La existencia de clérigos o hermandades de clérigos viene de muy antiguo. En la ciudad de Sevilla, hacia 1261, el clero parroquial se reunió en el cabildo de beneficiados o clerecía para constituir así una cofradía llamada Universidad de clérigos, dirigida por uno de ellos, el cual recibía el nombre de abad mayor. Este tipo de cofradías fue frecuente tanto en Castilla como en Andalucía; casi todas ellas bajo la advocación de San Pedro “ad Vincula”.
No sabemos cuando tuvo lugar la fundación de la cofradía estepeña de los clérigos, aunque por los datos que conocemos parece ser que fue de las más antiguas. La primera noticia que tenemos acerca de su existencia se remonta a mediados del s. XVI, cuando estaban al frente de la misma, como sus abades, dos hermanos de la fundadora de la ermita de San Juan, Juana García de Almagro; dicha ermita se fundó en 1564.
Ya en el siglo XVII, concretamente el 28 de agosto de 1620, tenemos noticia de que la cofradía, siendo abad mayor de la misma el vicario don Alonso de Benjumea, concierta con el escultor sevillano Lázaro Pérez Castellanos la realización de la imagen sedente del Príncipe de los Apóstoles con precio de 1200 reales.
Del año 1634 es un pleito apelado en la chancillería de Granada por Francisco Romero, vecino de Estepa, contra el vicario y Andrés Méndez Canto sobre la elección del abad de esta cofradía.
El 28 de mayo de 1640, estando en el convento de Santa Clara de Jesús de la villa de Estepa, el abad mayor de la cofradía, licenciado don Andrés Méndez Canto, recibió de manos del marqués de Armuña, don Francisco Centurión, varias reliquias, entre las que se encontraban el cuerpo de San Luciano, mártir de Cerdeña, y una canilla de San Restituto, asimismo mártir de Cerdeña, para ponerlas con toda decencia en una capilla, dedicada a Jesús Nazareno, que en aquel momento estaba edificando la cofradía en la parroquial de San Sebastián, para que allí recibieran culto como correspondía. Al acto asistieron como testigos el tercer marqués de Estepa, don Adán Centurión, hermano de don Francisco, y sus otros dos hermanos, don Juan y don Diego Centurión; el alférez mayor del estado de Estepa, don Diego de Alburquerque; el alférez mayor de la villa de Estepa, don Francisco Chincoa; el vicario de Estepa, don Juan Martínez de Ordás; y el corregidor de la villa, don Rodrigo Arias de Guerrero.
También en este mismo siglo, concretamente en 1651, volvemos a tener constancia de las actuaciones de esta cofradía, ahora en relación con la promoción del juramento que la villa de Estepa hizo a la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora. El cabildo del ayuntamiento celebrado el 20 de febrero de 1651 se presentó una relación por “la hermandad del Señor San Pedro de esta villa, que se compone de todos los clérigos de orden sacro de ella” por la cual se quería votar el defender la limpieza y pureza de la Virgen, concebida sin pecado original; a dicha intención se sumó el cabildo secular. El 27 de mayo el III marqués de Estepa, D. Adán Centurión, concedió licencia al cabildo para efectuar el juramento. El juramento se realizó en la iglesia de Santa María el 21 de mayo, donde se juntaron todas las fuerzas vivas de la villa, y con ellas “la hermandad del señor San Pedro”, siendo su abad mayor Alonso de Rafadel y Córdoba.
La cofradía estaba formada por clérigos, que se juntaban en cabildo, con sede en la iglesia de Santa María, al frente de los cuales estaba un abad mayor: prácticamente se repite el mismo esquema que vimos al principio para el caso de Sevilla; también sabemos que a partir de entonces todos los miembros de la cofradía que fueran ingresando en ella debían hacer el voto concepcionista.
Una de las funciones que desempeñaba la cofradía, como casi todas ellas en general, era la asistencia de sus miembros al funeral de un hermano, portando el ataúd, y acompañando su “último viaje” con oraciones y cánticos, e incluso con hachas ardiendo durante los oficios. Este piadoso ejercicio de acompañamiento y honras fúnebres a los difuntos de la hermandad se seguirá realizando durante todo el s. XVII y buena parte del XVIII. Por unos autos del año 1703 conocemos que esta hermandad tenía desde al menos unos sesenta años antes el privilegio de realizar todos los entierros de los eclesiásticos. Por eso, no es de extrañar que las noticias que tenemos sobre la cofradía nos la proporcione el Libro 1º de Defunciones de la parroquia de Santa María, donde se anota los entierros de hermanos en 1654, 1668, 1671, 1691, 1708, 1737 y 1777. A finales de la década de los 80 del siglo XVIII empiezan a escasear las partidas donde aparezca citada la hermandad como participante en los entierros de hermanos; las últimas que encontramos son de 1787, 1788 y 1791. Parece que la hermandad pertenecía no sólo el clero de la villa sino también de otros pueblos del marquesado, como aparece en el entierro de un sacerdote en La Alameda en 1691. Además participaban en los entierros de los familiares de los clérigos.
