“Andrés de Ocampo otorgo que me doy por contento y pagado de Camilo cibo genovés de 540 reales los cuales me paga en virtud de una carta a el dirigida de Cosme Lezcano hecha en Estepa en 3 de noviembre próximo pasado por la valor recibida de Diego Sánchez mayordomo de la fábrica de la dicha villa de Estepa testigos Juan de Oviedo el viejo y Miguel Adán, entalladores.”
“ Andrés de Ocampo escultor otorgo que doy mi poder cumplido a Luisa Ordónez viuda de Jerónimo Hernández para que en mi nombre pueda recibir e cobrar del Concejo de la villa de Estepa como patrón de la iglesia mayor de la dicha villa y de la misma iglesia 708 reales de los 1236 reales que yo he de haber el día de todos los santos del año 1590 conforme a una escritura que se otorgó ante Martín de Arrieta escribano del cabildo de Estepa en 8 de diciembre de 1587.”
Andrés de Ocampo estructura el retablo en plano lineal sobre un banco con dos cuerpos, cada uno con cinco calles, y terminando en un ático. Las calles se separan por columnas estriadas con capiteles en orden jónica en el primer cuerpo y corintio en el segundo y el ático. El retablo se decora con relieves, lienzos y esculturas. La calle central es de mayor longitud que las demás y en ella se centran tres pasajes dedicados a la vida de Cristo y la Virgen María. En el primer cuerpo se representa la institución de la Eucaristía a través de la Santa Cena; en el segundo cuerpo la Asunción de la Virgen María, a quien está dedicada la iglesia parroquial, y en el ático Cristo Crucificado en el Calvario junto a la Virgen María y San Juan. El primer cuerpo se dedicó a los pilares de la Iglesia representados por las esculturas de San Pedro (izquierda, primera calle) y San Pablo (derecha, quinta calle); a los Padres de la Iglesia representados en relieves, con San Gregorio y San Agustín en la izquierda, y San Jerónimo y San Ambrosio en la derecha, cada uno en una calle; y a los Evangelistas representados por lienzos, con San Juan y San Mateo a la izquierda y San Marcos y San Lucas a la derecha, cada uno en una calle. En el segundo cuerpo aparecen las esculturas de San Andrés, izquierda, y Santiago Apóstol, derecha, acompañados por lienzos de San Lorenzo, izquierda, y San Esteban?, derecha. En el ático se encuentran las esculturas de los dos santos Juanes, San Juan Bautista a la izquierda y San Juan Evangelista a la derecha. Esta es la composición que realizó Andrés de Ocampo para el retablo de Santa María siguiendo la composición dispuesta por Diego de Velasco en el retablo sevillano de San Leandro y en el ursaonense de Santo Domingo en 1582. Así mismo el propio Andrés de Ocampo aplicará la misma composición en el relieve de la Asunción del retablo gaditano de Santa María de Arcos de la Frontera en 1600.
El retablo diseñado por Andrés de Ocampo fue modificado hasta en dos ocasiones. En el siglo XVII, hacia 1639, se le colocaron cajas en las calles laterales para exponer los valiosos relicarios de Santa Inés y de San Luciano que atesoraba la iglesia. Hacia finales de la centuria, cerca de 1690, se procedió al dorado y pintado del retablo. En el siglo XVIII el retablo fue remodelado al añadirle molduras y elementos decorativos dieciochescos como estípites y rocallas, por lo que se sitúa esta actuación entre la década de los sesenta o setenta y se atribuye a la escuela antequerana, que también realizaría en esta época los retablos laterales. El sagrario fue dorado por dentro en 1749 por el dorador Salvador de Aponte y en 1765 Salvador de Jodar y Romero dora el manifestador de Santa María. La Hermandad del Santísimo Sacramento acomete en 1761 una obra en el altar y monumento de Santa María para la función de carnes tolendas y Jueves Santo, encargándose a Antonio Cornejo. El sagrario coronado por un tabernáculo-manifestador de estructura cilíndrica preside el primer cuerpo del retablo y está decorado con motivos eucarísticos y estípites. Las columnas de la calle central del segundo cuerpo fueron sustituidas por estípites y las demás decoradas con guirnaldas y motivos rococó. Se añadieron marcos de estilo rococó y entablamentos con decoración rocalla. En el ático se añadió una ondulada cornisa coronada por el Espíritu Santo y el escudo de los marqueses de Estepa a ambos lados, y en toda la obra se colocaron ángeles y querubines. Por último, el retablo fue policromado de nuevo, siendo su fondo blanco y las molduras, decoración y capiteles dorados. El resultado es así una obra de Andrés de Ocampo que queda redecorada por los gustos de la época barroca, pero permitiéndose de esta forma que se conservara en lugar de ser sustituida como en muchas otras iglesias.
