Estamos, sin duda, ante uno de los hechos históricos de mayor relevancia en la dilatada vida de nuestra hermandad, pues a partir de entonces se contaría con la definitiva Imagen a la que todos los hermanos de la corporación podrían ya acudir en busca de auxilio y mediación, y cuyo bendito rostro evocarían sus retinas en los momentos de íntima oración.
Por su parte, la hermandad veía cumplido el ansiado objetivo de la que fue su titular desde el siglo XVII, se viese representada en una imagen iconográfica susceptible de ser captada por los sentidos humanos de todos sus miembros y de todo aquel que tuviese la posibilidad de acercarse a admirar su belleza.
Fueron muchos los avatares y numerosas las anécdotas, desconocidos para el público en general, que vivió aquella Junta de Gobierno presidida por don Antonio Atero García, la cual no escatimó en esfuerzos de toda índole sin dejarse desfallecer en ningún momento ante las dificultades que encontraron en el tortuoso camino que tuvieron que recorrer hasta ver cumplido todo un sueño.
Desde nuestra Revista “Blanca y Colorá” queremos dar a conocer los hechos más reseñables que se desarrollaron a lo largo de aquellos años.
Coincidiendo con la restauración integral a la que fue la imagen de El Dulce Nombre de Jesús por el citado imaginero en el verano del año 1981, una comisión de varios hermanos de Junta, en una de las reiteradas visitas al taller del escultor, quedaron prendados ante el busto de una dolorosa que Buiza había terminado fruto de su ingenio y ajeno a ningún fin contractual o encargo alguno, sino por la necesidad creativa de volcar sus sentimientos y expresar sus emociones de la única manera que sabía, a golpe de gubia. Estamos ante el primer momento en el que unos pocos de nuestros hermanos vieron ya con sus propios ojos a la Santísima Virgen de la Paz.
Cuatro años después repicaban las campanas de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y tronaban salvas de cohetes para anunciar a la Ciudad de Estepa la Solemne Bendición de la madre del Niño Perdío. Era el catorce de septiembre de 1985. La ceremonia fue oficiada por el entonces Párroco y Director Espiritual de la Hermandad, don José Fernández Flores. Una vez terminada la Solemne Eucaristía se procedería al traslado de la Santísima Virgen a la hornacina que ocupa hasta nuestros días. Una vez expuesta al culto interno, el siguiente reto era verla algún día pasear bajo palio en la tarde de nuestro Miércoles Santo.
Fruto del ingenio y del inestimable esfuerzo de nuestra Hermandad comenzaron a desarrollarse los trabajos de orfebrería y bordado que fueron fraguando la arquitectura barroca de un paso de palio de maya transparente que dejara penetrar la luz del sol para iluminar el bello rostro de la Reina de los Cielos. El trabajo de orfebrería se desarrolló en los talleres sevillanos de Hijos de Juan Fernández. Jarras y varales fueron los primeros elementos que, procedentes de Sevilla, llegaron hasta nuestra Casa de Hermandad el día quince de marzo de 1986. Poco tiempo después se completaría el conjunto con la candelería, candelabros de cola, peana y respiraderos. Por otra parte, los trabajos de confección y bordado de nuestro palio se estaban realizando en el taller de Nuestra Señora de los Dolores de la localidad sevillana de Mairena del Alcor, regentado por don Andrés Sánchez y don Manuel Vela, donde se continuaría enriqueciendo paulatinamente hasta ver terminado, a lo largo de años sucesivos, el exterior del conjunto.
En la tarde del treinta de marzo de 1988 (Año Santo Mariano), Miércoles Santo, una expectante y abarrotada Plaza de los Remedios veía salir por primera vez a la Virgen de la Paz tras nuestro Paso de Misterio, causando especial sorpresa y admiración aquel primer vuelo de palomas blancas en alabanza a la advocación que veneramos. Después de este primer año no han cesado los trabajos de enriquecimiento de los elementos que componen el paso. El techo de palio fue bordado en su totalidad por don Jesús Rosado Borja de Écija (Sevilla). Los bordados interiores de las bambalinas fueron ejecutados en la localidad de Brenes en el afamado taller de Fernández y Enríquez, quienes también realizaron los soberbios faldones del paso del Señor, gozando desde entonces de la confianza de la Hermandad para todos sus trabajos.
Veinticinco años después de aquella tarde de 1.988 la actual Junta de Gobierno, presidida por don Fernando Atero Blanco, se ha visto en la necesidad de conmemorar aquella efeméride y a tal fin se han planteado una serie de actos extraordinarios que culminarán (D.m.) con el Triduo Extraordinario que se celebrará durante los días 11, 12 y 13 de septiembre y la posterior Procesión Gloriosa de Nuestra Señora de la Paz bajo palio, el sábado día 14 del mismo mes.
Desde estas líneas la hermandad llama a todos sus hermanos a que colaboren en todos los actos a celebrar dada la importancia de este marcado año. Sin más, y deseando de todo corazón que todas las actividades a realizar estén a la altura de aquel grupo de notables y valerosos hermanos que hicieron posible esta realidad, sirva el presente artículo para rendir un sincero, sentido y merecido homenaje a cada uno de ellos, tanto a los que están aún entre nosotros, como a los que se encuentran ya bajo la eterna protección del blanco manto de Nuestra Bendita Madre.
La Comisión Organizadora del XXV Aniversario
Boletín “Blanca y Colorá” 2013