29/6/12

LA IGLESIA DE LA VICTORIA Y LA HERMANDAD DE LA SOLEDAD

(Grabado antiguo de la Virgen de la Soldedad del Convento de la Victoria de Madrid)

En el convento mínimo de la Victoria se erigió a finales del siglo XVI la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y en 1654 la Hermandad del Entierro de Nuestro Redentor Jesucristo. Ambas corporaciones a pesar de tener orígenes diferentes han estado muy relacionadas desde antiguo, entre otras cosas, por pertenecer ambas al mismo convento de Nuestra Señora de la Victoria. La hermandad del Santo Entierro de Cristo sólo podía tener cuarenta penitentes y salía el Viernes Santo por la tarde. La hermandad tenía como finalidad acompañar a los hermanos difuntos y costearle la misa de corpore insepulto así como el entierro.

La documentación más antigua, que conocemos hoy día, referente a la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad es un pleito de 1598 en el que se litiga por el orden de las insignias en una celebración eucarística. De 1603 se conserva otro documento de la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad en el que se indican diferentes trámites llevados a cabo por la cofradía. En 1623 aparece de nuevo la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad colaborando con los gastos de las fiestas del Corpus junto con otras hermandades. De 1668 hay un pleito en el que se llama al orden a algunos miembros de la hermandad que llaman de Pastores por parte del Sr. Vicario, nos indica el manuscrito que esta hermandad estaba agregada a la cofradía de la Soledad, desconocemos con exactitud de que corporación se puede tratar aunque pensamos que quizás sea la del Santo Entierro de Cristo por su estrecha vinculación con la de la Soledad.

En 1711, los padres mínimos del Convento de la Victoria y ambas hermandades firman un protocolo de colaboración por los que las dos hermandades, podían usar los enseres del convento. Las relaciones entre los padres mínimos y las hermandades eran tan buenas, que los religiosos permitieron hacer una capilla dentro del convento para ambas. En 1741, se firma un convenio entre los hermanos mayores de cada hermandad, este convenio se centra en la realización conjunta de la estación de penitencia y las obligaciones y compromiso por parte de ambas. En 1744 la cofradía del Santo Entierro de Cristo y Ntra. Sra. de la Soledad, se erigían como una sola hermandad y se mudarían a la iglesia parroquial de San Sebastián donde debido al patronazgo de los marqueses de Estepa hacia esta hermnadad donaran una capilla, siendo hermana honoraria la excelentísima marquesa de Estepa. El primer Hermano Mayor que se conoce fue Don Juan de Aguila en 1760.

A pesar de que su fundación tuvo lugar en el desaparecido convento de los Mínimos de Estepa, en la segunda mitad del siglo XVIII fueron muchos los conflictos entre los frailes y los cofrades de esta hermandad, lo que determinó que estos últimos abandonaran definitivamente la Iglesia de la Victoria para trasladarse a la Parroquia de San Sebastián en el siglo XVIII, contando con el beneplácito de los Marqueses de Estepa.



Entre las devociones que la Orden de los mínimos difundió en sus templos destaca la Virgen de la Victoria y la representación pasionista de la Virgen de la Soledad.

La vinculación de la Orden de los mínimos con la Virgen de la Soledad se remonta a 1560, cuando Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, llegó a España siendo aún una adolescente y trajo consigo un cuadro grande para su Capilla, representando a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor. Cuando más suelta estaba en la lengua castellana y conforme al deseo del Rey, su marido, cambió el confesor francés que había traído, por confesor español, escogido de la orden religiosa de los mínimos de San Francisco de Paula y su Camarera Mayor, la muy piadosa Condesa de Ureña, recomendó para tal fin a un fraile, muy piadoso también, Fray Diego de Valbuena, toledano, al que por orden del Rey se le permitió libre entrada en Palacio.

Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II

El Padre Valbuena, por su sincera humildad y timidez en pedir influencias, acabó ganándose la admiración de los Reyes, que haciendo una excepción a decretos facilitaron un solar cerca de la Puerta del Sol, extramuros entonces de Madrid, donde se levantó el Convento de la Victoria de los mínimos.

