientes investigaciones mantienen que no se trataría de la Virgen de los Remedios sino que podría tratarse de la Virgen del Rosario de Santa María.
A comienzos del siglo XVII se tienen noticias de las primeras intervenciones en la imagen debido a su deterioro. En 1608 se pagan 8 reales por refrescar el rostro de la Virgen y en 1616 se completa con el arreglo general llevado a cabo por el carpintero Alonso Vázquez, con toda seguridad a nivel de candelero o peana. En 1626 el pintor Luis de Venegas restaura el Niño Jesús y en 1651 el rostro de la Virgen por 44 reales. En el siglo XVIII, la Virgen se adapta a la moda estético-artística del periodo con la colocación de ojos de cristal en 1741 y se le vuelve a componer el rostro en 1750. El Niño Jesús es también restaurado en 1715. En el siglo XIX, es Miguel Márquez quien le retoca el rostro y las manos en 1820. La última restauración se debe a Guillermo Carrasquilla en el año 2000.
En cuanto a la imagen del Niño Jesús, no corresponde con aquel con el que la Virgen fue configurada en el siglo XVI. La Virgen portaba la imagen del Niño Jesús en su versión de gloria, por lo que el original pudo ser extraviado o cambiado en una de sus restauraciones. Se tiene constancia de la donación de un Niño Jesús a la Iglesia de los Remedios por una señora a mediados del siglo XVIII y se piensa que ese Niño pudo pasar a formar parte de la imagen de la Virgen. Algunos autores señalan la correspondencia de la imagen del Niño Jesús con aquellas obras que salieron de la mano de Andrés de Carvajal y Campos, quien a mediados del siglo XVIII se encontraba realizando importantes y destacados encargos para las hermandades asentadas en la iglesia.
Las múltiples actuaciones que ha habido sobre la imagen de Ntra. Sra. de los Remedios hace que la autoría de la imagen se replantee y se tenga en cuenta el grado de intervención que hubo en cada una de estas restauraciones. Aun permaneciendo características formales del siglo XVI como la frontalidad o la serenidad de la imagen, la actuación que pudo modificar en mayor grado su fisionomía pudo corresponder al antequerano Miguel Márquez (1767-1826) en 1820, por la similitud de la Virgen con sus obras. La redondez del rostro de la Virgen, sólo matizado por la nariz, es una de las características de la obra de los Márquez que está presente en la Virgen de los Remedios. Miguel Márquez adopta los preceptos del neoclasicismo, la contención, la serenidad gestual, la dulzura y el triunfo de la belleza formal.
Miguel Márquez fue un destacado restaurador y por sus manos pasaron en Antequera la Virgen del Socorro en 1792, la Quinta Angustia de la iglesia del Carmen en 1817, la Virgen de los Remedios antequerana en 1816, y la Virgen de los Remedios de Estepa. También se relaciona a los Márquez con la restauración de la estepeña Virgen de los Dolores Servita del siglo XVIII.
Ntra. Sra. de los Remedios esconde su autoría en las características formales que presenta del siglo XVI, un enigma difícil de resolver por las numerosas restauraciones que han acontecido sobre la talla en los siglos posteriores. Una devoción enorme en su barrio y en el pueblo, y varias hermandades que han defendido su carácter mariano con su imagen, hace que la autoría de la Virgen de los Remedios trascienda su importancia hacia ese trozo de cielo desde el que protege Estepa.
“¿Quién te hizo, Madre de Dios?" |