Reconocimiento popular a la persona de María Galán García, religiosa de vocación y educadora de profesión.
María Galán García nació en Antequera (Málaga) el 11 de julio de 1921, y murió en Málaga el 14 de enero de 1983, a la edad de 62 años, según consta en certificado de defunción del Registro Civil de Málaga. El carácter bondadoso y su cariño desmesurado por la educación y la formación de las niñas de Estepa le hacen merecedora de un reconocimiento popular, pasados ya 30 años de su desaparición.
Tras la propuesta verbal de varios vecinos de nuestra ciudad, el Ayuntamiento de Estepa, decide homenajear de algún modo a esta mujer, evitando así que su nombre pase al olvido de todos, ya que la ausencia de familiares directos haría, con el tiempo, que las nuevas generaciones no supiesen nada de este personaje que vivió toda su vida en Estepa, a pesar de que ni nació ni murió en nuestra ciudad.
En los últimos meses, se ha llevado a cabo una investigación profunda sobre la persona de María Galán, se han entrevistado a varias personas que la conocieron personalmente, a sus amigas de la infancia, una infancia que transcurrió en el internado del convento de las Hermanas de la Cruz de Estepa. Hemos hablado con personas que compartían tardes de tertulia con ella, y con familias de Estepa que se convirtieron en su propia familia, ante la ausencia de familiares directos de María.
La historia de María Galán es todo un misterio, ya que es un personaje por todos conocidos, pero muy poca gente nos ha sabido aportar datos reales de su origen, de su familia, o de su verdadera personalidad. Pero en lo que si todos estuvieron de acuerdo era en afirmar que fue una mujer buena, de carácter bondadoso, con un cariño desmesurado hacia la profesión de educadora, que ejercía, pero que nunca pudo estudiar. La falta de titulación, no fue motivo para que ejerciera de maestra y cuidadora de la gran mayoría de las niñas, mayoritariamente, de los años sesenta y setenta en Estepa.
La Sra. Galán nació en Antequera, pero pronto su madre se vino a vivir a Estepa. Su madre era conocida como María “La Ciega”, fijo su residencia en las antiguas cuevas de Orán, en concreto en la que hoy es Plaza del Matadero. La situación social y económica de su familia obligó a que la pequeña María ingresara, a la edad de cuatro años, en el internado del Convento de las Hermanas de la Cruz de Estepa.
Es en este convento donde María pasa toda su infancia y parte de su juventud, allí vivía, allí realizó sus estudios primarios y allí fue donde adquirió la vocación religiosa que le siguió durante toda su vida. Comentan sus amigas, que ella quería ser monja, como sus maestras de Estepa, pero la verdad es que aunque pasó un tiempo de novicia de las Hermanas de la Cruz, nunca llegó a vestir los hábitos.
El hecho de ingresar tan pequeña en el internado marcaría su vida para siempre, durante su infancia, apenas vio a su madre y todo hace entender que las monjas de La Cruz, se convirtieron en su única familia, al menos hasta los 18 años cuando, de acuerdo con la orden religiosa, tuvo que abandonar el convento como interna. Tanto tiempo compartiendo vida religiosa despertó en ella la vocación de servir a Dios y así su deseo de convertirse como Sor Ángela, en una monja más de la congregación. Hay claros indicios, según nos cuenta una de sus amigas, que Galán, marchó a hacer el noviciado a Sevilla y que más tarde fue destinada a Osuna, donde pasó una breve estancia, pero probablemente la vida de interna fuera diferente de la vida real de una monja de la Cruz. Por motivos que no conocemos abandonó el noviciado, aunque no su vocación por la vida solidaria y servicial para con el prójimo.
A su regreso a Estepa, en los años cuarenta, se instaló en una vivienda propiedad de Dª Carlota, Marquesa de la Algaidilla, sita en la calle Cristo, justo en la esquina con la calle Antonio Álvarez, ahí vivió un tiempo y ahí instaló su primera guardería para niñas, ya que por su educación en un colegio femenino, solo admitía niñas en su escuela. Mientras, acudía diariamente al convento de las Hnas. De la Cruz a comer, y así lo estuvo haciendo hasta bien entrados los años setenta. También recuerdan algunas antiguas alumnas sus clases en la “camarita”, una dependencia en el propio convento que las monjas habilitaron para ella y donde enseñaba a leer y escribir a muchas niñas internas y otras de Estepa, sirviendo así de apoyo a la Escuela Nacional que ya se había instaurado en el convento. También nos comentan sus amigas, que María Galán de desplazaba a algunos domicilios para enseñar a leer y escribir a algunos niños de familias de Estepa.
Por aquel entonces, su estancia en la calle Cristo se vio alterada por las constantes visitas de las amistades de Dª Carlota, que dado el carácter conservador y recatado de María, chocaban con ella y ya no se encontraba cómoda en esa casa. Aconsejada por la familia Salas, con la que le unía gran amistad, por la cercanía del vecindario, María se compró una casa en el antiguo Barrio Perdío, donde instaló de nuevo su guardería, lugar que con el tiempo se convertiría en la por todos conocida “Escuela de María Galán”. La casa fue escriturada a su nombre el 4 de febrero de 1964. Como dato anecdótico, decir que el alcalde Rafael Machuca puso más tarde, el nombre de la calle Virgen de los Buenos Libros, donde estaba la escuela, en reconocimiento a la extensa labor pedagógica desarrollada en ese lugar.