Los mínimos eran devotos de los Dolores de María y Fray Simón Ruiz, que acompañaba a Palacio a Fray Valbuena y era experto en pinceles, ya tenía puestos los ojos en el cuadro francés de Dª Isabel, comprometiendo al confesor a que se lo pidiera para el altar mayor de la nueva iglesia. Pero los frailes decidieron copiar la imagen pero no en lienzo sino en escultura, encargando a Gaspar Becerra llevar a cabo esta labor.

Virgen de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid, realizada por Gaspar Becerra y destruida en 1936.

A la Condesa de Ureña , ya involucrada en el proyecto, se le ocurrió la idea de cubrir a la Virgen con ropas idénticas a las que vestían las damas castellana al enviudar, y dio sus propios trajes para este menester. Desde entonces hasta hoy se presenta a la Virgen de la Soledad de negro y blanco. Nació también aquí la costumbre entre las damas de la nobleza, e incluso reales, de donar sus vestiduras para las imágenes.

Doña María de Austria, vestida de luto

La Virgen de la Soledad era en Madrid en los siglos XVII y XVIII la más popular de las devociones y la protección real hizo que la devoción de la Virgen de la Soledad se extendiera por todo el imperio español, realizándose numerosas copias de la imagen de Gaspar Becerra en talla y lienzo. Una de estas imágenes de mayor devoción en la actualidad es el lienzo de la Virgen de la Soledad de la Paloma o Virgen de la Paloma, que toma el nombre de la calle en donde se encontraba y en torno a la cual se celebra la popular verbena.

Virgen de la Soledad de La Paloma, Madrid




Los frailes mínimos también extendieron está devoción a la Virgen de la Soledad en sus conventos e iglesias, celebrándose cultos durante la semana de Pasión y surgiendo cofradías y hermandades en torno a la imagen. Ya en el siglo XVIII el número de estas hermandades bajo la advocación de la Soledad aumenta, siendo unas de “socorro” por atender a sus miembros en los últimos momentos de su vida, y otras de “rosarios cantados” para realizar cultos. Ante el surgimiento de estas hermandades, los Mínimos comenzaron una gran cantidad de pleitos contra estas cofradías bajo la advocación de Nuestra Señora de la Soledad ya que pretendían monopolizar esta advocación y los cultos, obligando en numerosas ocasiones a cambiar de nombre. Muchos de estos recursos se resuelven con la salida de las cofradías de los conventos para ganar mayor independencia. Este había sido el caso de la Cofradía del Santísimo Cristo de las Injurias y Nuestra Señora de la Soledad en 1692 o de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad de la Parroquia de San Ildefonso de Madrid a la que obligaron a cambiar de nombre.

Otros ejemplos de la vinculación de las Hermandades de la Soledad y los conventos de los padres mínimos son la hermandad de la Soledad de Madrid, Arganda, el Puerto de Santa María, Andújar, Murcia, Jerez de la Frontera, etc.

(Virgen de la Soledad de El Puerto de Santa María)

(Virgen de la Soledad de Arganda)

Las Hermandades de la Soledad solían poseer como titular un yacente con brazos articulados con los que celebrar la ceremonia del Descendimiento, un rito que era practicado las mañanas del Viernes Santo. Unos hombres representaban a Nicodemus y José de Arimatea, que iban desclavando a Jesús mientras un sacerdote realizaba un Vía-Crucis. A lo largo del año, el Cristo permanecía clavado en la cruz hasta este día, en el que tras la ceremonia citada antes, el Señor pasaba a ser depositado en una urna hasta después de la Pascua como yacente. Después de ser depositado en una urna, por la tarde se organizaba con gran solemnidad y recogimiento la procesión del Santo Entierro.