El retablo mayor de Santa María no sería el único encargo que Andrés de Ocampo recibió desde Estepa. A Ocampo se le atribuye un Crucificado que se conserva actualmente en Santa María. No sería el único Crucificado que realizó para Estepa, ya que labró otro, de 110 cm, para el Calvario del ático del retablo mayor de la iglesia. Este Crucificado perteneció en su origen a la capilla de los Vera de la Iglesia de Santa María, fundada por don Francisco de Vera y Aragón, comendador de la Orden de Santiago en Almanguer y perteneciente al Consejo Supremo de Felipe II y Felipe III.
La capilla estuvo concluida hacia 1562 y corría a cargo de Carlos Vera, hermano del fundador, para ser destinada a ser panteón familiar. La capilla estaba presidida por un Crucifico bajo la advocación de “Santo Crucifijo y Conversión”, que se puede datar entre 1555 y 1560. El Crucificado se relaciona con el escultor Andrés de Ocampo y con la producción de Juan de Oviedo y de la Bandera, pero realmente muestra grandes analogías con otras creaciones de Ocampo como el Cristo de la Fundación, el Descendido del templo hispalense de San Vicente o el Crucificado de Comayagua. En el inventario de 1694 se cita que había “en la capilla de los Vera una hechura de Cristo crucificado” y en el del 27 de abril de 1703 se dice que había "una ymagen de Cristo crucificado que esta en su capilla...con una pintura de la Concepción", lo que indica que la capilla se mantuvo así durante el siglo XVII y principios del siglo XVIII.
Díaz Fernández relaciona también con la obra de Andrés de Ocampo al Crucificado del retablo principal que preside actualmente la iglesia parroquial de San Sebastián. El retablo se fecha hacia 1760 dentro de la estética antequerana de Francisco Primo y el Crucificado se encuentra en el ático sobre la cornisa. El Crucificado data de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII, y podría corresponder con el Crucificado que menciona los inventarios parroquiales de principios del siglo XVII: "una hechura de Cristo grande que está en el altar de la sacristía" (1622 y 1628) y "una hechura de Cristo Crucificado en el altar mayor" (1694).
Algunos historiadores como Díaz Fernández también han relacionado a Andrés de Ocampo con el Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro. La imagen se considera un encargo de los padres mínimos del Convento de la Victoria estepeño, a comienzos del siglo XVI, para celebrar la Crucifixión, Descendimiento y Entierro del Señor, por lo que tiene articulados los brazos a la altura de los hombros y en su espalda un hueco donde guardar documentos. El Cristo Yacente contó con hermandad propia en el Convento de los Mínimos de Estepa en 1654.
Díaz Fernández confirma también la existencia de un Cristo Crucificado, al parecer procedente de Écija, en la iglesia parroquial de Herrera. Esta imagen recuerda la obra de Andrés de Ocampo y su entorno, fechable entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII.
Otra imagen que podría tener también relación con el círculo de Andrés de Ocampo es la imagen de San Jerónimo, patrón de Estepa. Su nombramiento como patrón data de 1577 cuando el Cabildo de la Villa de Estepa lo eligió para que los protegiera en un sorteo a suertes. Al año siguiente se acordó encargar la imagen o escultura de San Jerónimo, dedicándole altar y capilla en la Iglesia parroquial de Santa María, terminándose en 1587, fecha en la que se inicia el pleito con Andrés de Ocampo por la obra del retablo mayor que realizara Andrés de Ocampo. La festividad de San Jerónimo fue muy celebrada en la villa durante aquellos años especialmente por los miembros del Concejo de la Villa, pero en el siglo XVIII cayó la devoción al santo. La imagen se conserva actualmente en la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción.
La presencia del escultor jienense Andrés de Ocampo y su círculo está documentada por el pleito que origina los costes extras del retablo mayor de la Iglesia parroquial de Santa María, cuya renovación había sido concertada por el Concejo de la villa el 9 de noviembre de 1578. El pleito se resuelve en 1587, efectuándose los pagos de la obra a Andrés de Ocampo en diferentes momentos hasta 1590. El taller de Andrés de Ocampo se convierte en un referente para la Iglesia estepeña a finales del siglo XVI y pudo recibir más encargos como el “Cristo de la Misericordia” de Santa María. Estas obras pertenecen a la etapa en la que la escuela sevillana de escultura recibe los encargos desde Estepa y las órdenes religiosas que se habían asentado en la villa.
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