Pocas fueron las familias de Estepa que no llevaron sus hijas a esta escuela, algunas recuerdan como cada mañana con su peseta en la mano, acudían a la casa de María, otras reconocen que tenía una forma de ser muy recta y eso, a veces, asustaba a las niñas, pero al final, todas acabaron con un buen recuerdo de su paso por la guardería.
María Galán, sin saberlo, ofrecía un servicio a muchas familias que trabajaban en el campo, en los mantecados, ocupándose de sus hijas durante la mañana, incluso por las tardes, sin cobrar un precio elevado, muchas veces, no cobraba más que la propia voluntad de la familia, cuando las condiciones económica eran más duras.
María, siempre estuvo muy interesada en conocer algo más de su origen, de su familia y de su apellido peculiar, y singular en Estepa. Así, cuenta su amiga Encarna Galindo, que cada tarde que pasaba en su casa de la calle San Antonio, cuando oía alguien hablar por la radio con apellido Galán, se preguntaba, “debería llamar a la radio y preguntar si este Galán es pariente mío”. Ese afán por conocer a sus familiares, le llevó incluso a escribir dos cartas al por entonces afamado torero “Antonio Galán”, el cual tras la insistencia de nuestra mujer, le contestó confirmando que su apellido era de una rama diferente de los Galán.
Ella solía contar que su madre le dijo de pequeña, que era melliza de un hermano que nunca conoció, que su padre, de nombre José, era de Antequera, de profesión latero, pero que nunca lo conoció. Sin duda, este desarraigo familiar marcó su forma de ser, tímida y a veces algo seria. Sin embargo, María encontró en sus amigas, la familia que nunca tuvo. Tenía una gran amistad con José Merinero y su esposa, con la familia Somet, con Encarna Galindo, y con otras familias cuyas hijas eran alumnas de su escuela. Pasaba muchas tardes en casa de Pepe Salas, como nos comenta Natalia Salas, “ella nos cuidaba a todos los hermanos y enseño a leer y escribir al personal que trabajaba en nuestra casa”
El destino le deparaba una serie de sorpresas, algunas positivas y otras no tanto. En la última etapa de su vida, conoció por fin a algunos familiares, no sabemos como, pero un primo suyo de Antequera vino a conocerla a su casa de Virgen de los Buenos Libros. Más tarde apareció un tío materno y poco después conoció a una prima suya de Málaga.
En el verano de 1982 y estando en casa de los Salas, María comentó a la familia que sentía un profundo dolor en el costado, una dolencia que fue a más y le fue diagnosticado un cáncer de páncreas. Cuentan que ”La Cambrila” la asistía en su casa en aquellos días de su enfermedad. Pero fue en la navidad de 1982, cuando su prima de Málaga decide llevarla al hospital Carlos Haya de esta ciudad, donde ingresó en urgencias y de donde no volvió a salir. María Galán moría a las 09:00 h de un 14 de enero de 1983, apenas 20 días después de salir de Estepa y por una parada cardíaca, según certificado de defunción. La persona representante de la familia que firma el certificado es un tal Manuel Ruiz Biedma, en calidad de conocido. No está confirmado, pero se cree que dada la precaria situación económica de su único familiar en Málaga, nadie pagó su entierro y fue ubicada en una fosa común del cementerio malagueño.
Un triste final para una persona humilde y pequeña físicamente, pero grande en valores, que con tesón consiguió hacerse un nombre con su guardería, como así lo confirman hoy día muchas de las que fueron las “Niñas de María Galán”.
Teniendo en cuenta la trayectoria de la vida de nuestro personaje, el Ayuntamiento de Estepa decide rendir homenaje a María Galán García, según acuerdo adoptado en sesión ordinaria del Pleno del día 28 de septiembre de 2001 por que se aprobaba Reglamento de Honores y Distinciones.
El artículo 6 del Capítulo II de este Reglamento de Honores y Distinciones del Ayuntamiento de Estepa contempla como acto de reconocimiento público, el descubrimiento de una placa que de nombre a una calle, plaza, paseo u otro tipo de monumento, verificándose con solemnidad en el acto público que se anunciará previamente.
El pasado jueves 11 de julio se materializó el acuerdo de pleno, por el que se aprobó dar el nombre de María Galán a la plaza de nueva creación que actualmente se encuentra en la calle Huerta Peña de la ciudad de Estepa, como homenaje y reconocimiento a la persona de María Galán García, vecina que fue de Estepa y cuya labor pedagógica quedó patente durante casi cuatro décadas entre las familias estepeñas.
Artículo realizado por
María Remedios Olmedo Borrego
Ver también:
-Se inaugura la plaza de María Galán (Ayto. de Estepa)
-Homenaje a María Galán (El periódico de los pueblos)