La imagen del Redentor de la Hermandad de la Soledad de Estepa data del siglo XVI. Tiene los brazos articulados a la altura de los hombros, señal evidente de haber practicado con ella la Crucifixión, Descendimiento y Entierro, como era costumbre muy antigua en las representaciones sacras celebradas en las iglesias y conventos durante la Semana Santa. En su espalda poseía un hueco donde posiblemente se guardarían originariamente documentos. Se estima que la ceremonia del Descendimiento y Entierro duró hasta mediados del siglo XVIII y por eso la imagen pudo venerarse como Cristo Crucificado, como Yacente en el regazo de la Virgen o en el Santo Sepulcro. La urna que contiene hoy esta imagen es de mediados del siglo XVIII y sobresale por su riqueza en labrado y dorado, rematada por un pelícano. Por otro lado, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Estepa data también del siglo XVI, es de vestir y destaca sus rasgos arcaizantes. Ambas imágenes se realizaron para la Iglesia del Convento de la Victoria de Estepa y algunas teorías sostienen su procedencia italiana por la vinculación de los Marqueses de Estepa, de origen genovés, y los frailes mínimos del convento estepeño.




Artículo relacionado:
-Sobre la iconografía de María en su Soledad. MA Castellano Pavón. La Hornacina. 2018

SAN FRANCISCO DE PAULA Y LOS MARQUESES DE LOS SOIDOS Y FRÓMISTA.

En la segunda mitad del siglo XIX la familia noble de los Marqueses de los Soidos y Frómista, también conocidos como los Sánchez - Pleitez, levantan una casa palaciega en Estepa y deciden construir una capilla-mausoleo en la Iglesia de los Remedios.

La capilla fue diseñada para custodiar el Santísimo Sacramento y con esta temática se decoraron la cúpula y el tambor con pinturas del siglo XIX y angelotes. El altar fue realizado en estilo neoclásico y albergaba una Dolorosa, mientras que en el exterior la cúpula fue cubierta por azulejos vidriados de un intenso color celeste. En el paramento exterior de dicha capilla, que mira al norte, se talló en piedra el escudo de los Marqueses de los Soidos y Frómista, y se abrieron varios nichos en el primer cuerpo de la capilla destinados a la familia de los marqueses. Pero los marqueses también quisieron dejar constancia de sus principales devociones en la capilla, y así abrieron hornacinas en la capilla para San José y San Francisco de Paula mientras que en el ángulo exterior de la cúpula se levantaron sendas esculturas en piedra de San José y San Francisco de Paula.



Los marqueses también eran dueños del Cortijo de la Algaidilla donde dedicaron su capilla a San Francisco de Paula. Las capillas de los cortijos atendían a las necesidades espirituales de la numerosa mano de obra jornalera y se situaban en las fachadas y próximos a los señoríos. De ahí que las capillas eran a un tiempo abiertas y cerradas, públicas y privadas.


28/6/12

LA IGLESIA DE LA VICTORIA: NTRA. SRA. DE LA VICTORIA


Los frailes mínimos de San Francisco de Paula difundieron a través de sus conventos el culto a Santa María de la Victoria, una representación mariana vinculada a la conquista de Málaga por los Reyes Católicos. En sus retablos mayores o colaterales ubicaron la Virgen de la Victoria que era un simulacro o reproducción de la imagen original que recibía culto en al iglesia malagueña de la Orden, el primer convento fundado en España.

Según la tradición, la imagen de la Virgen de la Victoria, venerada por la Orden de San Francisco en España, tiene su origen en el sueño o aparición de la Virgen con el niño que tuvo el rey Fernando V de Aragón el Católico durante el cerco a Málaga. Las tropas cristianas llegaron a la ciudad en el mes de mayo de 1487 con la convicción de que los ciudadanos de la capital, como había sucedido en la población de Vélez-Málaga, no plantarían resistencia. El asedio se prolongó varios meses, sufriendo los conquistadores los estragos del calor y el agotamiento del duro clima estival, al que se sumo la presencia de focos infecciosos o epidémicos que desmoralizó el ánimo de los soldados. En esta situación de decaimiento, el rey comunicó a la reina, que permanecía en Córdoba, la situación de la tropa y las dificultades que encontraba para conseguir la conquista de Málaga. La reina y el arzobispo-cardenal decidieron incorporarse al cerco para elevar la moral de los cargos militares y de los agotados soldados.

