Juan Pablo II Exhortación Apostólica, “Christifidelis laici”
Una nueva oportunidad me brinda la Hermandad del Dulce Nombre para a través de este humilde publicación ofrecer en la sencillez de estas líneas, el testimonio que nuestro ya querido Papa Juan Pablo II pedía a los fieles laicos, valentía y creatividad intelectual, ambas cosas en este pequeña reflexión he intentado expresar si bien es verdad más que valentía yo hablaría de osadía y más que creatividad intelectual yo destacaría la necesidad de reflexión sobre esta.
Comienzo con estas palabras ya que me propongo escribir unas líneas de unas de las imágenes menos conocidas de nuestra Semana Santa, o más propiamente de nuestras Cofradías, me refiero a la Imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia de esta nuestra querida Cofradía del Dulce Nombre, en el décimo aniversario de su salida pública a través del Vía Crucis del Miércoles de Ceniza.
Me centraré más en el apartado iconográfico que en el histórico ya que este merece un estudio más concienzudo.
La imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia es una talla realizada de madera policromada de tamaño natural, hecho este curioso ya que mayoritariamente este tipo de iconografía religiosa por otra parte muy popular como atestiguaremos más adelante, suelen ser por lo común de tamaño académico o más pequeño de lo natural, es el caso de la citada devoción en otras localidades, un buen ejemplo es el caso de Sevilla con la Hermandad de la Cena o localidades más cercanas a la nuestra y con mayores similitudes con nuestro caso, hablamos de Antequera, Archidona, etc., ciudades donde los ejemplos sobre este tipo de iconografía “Humildad y Paciencia” se refieren a imágenes de Cristo más pequeños, más del gusto conocido como “académico”.
Stmo. Cristo de la Humildad y Paciencia. Sevilla
En nuestra propia localidad ejemplos de similar iconografía y gusto, pueden ser las imágenes que posee la Hermandad de San Pedro, conocido en este caso como Cristo de las Penas, ubicado en la Iglesia del Carmen o con similar designación y propiedad de la citada cofradía del Martes Santo pero instalado en la Iglesia de la Asunción a la derecha del Altar de Ntra. Sra. de los Dolores, en dicho caso esa vieja y antigua escultura “de papelón”, la cual comparte aún más si cabe los rasgos iconográficos de nuestra imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia del Dulce Nombre, si bien difiere en esa característica la cual estoy haciendo hincapié, que no es otra que la de destacar el gusto por lo pequeño.
Cristo "de papelón". Iglesia de la Asunción.
Stmo. Cristo de las Penas. Iglesia del Carmen.
Destacable por tanto esta primera observación de volumen acentuada en nuestra imagen representación más naturalista y real, el caso es, y de ahí esta larga puntualización es que nuestro Cristo de la Humildad y Paciencia de la Hermandad Dulce Nombre, además de haber sido confeccionado para la reflexión devocional, tiene unas notables características propias para buscar algún tipo de reconocimiento artístico.
Desgraciadamente y de ahí este primer punto de reflexión son escasos por no decir nulos los estudios realizados sobre el autor de esta bella imagen, al menos digámoslo para que generaciones futuras hagan esfuerzos y estudien la figura de este maestro escultor antequerano llamado Diego Márquez y de la Vega (1724-1791), el cual tan larga y amplia obra tiene en nuestra localidad.
Pero centrémonos en la representación iconográfica del Cristo de la Humildad y Paciencia tan desconocida para muchos de nosotros, según diferentes estudios teológicos, se da la opinión de que esta imagen bajo este título de Humildad y Paciencia, representa a Jesús en el Gólgota sentado en una piedra esperando con resignación para ser crucificado, y espera con paciencia la llegada de la hora de su muerte. Buscando imágenes similares reafirmamos esta teoría con uno de los ejemplos más claro, el Cristo de la Humildad y Paciencia de la cofradía sevillana de la Cena, el Cristo responde a esta iconografía, incluso el profesor Jesús M. Palomero nos comenta como en el libro “Glorias religiosas de Sevilla” (1882) de José Bermejo como el paso se representaba con dos sayones, la cruz tendida en el suelo y otro sayón realizando el hoyo para la exaltación de la cruz.
Para otros la representación de la iconografía del Cristo de la Humildad y Paciencia tiene su origen en la Edad Media, pero no será hasta la era renacentista cuando tenga su máximo apogeo. La mayor difusión se hace a través de los grabados del alemán Alberto Durero (“La Gran Pasión” y “La pequeña Pasión”) (1510-11), y en este caso el momento sería un poco antes del pasaje del Gólgota y ese momento de reflexión, de “Humildad y Paciencia” sería en palacio de Pilatos, muchos y pretendidos misterios podrían salir de tan bella imagen.
Ecce Homo. Alberto Durero
Pero quizás sea más interesante ver este otro aspecto que une más la escultura con la fe pues en estos años surgen las teorías humanistas de Erasmo de Rótterdam en las cuales el hombre es el centro del mundo y no Dios, así que esta imagen de Cristo es muy importante para ellos ya que es la representación de un hombre ultrajado, no es un Dios, poderoso y prepotente sino un Dios que sufre pero que se resigna, que tiene paciencia y perdona.
Otra representación humanista es la del Cristo paciente como el Dios clásico Saturno, que también es un tema más recurrente de los renacentistas las referencias al mundo grecolatino, dejemos para otro artículo la representación de nuestra imagen.
Lo cierto es que en los siglos XVII y XVIII este tipo de representaciones tienen una gran expresión en toda España sobre todo en Andalucía, Canarias y de estas regiones pasa a Latino América.
Se suele representar sentado en una piedra del monte Gólgota con la mano en la mejilla pensativo, melancólico. Alguna vez se suele poner las vestiduras a sus pies, o bien sentado en una fría y dura piedra cerca de la columna de los azotes.
La imagen que tiene la Cofradía del Dulce Nombre de Estepa está dentro del estilo barroco andaluz de mediados del s. XVIII. Tiene ese toque realista, típico del barroco, en la ligera torsión de su pierna derecha y suave adelantamiento de su espalda. Su rostro no nos demuestra sufrimiento excesivo, aunque sí de abatimiento.
El toque más realista y más barroco es la policromía, y sobre todo en sus espaldas donde la justa cantidad de sangre nos demuestra la dureza de su pasión, pero con suavidad sin fealdad ni miedo.
El Cristo llevaba una serie de postizos que le daban más teatralidad, en su espalda nos referimos a unas adiposidades de cuero hoy perdidas en una desafortunada restauración que a unidas las llagas de las heridas proporcionaban ese mayor realismo y movimiento de la escultura.
En definitiva en esta imagen, el sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre, y a la siempre dura conexión de éste, al hombre, y a su superación a través de Dios.
D. Moisés Caballero Páez
Boletín Blanca y Colorá 2010