Con el fin de que nunca cese el culto a la fe, amor y agradecimiento a Cristo, presente en la Eucaristía, nacen las Cofradías del Santísimo Sacramento, que “se desarrollan antes, incluso, que la festividad del Corpus Christi. La de los penitentes grises, en Avignon se inicia en 1226, con el fin de reparar los sacrilegios de los albigenses; y sin duda no es la primera” (Bertaud 1632). Con unos u otros nombres y modalidades, las Cofradías eucarísticas se extienden ya a fin del siglo XIII por la mayor parte de Europa. Estas cofradías aseguran la adoración eucarística, la reparación por las ofensas y desprecios contra el Sacramento, el acompañamiento del Sacramento cuando es llevado a los enfermos o en procesión, el cuidado de los altares y capillas del Santísimo, etc.
Las Cofradías del Santísimo Sacramento, fundadas en Alemania y Francia en el transcurso de los siglos XIV y XV, tuvieron como misión difundir el culto de la Eucaristía, siendo los frailes franciscanos los que fomentaron su creación.
Existe noticia de que en el año 1538 el fraile dominico Tommasso Stella erigió una cofradía de estas características en la Iglesia de Santa María della Minerva, en Roma, vulgarmente conocida como «Cofradía de la Minerva», que sería aprobada un año después por bula del papa Pablo III, para que sirviera de modelo a las que fueran surgiendo, concediendo a todas especiales indulgencias. Entre los fines principales de sus miembros figuraban el acompañar el Viático a los moribundos con cirios encendidos; asistir a una misa y procesión por el claustro o interior de la iglesia con el Santísimo, generalmente los terceros domingos de cada mes (de ahí el nombre de Minerva con el que se denominaba a dicha procesión mensual); participar y dar esplendor a la fiesta del Corpus Christi; preparar para la comunión a los cofrades enfermos y recitar algunas oraciones.
Todas estas hermandades, centradas en la Eucaristía, son agregadas en una archicofradía del Santísimo Sacramento por Paulo III en la Bula “Dominus noster Jesus Cristus”, en 1539, y tienen un influjo muy grande y benéfico en la vida espiritual del pueblo cristiano.
El Concilio de Trento (1560) propiciaría un particular culto a la Eucaristía, momento a partir del cual este tipo de cofradías se iría difundiendo por diferentes países, entre ellos España, a lo largo del siglo XVI y siguientes.
La Cofradía del Santísimo Sacramento de Estepa existía ya hacia 1594, fecha en que celebró un cabildo para elegir a sus oficiales según se conserva en un libro de cuentas conservado. El siguiente cabildo de elecciones de que tenemos constancia se celebró en 4 de junio de 1600 y un año después el vicario don Pedro de Tallada pasó revista de las cuentas de la cofradía al tesorero de la hermandad, un presbítero de nombre Cristóbal, correspondientes al período 1597-1600.
Por unos autos del año 1689 sustanciados ante el vicario don Lorenzo de Andújar, sabemos que la cofradía estaba establecida en “las parroquias” de esta villa, lo que da a entender que quizás fuera única para ambas parroquias, tanto en Santa María como en San Sebastián. También sabemos que de tiempo inmemorial participaba con sus guiones en la procesión del Corpus yendo inmediatos al palio, en medio del clero; el auto del vicario les señalaba un nuevo sitio en dicha procesión, a los lados colaterales de la cruz mayor (…) delante de la comunidad, cosa que no pareció ser del agrado de los cofrades.
La cofradía estaba agregada a la homónima erigida en la iglesia de Santa María de la Minerva de Roma, como consta en la Secretaría de la Sagrada Congregación de Indulgencias, según copia autorizada de 10 de septiembre de 1777 y pase de la Comisaría General de la Cruzada. Otra cofradía estepeña estaba unida también a la Cofradía Sacramental de la iglesia de Santa María de la Minerva de Roma. Se trata de la hermandad del Dulce Nombre, unida a esta desde 1621, por lo que ostenta el carácter sacramental.
La Hermandad del Santísimo Sacramento poseía una capilla propia en la Iglesia de San Sebastián, sabiéndose que posteriormente se vendió y se dedicó a la Santísima Trinidad, realizando Julián de Villar hacia 1782 la solería de la misma.
La cofradía no debió verse afectada por la reforma de las ordenanzas de finales del siglo XVIII. Iniciadas en tiempos de Carlos III, no se efectuaron en Estepa hasta 1791, cuando el Consejo solicitó al Alcaide y al Vicario la supresión de las hermandades a excepción de las cofradías hospitalarias, sacramentales y de ánimas. Es en este momento cuando se habla de una Cofradía sacramental en cada parroquia. Las hermandades que se vieron suprimidas intentaron la unión con una de estas cofradías para garantizar la aprobación de sus ordenanzas. En 1801 se aprueban los estatutos de la Hermandad de Jesús Nazareno, que se une con la cofradía de Ánimas de la parroquia de San Sebastián, que a la vez era Sacramental. En 1815 se une Paz y Caridad a la sacramental de la parroquia de Santa María.
Esta hermandad estuvo perdida entre los años 1811 y 1847. En 1848 fue restaurada a instancias del vicario don Salvador de los Reyes y del cura de Santa María, don Joaquín Téllez, luciendo la octava del Corpus con sus crespones, con música y sermón todas las tardes y por las mañanas misa mayor con música.
Fuente:
-Hermandades, cofradías y otras corporaciones religiosas no penitenciales en la Estepa de la Modernidad. Jorge Alberto Jordán Fernández. Miscelánea Ostipense. Estudios sobre historia de Estepa. 2013