En aquel ambiente sucedió la visión espiritual o aparición en sueño que tuvo el rey: la Virgen sedente con el Niño sentado sobre su pierna le daba ánimos y esperanza para culminar la empresa bélica contra el infiel. La madre llevaba en su mano derecha la palma de la victoria (convertida en cetro con forma de palma en la imagen titular) y ambos (María y Jesús niño) iban coronados como rey y reina de los cielos. La Virgen aconsejó al monarca que no abandonara y que la llegada de unos monjes al campamento sería el anuncio de la victoria cristiana.

Otras versiones del sueño o aparición sitúan a los pies de la Virgen a un hombre anciano que intercedía por el final triunfante de la campaña militar de los reyes cristianos. Aquella persona era el religioso Francisco de Paula, fundador de la Orden que lleva su nombre y futuro santo que, entonces, vivía en Francia.

Continúa la leyenda confirmando la presencia de unos frailes mínimos de la Orden de San Francisco de Paula que infundieron esperanza al rey en nombre de su fundador para que continuara la recuperación del territorio de los musulmanes. No transcurrieron demasiados días, cuando las tropas cristianas consiguieron la conquista de Málaga. Los reyes permanecieron en la ciudad malagueña durante un mes, volviendo a Córdoba en septiembre.

La llegada de los frailes mínimos al cerco de Málaga, anónimo del siglo XVIII, óleo sobre lienzo, Iglesia de Santo Domingo y San Francisco de Paula, Lucena (Córdoba)

La llegada de los frailes mínimos al cerco de Málaga, relieve atribuido a Jerónimo Gómez. Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, Málaga.

Con motivo de aquel acontecimiento, los monarcas decidieron que una de las imágenes que donaron a la ciudad de Málaga se titulara Santa María de la Victoria y recibiera culto en una ermita, que se construyó en el lugar donde el rey había tenido su campamento. Dos años después, la ermita con su imagen titular será entregada a los frailes mínimos.

La iconografía de la Virgen de la Victoria responde a una representación medieval de la Madre con su Hijo con el simbolismo de María como Trono de Dios. La Virgen de la Victoria porta una palma-cetro y está sentada, como trono de Dios o tipo Theotocos, con Jesús niño sentado en su regazo, bendiciendo y portando un pájaro. La Madre lleva los brazos extendidos, portando la palma de plata dorada (a modo de cetro) en la mano derecha, mientras con la izquierda protege al Niño y sostiene un pájaro de plata dorada. La Virgen de la Victoria cubre ligeramente su cabeza con un velo, lleva túnica con escote recto, que deja ver el cuello y parte del pecho, y su manto cae desde los hombros, envolviendo solo su pierna izquierda, donde está sentado el Niño.

Santa María de la Victoria, anónimo hispano-flamenco del siglo XV, atribuido a Jorge Fernández el Alemán. Santuario de Nuestra Señora de la Victoria, Málaga.

La difusión de la iconografía grabada no se produciría hasta mediados del siglo XVII con la representación de fray Ignacio de Cárdenas, fraile de la Orden de San Francisco de Córdoba y profesor de teología en Córdoba, 1657.

Santa María de la Victoria, 1657, fray Ignacio de Cárdenas, grabado

La escultura gótica fue objeto de la moda, surgida en la segunda mitad del siglo XVI, de vestir las imágenes con indumentaria a imitación de los gustos cortesanos, ya fuera con trajes de color claro y dorado para las advocaciones de gloria o con hábito y manto de luto para las representaciones pasionistas de María.

A partir de la imagen malagueña, se hicieron versiones de talla completa en el siglo XVI (Triana-Sevilla), desde el siglo XVII, se realizaron de talla con telas encoladas (Morón de la Frontera y Osuna) o de candelero para vestir con tejido natural. Desde comienzos del siglo XVII, las imágenes de talla completa fueron cubiertas con vestidos, ocultándose durante siglos la realidad artística de la escultura.

