El 3 de Junio de 2001 nos dejaba Asunción Manzano Cruz, conocida en Estepa como “la niña de la Marmeta”. Sus 92 años de vida estuvieron marcados por una profundísima y sincera devoción por Nuestra Señora de los Remedios. Precisamente será así, cerca de Ella, vitoreándola y expresándole con su inconfundible “¡Bendita la Virgen de los Remedios!” como la mayoría de los estepeños la recordarán siempre.
Le llamaban “La Marmeta” por una tía de su madre, a la que le decían Dolores “La Marmeta”. Dolores crió a la madre de Asunción y a ella empezaron a llamarla igual. Los padres de la “la niña de la Marmeta”, Natividad Cruz y Joquín Manzano, eran los sacristanes – santeros, como se le dice en Estepa – de la Iglesia de los Remedios. Esto hizo que ella se criara junto a la Virgen de los Remedios. El amor de la familia Manzano por Ella se trocó en dolor un 27 de mayo de 1918, cuando el padre de “la Marmeta” murió durante una procesión de la Virgen. Joaquín evito con su cuerpo que la imagen de Nuestra Señora de los Remedios cayera al suelo en un accidente que se produjo durante la salida procesional, pero esto le costó la vida. Lejos de enfriar la devoción de Asunción por la Virgen, este suceso sirvió, sin embargo, para acrecentar el amor de “la Marmeta” por su Señora.
Asunción Manzano pasará a la historia de nuestro pueblo por este amor tan grande que tenía hacia la Virgen de los Remedios, gritándole su inconfundible “¡Bendita la Virgen de los Remedios! ¡Bendita Madre Mía!” en la novena, salida procesional y “el Lunes de la Subía”. Muchos recordamos aún a aquella anciana que esperaba a la Virgen en la primera casa de la Calle Roya, y que al ver a la Señora se emocionaba y le gritaba su “¡Bendita!”, conmoviendo al resto del pueblo que se reunía allí para acompañar a la Señora por las calles.
Asunción Manzano vio recompensado este amor inconmensurable por Nuestra Señora de los Remedios al término de sus días. Asunción siempre había deseado, y así se lo rogaba a Ella, que, llegada su hora, pudiera morir lo más cerca posible de su Virgen de los Remedios. Casualidad o milagro, Asunción enfermó en 2001 después de haber hecho la octava de los Remedios, el último día de la novena a Santa Rita (30 de mayo), que también se celebra en este templo. Comenzó a sentirse indispuesta, pues, en presencia de la Virgen, y una vez hubo fallecido, su capilla ardiente fue instalada en la iglesia entre cuyas paredes “La Marmeta” rezó durante tantas horas a lo largo de su vida.
Su entierro, multitudinario, confirmó que era persona querida y conocida por todo el pueblo. Su familia recibió numerosas muestras de cariño por los vecinos, sacerdotes, hermandades y por todo el pueblo de Estepa en general durante el velatorio y entierro
Sirvan estas líneas de homenaje póstumo a la que ya hoy forma parte de la historia y la memoria colectiva de Estepa: Asunción Manzano, “la niña de la Marmeta”. Descanse en paz.
Le llamaban “La Marmeta” por una tía de su madre, a la que le decían Dolores “La Marmeta”. Dolores crió a la madre de Asunción y a ella empezaron a llamarla igual. Los padres de la “la niña de la Marmeta”, Natividad Cruz y Joquín Manzano, eran los sacristanes – santeros, como se le dice en Estepa – de la Iglesia de los Remedios. Esto hizo que ella se criara junto a la Virgen de los Remedios. El amor de la familia Manzano por Ella se trocó en dolor un 27 de mayo de 1918, cuando el padre de “la Marmeta” murió durante una procesión de la Virgen. Joaquín evito con su cuerpo que la imagen de Nuestra Señora de los Remedios cayera al suelo en un accidente que se produjo durante la salida procesional, pero esto le costó la vida. Lejos de enfriar la devoción de Asunción por la Virgen, este suceso sirvió, sin embargo, para acrecentar el amor de “la Marmeta” por su Señora.
Asunción Manzano pasará a la historia de nuestro pueblo por este amor tan grande que tenía hacia la Virgen de los Remedios, gritándole su inconfundible “¡Bendita la Virgen de los Remedios! ¡Bendita Madre Mía!” en la novena, salida procesional y “el Lunes de la Subía”. Muchos recordamos aún a aquella anciana que esperaba a la Virgen en la primera casa de la Calle Roya, y que al ver a la Señora se emocionaba y le gritaba su “¡Bendita!”, conmoviendo al resto del pueblo que se reunía allí para acompañar a la Señora por las calles.
Asunción Manzano vio recompensado este amor inconmensurable por Nuestra Señora de los Remedios al término de sus días. Asunción siempre había deseado, y así se lo rogaba a Ella, que, llegada su hora, pudiera morir lo más cerca posible de su Virgen de los Remedios. Casualidad o milagro, Asunción enfermó en 2001 después de haber hecho la octava de los Remedios, el último día de la novena a Santa Rita (30 de mayo), que también se celebra en este templo. Comenzó a sentirse indispuesta, pues, en presencia de la Virgen, y una vez hubo fallecido, su capilla ardiente fue instalada en la iglesia entre cuyas paredes “La Marmeta” rezó durante tantas horas a lo largo de su vida.
Su entierro, multitudinario, confirmó que era persona querida y conocida por todo el pueblo. Su familia recibió numerosas muestras de cariño por los vecinos, sacerdotes, hermandades y por todo el pueblo de Estepa en general durante el velatorio y entierro
Sirvan estas líneas de homenaje póstumo a la que ya hoy forma parte de la historia y la memoria colectiva de Estepa: Asunción Manzano, “la niña de la Marmeta”. Descanse en paz.