La hermandad de San Pedro de sacerdotes continuaba existiendo en 1792, estando ese año al frente de la misma como su abad mayor el presbítero estepeño Juan Granado y con unos nuevos estatutos dictados por el vicario Pascual Fita. La hermandad se vería afectada por las disposiciones del Consejo que ordenaban la aprobación, tanto real como eclesiástica, de nuevos estatutos.
Con la entrada del s. XIX, será la Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento la que tomo el relevo en la realización de los entierros de sacerdotes. Otros sacerdotes dejaron disposiciones testamentarias acerca de cómo querían que fuese su funeral que recuerdan bastante a los entierros de la hermandad.
Con la entrada del s. XIX, será la Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento la que tomo el relevo en la realización de los entierros de sacerdotes. Otros sacerdotes dejaron disposiciones testamentarias acerca de cómo querían que fuese su funeral que recuerdan bastante a los entierros de la hermandad.
No volverá a aparecer la hermandad de San Pedro de venerables sacerdotes hasta mediados del siglo XIX, cuando un grupo de eclesiásticos solicita al vicario de Estepa que aprobase unos nuevos estatutos de la desaparecida hermandad de San Pedro, después de más de cuarenta años de su desaparición. La hermandad parece que fue restablecida no sólo por clérigos sino también por miembros, laicos en su mayoría, de la capilla de música dependiente de la Vicaría, como así atestigua el entierro de uno de sus componentes en 1848. Sin embargo, esta aparición será efímera: el 12 de octubre de 1859 es la última partida en que tenemos constancia que vuelva a citar la hermandad.
El 27 de marzo de 1883, desaparecida ya la Victoria, fue enterrado en el cementerio de la villa el presbítero D. Joaquín Téllez de la Torre, último teniente de Vicario, con entierro de 1º clase y sin participación de la hermandad, la cual, muy probablemente, para estas fechas ya habría desaparecido. No obstante, el semanario local El Eco de Estepa recoge en junio de 1889 los cultos al San Pedro in cathedra de la Iglesia de Santa María con sermón, misa y acompañamiento de la capilla de música, lo que muestra la devoción a la imagen aunque ya sin respaldo de la venerable hermandad de sacerdotes.
De su seno surgieron dos cofradías, ambas de penitencia: una fue la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de sacerdotes, y otra la cofradía de María Santísima de la Soledad, también de sacerdotes, ambas con sede en la parroquia de San Sebastián y suprimidas igualmente por el Consejo de Castilla a finales del siglo XVIII. En un documento de 1791 relativo a “la cofradía de María Santísima de la Soledad, de Señores Sacerdotes, sita en la parroquial del Sr. S. Sebastián de dicha villa” se dice lo siguiente:
“Esta devota cofradía se compone de 16 sacerdotes y sin otras constituciones que las de la hermandad llamada del Entierro de Cristo de señores seculares, a la que está agregada, y por lo mimo obligada está a enterrar solemnemente a cada uno de los 16 Señores Sacerdotes…”
Bibliografía:
-Una aproximación a los orígenes de la hermandad de San Pedro. Jorge Alberto Jordán Fernández. Lº Aniversario de la reorganización de la Hermandad de San Pedro, Estepa. 2003
-Hermandades, cofradías y otras corporaciones religiosas no penitenciales en la Estepa de la Modernidad. Jorge Alberto Jordán Fernández. Miscelánea Ostipense. Estudios sobre historia de Estepa. 2013
-A propósito de la escultura de San Pedro Sedente de
la Iglesia de Santa María. Jordán Fernández, JA. Boletín San Pedro, 2021.
-Noticia de la Hermandad de San Pedro de sacerdotes en
1792. Boletín de San Pedro, 2020.
-La efímera reinstauración de la Hermandad sacerdotal
de San Pedro (1848-1859). Jordán Fernández, JA. Boletín San Pedro, 2018.
-El elemento gremial en las cofradías estepeñas. Devociones de Estepa. 2018