Nuestra Sra. de la Victoria, anónimo sevillano del siglo XVI, Iglesia de Santa Ana (Triana-Sevilla)

Virgen de la Victoria, anónima reformada en el siglo XVIII, Iglesia de la Victoria, Morón de la Frontera, Sevilla.

Virgen de la Victoria, siglo XVIII, atribuida a Francisco Camacho de Mendoza, Iglesia de la Victoria, Alcalá de los Gazules, Cádiz.

Virgen de la Victoria, anónima, Melilla.

Virgen de la Victoria de Málaga, revestida.

En la exaltación devocional de Santa María de la Victoria participaron cuatro elementos básicos, comunes a otras advocaciones marianas: la escultura-imagen, el contexto arquitectónico (retablo), su espacio vital (hornacina o camarín) y la función procesional. La dimensión alcanzada por el cuarto elemento dependía de cada ciudad.

En el siglo XIX, cuando las iglesias de los frailes mínimos se desamortizan y se convierten en iglesias parroquiales o de ayuda de la parroquia más cercana, comienza una fase de cambio en las devociones que repercutió en la principal imagen mariana de los mínimos. La imagen de Nuestra Señora de la Victoria se conserva en las iglesias de Málaga, Morón de la Frontera, Osuna y Écija, en esta ultima ciudad situada en el ático del retablo. Sin embargo, la talla se ha perdido en las iglesias de Lucena, Puente Genil, El Arahal, Vera o Estepa.

Por otro lado, en algunas iglesias se conserva una versión de la Virgen que no corresponde con la versión de Theotocos que se observa en las iglesias de los frailes mínimos, sino más bien de Madre Odegetría, representación de la Virgen en pie. José Luis Romero Torres sostiene que esta imagen podía corresponder a la antigua titular de la ermita sobre la que la Orden de San Francisco fundó su convento; así sería en la imagen de piedra de la Virgen de Cuteclara del exterior del convento de Córdoba, o en Estepa donde la Virgen de piedra de la portada está de pie representaría a la antigua titular la Virgen de los Ángeles. La imagen de la Virgen de la Victoria como Madre Odegetría también se puede considerar como una interpretación libre de la iconografía difundida por los padres mínimos.


Esta última consideración sobre la iconografía de la Virgen de pie nos plantea la duda si la imagen tallada en madera de la Virgen de la Victoria del convento de Estepa sería como Madre Theotocos, como la Virgen malagueña, o más bien como Madre Odegetría, como la imagen de piedra de la portada. En los inventarios de la iglesia de 1838 se nos dice que la imagen era de bulto, “el Mayor con la efigie de nuestra Señora de la Victoria, de bulto, colocada en su camarín” aunque se revestiría según las modas de los siglos. Sobre la imagen del Niño Jesús aparece en un inventario “2 Niños Jesús, uno vestido que se le pone a la Virgen de la Victoria, el otro desnudo que sirve para el Beato Nicolás”, por lo que suponemos que podría estar tallado vestido o revestido. La imagen ocupaba la calle central del retablo mayor de la iglesia y estaría en su hornacina, aunque en el anterior inventario se comenta un camarín. Sin embargo, también se cita un camarín para otras imágenes de la iglesia como la de Ntra. Sra. de los Dolores, que ocupaba una hornacina. El único camarín que se construyó en la iglesia fue dedicado al fundador de la Orden, San Francisco de Paula.

José Luis Romero Torres mantiene que la titular de Estepa era una imagen de candelero y “pasó a un particular que la transformó en otra advocación, únicamente con vestirla y aderezarla con otros objetos simbólicos o atributos iconográficos.” Por otra parte, el P. A. Recio Veganzones apunta que la antigua imagen de la Victoria se conserva en un oratorio interno de la clausura del convento de las Hermanas de la Cruz de Estepa.

Aunque desconocemos si esta imagen corresponde con la Virgen de la Victoria de Estepa, se conserva una fotografía del retablo mayor de la Iglesia donde se puede intuir la titular.


Desde 1487, Nuestra Señora de la Victoria ha sido centro de una importante devoción popular difundida por los frailes mínimos en sus conventos desde su llegada a la ciudad de Málaga hasta las desamortizaciones del siglo XIX.

