La familia Bejarano estaba formada por hidalgos rurales que procedían de Jerez de los Caballeros (Badajoz) y que se establecieron en Estepa en la primera mitad del siglo XVIII. Los Bejarano fueron grandes administradores de tierra, comprando abundantes aranzadas, especialmente en la zona de Cerverales. El auge de la familia comenzó cuando un miembro de la familia, Manuel Bejarano, fue nombrado Vicario por el Marqués de Estepa, convirtiéndose en una persona muy influyente del siglo XIII en Estepa. La familia dejó varios mayorazgos a uno de los sobrinos del Vicario, Manuel Bejarano y Campañón, y el rey le concedió el título de Marqués de Cerverales en 1753. El Marqués heredó la casa-palacio del vicario contigua a la Iglesia de la Asunción, donde la familia había reformado la Capilla de San Pedro y pretendía usarla para los enterramientos de los miembros de la casa. La familia se vinculó con el mecenazgo de las obras para las imágenes de la iglesia, la Virgen de los Dolores y Ntra. Sra. de la Asunción.
A finales del siglo XIX, las marquesas mantienen correspondencia con los artesanos de Sevilla con motivo de las distintas reparaciones y confección tanto de mantos como otros enseres para las imágenes de Dolores o Asunción. En la segunda mitad del siglo XIX surgen prestigiosos talleres de bordado como los de Patrocinio López García, las hermanas Antúnez (Ana y Josefa), Teresa del Castillo o Juan Manuel Rodríguez Ojeda.
En enero de 1892 se reunieron las señoras más pudientes de Estepa con el deseo de realizar un manto y un vestido para la patrona Ntra. Sra. de la Asunción y recoger dinero para tal fin. Entre estas señoras estaba Dª Isabel de Reyna y Juárez de Negrón, VII Marquesa de Cerverales, y su hermana Natalia. El sacerdote D. Francisco de Sales Manzano y Ales, estepeño trabajando en el arzobispado, será el intermediario entre estas señoras y el taller que realizará la obra, y en Estepa el cura párroco D. José Ramos Mejías también actuará como promotor. D. José Ramos se pone en contacto con D. Edmigio Serrano Dávila, experimentado pintor y dibujante y mayordomo del Gran Poder, para pedir consejo sobre cuál es el taller al que las feligresas deberían solicitarle la obra. D. Edmigio le explica cuales han sido las últimas obras que se han realizado en los talleres de Sevilla y finalmente le recomienda el taller de las hermanas Antúnez. Asimismo le habla de sedas y terciopelo, y le recomienda el oro de Lyon. El dibujo del manto lo realizará D. Manuel Beltrán, al no poderlo realizar D. Edmigio por problemas familiares. El diseño estaba formado por flores y hojas que partían de un portaflor central, combinado con grupos de querubines sobre resplandores. El contrato con las bordadoras se firma en abril de 1893, quedando el precio convenido en treinta y seis mil reales. El Padre Manzano visita en varias ocasiones el taller de las hermanas Antúnez para ver el desarrollo de la fabricación del manto y vestido. Aunque su finalización se estableció para el 31 de julio, el manto llegó para la salida procesional del 15 de agosto de 1893. De igual forma se le envía túnica, cinturón, pelo y toca, al igual que un artículo de un periódico en el que se habla del manto. Con motivo de la finalización de la obra, se les obsequia a las bordadoras con un pequeño ágape de dulces y vino en su taller sevillano. Ntra. Sra. de la Asunción vestiría sus nuevas ropas en la Octava posterior a su onomástica que se celebraría en su honor.
En la correspondencia que se guarda en el archivo del Marquesado se recoge también el traslado de la imagen en 1892 a Sevilla para su restauración por Gumersindo Jiménez Astorga, siendo D. José Gestoso el responsable de la misma.
Fuente:
-Revista ASSUMPTA REGINA IN CIELUM. Número 1. Hdad. de Ntra. Sra. de la Asunción. 2014