14/3/13

AYER Y HOY DE LA SEMANA SANTA EN ESTEPA

Si comparamos la Semana Santa actual y la de siglos pasados, podemos darnos perfecta cuenta de qué es lo que permanece y qué es lo que se ha perdido o sencillamente ha evolucionado hacia formas más complejas. En Estepa el fenómeno devocional ha permanecido inalterable desde aquellos tiempos pretéritos hasta nuestros días, si bien con altibajos a lo largo de la Historia, y en la actualidad permanece viva esa llama de fervor popular con numerosas procesiones que a lo largo del año se enseñorean por nuestras calles, siendo la Semana Santa la fiesta más trascendental para el estepeño. Sin embargo, si bien el fervor de los creyentes sigue siendo el mismo, el transcurrir del tiempo es inexorable y en lo que se refiere a la expresión artística y estética de las procesiones actuales poco tienen que ver con la del pasado; repetidas crisis, extinciones y refundaciones, con la consiguiente pérdida de su patrimonio material, las obligaban a comenzar prácticamente de cero en sucesivas coyunturas.


Pero sobre todo ha sido determinante para este cambio el proceso de “sevillanización” que se viene produciendo desde la segunda mitad del siglo XX, y que ha provocado que en algunos aspectos haya una pérdida de identidad del sentir cofrade estepeño. Entre otros pormenores, destaca en primer lugar el cambio de los pasos de andas o parihuelas por el de costaleros, principal seña de identidad de la Semana Santa hispalense, no sólo el modo de llevarlo, sino la propia estética de los pasos, que imitan estilos artísticos del pasado como el gótico, valga como muestra el paso del Calvario, pero es el neobarroco el gran triunfador. Las efigies talladas por los imagineros sevillanos de posguerra como Lastrucci, Ortega Bru, Buiza… persiguen la estética impuesta durante el Barroco secentista. Esta evidencia no afecta únicamente a Estepa, los modelos sevillanos también se han infiltrado en numerosos lugares de la Andalucía occidental. A partir de ahí, se suma todo lo que compone el cortejo de las procesiones sevillanas, indumentarias de los nazarenos, insignias, bandas de música, las propias marchas que estas tocan, etc. Por fortuna, aún conservamos las mismas imágenes que ya procesionaban durante los siglos XVI, XVII y XVIII y que constituyen lo más valioso del patrimonio de nuestras cofradías y hermandades. Es más, algunas de las flamantes hermandades fundadas hacia los años 50-60 de la centuria anterior, acogieron como titulares tallas de aquellos tiempos, como son los casos de las hermandades de las Angustias y de los Estudiantes.

Pero no todo se ha perdido pues, felizmente, atesoramos algunos elementos que otorgan a la Semana Santa de Estepa una peculiar idiosincrasia. Hablamos en primer lugar de los demandantes, vulgo “pediores”, tres parejas de hombres que con unas pequeñas tazas de plata o borlones antiguos (talegas, bolsas), recorren el pueblo de punta a punta pidiendo la voluntad para la hermandad o cofradía. Constituyen uno de esos elementos etnográficos a preservar de esta Semana Santa, pues ya se practicaba en siglos posteriores por las hermandades, labor que realizaban incluso por los pueblos de los alrededores, preferentemente en especie. Por ejemplo, la Cofradía de la Asunción que tenía a su cargo el Hospital homónimo, recogía grano, aceite, tocino y lana, en las cuatro estaciones del año.

(Foto: Demandantes de la Hdad. de Jesús Nazareno)

También singulares son otros personajes típicos de nuestra Semana Mayor, conocidos como los “Pachones”, niños nazarenos que vestidos de nazarenos, en vez del típico capillo para el capirote, lucen un tocado a la manera egipcia o nemes. Desde muy temprano recorren el pueblo de un lado para otro anunciando el recorrido de la hermandad del día, tañendo unas veteranas campanas y por la tarde durante el desfile son ellos lo que al inicio, junto a la Cruz de Guía, marcan el paso de la procesión. Su origen se remonta al primer tercio del siglo XX, cuando cada nazareno se vestía como podía, con o sin capirote; algunos nazarenos llevaban los paños cayéndole por los hombros, por lo que el vulgo comenzó a llamarle pachones al recordarle las largas orejas de esa raza perruna. Actualmente, tan sólo la Hermandad de San Pedro conserva esta simpática tradición y sería deseable que otras confraternidades que la han perdido, hicieran un esfuerzo para intentar recuperarla.

Por último, resulta muy atractivo en Estepa contemplar misterios que trascienden de la Pasión misma de Jesús, hablamos en este caso de dos representaciones sin parangón dentro de la Semana Santa nacional, los misterios de San Pedro en sus Lágrimas de arrepentimiento y el misterio del Dulce Nombre de Jesús en su conversación con los doctores en el Templo. En otros lugares sí sacan en procesión Niños de Dios, pero ninguna representa el pasaje citado por San Lucas (Lc. 2, 46-48). En cuanto a San Pedro, es más original aún, a pesar de que representa unos de los episodios de la Pasión de Cristo más divulgados por los artistas en otros tiempos, como en los capiteles románicos. En Sevilla sí existía una Cofradía de las Lágrimas de San Pedro durante la primera mitad del siglo XVIII, pero de muy escasos recursos, saliendo en procesión con una imagen del Apóstol unos años sí y otros no, ya que dependía su existencia de la agregación a otra u otras cofradías hasta que en pocos años se extinguió.


Las de Estepa son representaciones que remontan sus orígenes y significados a la Contrarreforma y todo lo que Trento significó para la Iglesia Católica, y que aún mantienen ese viejo sabor a antiguo. Al visitante que contempla por primera ves algunos de estos pasos les sorprende, le choca, que estos pasajes se representen, pero al final, después de observarlos en cualquier calle o esquina, sabrá comprender el peso y el valor que la Semana Santa tiene para el pueblo de Estepa.

Bibliografía:

La Hermandad de San Pedro en la Semana Santa del Barroco. José Javier Mateos Llamas.
Lº Aniversario de la reorganización de la Hermandad de San Pedro, Estepa. 2003

Nota: La Hermandad del Dulce Nombre ha recuperado recientemente la tradición de los 'pachones' en la mañana del Miércoles Santo.

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