Fuentes consultadas
-Actas de las III Jornadas sobre Historia de Estepa. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 1999.
-Memorial Ostipense, de Antonio Aguilar y Cano, 1975. Reedición.
-La antigua Ostippo y actual Estepa, de Padre Alejandro del Barco. Reedición de A. Recio Veganzones. Ed. Iltmo. Ayto. de Estepa, 1994.
-Catálogo de la Exposición Iglesia de la Victoria. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 2002
-Iconografía de la Virgen de la Victoria en Andalucía. De la escultura religiosa a la imagen devocional. José Luis Romero Torres.

LA IGLESIA DE LA VICTORIA: LA PORTADA


La portada de la Victoria es de piedra cipia (clase marmórea local, que en italiano se llama “cipollino”) del país. Obedece a las reglas de construcción de orden compuesto; es sencilla pero de exquisito gusto y armoniosas proporciones.

La portada está dedicada a la Virgen de la Victoria o del triunfo. Su imponente figura, mútila, en parte, muestra su mano derecha, inclinada para mostrarnos su cetro de Reina, mientras sujeta al Hijo de Dios, en su costado, ocupando triunfalísticamente ambos, una artística hornacina, clásica en su exterior lineal y en la curvatura de su arco interno, adornada con la venera de almeja. Todo ello va rematando la parte superior del mismo, con simbólica corona finamente entretejida, a la vez que su plinto descansa apoteósicamente sobre el centro que dejan libre las dos volutas de la cornisa truncada, que apoyan sobre los cuatro capiteles, semiabinados, para dar más esbeltez a todo el arco. El vano de la portada es de medio punto entre cuatro columnas corintias de fustes lisos decorados con grutescos en su tercio inferior.

Los cuatro capiteles compuestos, elaborados con perfección en sus volutas y caulículos, en asociada combinación y estilo, dan a la fachada la consistencia del porticado de un arco de triunfo, formando su clave el escudo coronado de la Orden de Mínimos, con lema eucarístico y cristológico que definen los dos amores de su fundador. Por eso, a ambos lados de las enjutas del arco de entrada a la basílica, van custodiando, a su derecha la imagen de San Francisco de Paula, y a su izquierda la personificación de la Eucaristía, simbolizada en una figura sacerdotal femenina, ataviada de mitra, estola, calzado y elegante capa fluvial.

Fuentes consultadas
-Actas de las III Jornadas sobre Historia de Estepa. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 1999.
-Memorial Ostipense, de Antonio Aguilar y Cano, 1975. Reedición.
-La antigua Ostippo y actual Estepa, de Padre Alejandro del Barco. Reedición de A. Recio Veganzones. Ed. Iltmo. Ayto. de Estepa, 1994.
-Catálogo de la Exposición Iglesia de la Victoria. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 2002

26/6/12

LA IGLESIA DE LA VICTORIA: PINTURAS

La decoración pictórica de la desaparecida iglesia de la Victoria que se ha conservado hasta nuestros días, corresponde a un programa iconográfico claro, que pretendía mostrar a los fieles la figura del santo fundador de su Orden. Todas estas obras son fruto de un momento de renovación estética que afectará a todos los edificios religiosos y que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XVIII. Las obras pictóricas de la iglesia se relacionan con talleres sevillanos cercanos al círculo de Juan de Espinal.

La serie dedicada al fundador de la Orden contaba con doce cuadros, de los que hemos localizado once, repartidos por las iglesias de San Sebastián, el Carmen y Santa María de Gracia. Fueron realizadas en el siglo XVIII y debían ocupar en la parte alta de los muros de la iglesia.

1. San Francisco de Paula con la Virgen y el Niño (óleo sobre lienzo, s. XVIII, Iglesia de San Sebastián): Esta escena representa la protección y el amparo por parte de la Virgen María a esta Orden. Consideramos esta intercesión como una ratificación del emblema de dicha Orden, que debía ser la máxima que rigiese la vida espiritual y material de la congregación de los Padres Mínimos. Está dividido dialógicamente en dos partes: una terrenal, con San Francisco de Paula arrodillado; y una celestial en la que aparece, sobre una nube, la Virgen con el Niño, rodeados por una corte de ángeles. A esta parte de la escena se le ha dado un colorido más claro y luminoso que contrasta con la parte terrenal de tonos más oscuros y terrosos.



2. San Francisco de Paula y el legado pontificio (óleo sobre lienzo, siglo XVIII, Iglesia de San Sebastián): la fama de santidad del ermitaño de Paula llegó a oídos del papa Pablo II, que decidió enviar a un representante suyo para que hiciera indagaciones. El encuentro con el ermitaño fue para el enviado pontificio una gran experiencia de fe, ya que por la tradición sabemos que el enviado pontificio, de vuelta a Roma, le refirió a Pablo II que se había encontrado con un ermitaño santo, pobre y penitente, que obraba prodigios, y que su movimiento eremítico era sólo obra de Dios. Este enviado se convirtió en discípulo de Francisco. Esta escena está organizada en dos grupos enfrentados: el grupo del santo calabrés y los frailes de su congregación a la derecha y el enviado pontificio y su séquito a la izquierda. La calidad de enviado del Papa de este personaje viene revelada tanto por su atuendo, como por la presencia, también en rompimiento de gloria, de la tiara papal. A diferencia del resto de los personajes, este va a dirigir su mirada hacia el espectador.



3. San Francisco de Paula y Luis XI de Francia (óleo sobre lienzo, s. XVIII, Iglesia de San Francisco): Llamado por Luis XI y gracias a la intercesión del papa Sixto IV, San Francisco visita la corte francesa en 1483. Allí se entrega a la tarea de obtener la salud espiritual de un rey que se había comportado de una manera cruel y despótica. La escena recoge el momento en que el santo entrega al rey y a la reina un pergamino con la siguiente inscripción: “Los trece viernes confesaréis y comulgaréis en memoria de la resurrección de Cristo”. La figura del Santo ocupa el centro de la escena, constituyéndose como división entre los dos grupos. La categoría espiritual de San Francisco de Paula se remarca por la elevada condición social de aquellos que se arrodillan ante su presencia: reyes, Papa y obispo. Sin embargo, el autor ha representado a los monjes de su Orden como iguales al colocarlos a su misma altura. En la esquina superior derecha se abre un rompimiento de gloria, con arcángeles portando símbolos de la Pasión, que enfatizan el carácter religioso de la escena.



4. San Francisco de Paula y los leñadores (óleo sobre lienzo, s. XVIII, Convento de San Francisco): distintos biógrafos de este Santo, recogen varios pasajes de su vida auxiliado milagrosamente a leñadores que sufrieron accidentes relacionados con el desarrollo de su profesión por lo que no parece que la escena narre un hecho concreto, sino que pretende resaltar las facultades taumatúrgicas del Santo calabrés haciéndose eco de las numerosas curaciones que realizó, sobre todo entre la gente sencilla. El contacto con los leñadores fue cercano, ya que no hemos de olvidar que Francisco vivió muchos años en los bosques de Paula y que se sirvió de ellos para la construcción de los distintos conventos. Como es habitual en esta serie, la figura de San Francisco de Paula, ocupa el lugar central de la escena, convirtiéndose en el eje de la narración. En este caso, la distribución de los personajes queda descompensada por una mayor concentración de figuras en el margen derecho entre árboles de gran tamaño que indican la presencia del bosque.



5. El Milagro del Agua (óleo sobre lienzo, s. XVIII, Convento de San Francisco): durante el período de construcción de uno de los conventos, surgió el problema de la lejanía de la fuente de agua que debía abastecerlo. San Francisco se encomendó a Dios para su solución y de forma milagrosa llegó el agua al edificio. De nuevo el centro del cuadro y el primer plano se han ocupado con la figura del Santo, acompañado de uno de los frailes de su congregación, y en segundo plano la escena que se pretende narrar. El Cordero simboliza la fe de San Francisco, principal responsable de que obrara el milagro.



6. El Milagro de las Monedas (óleo sobre lienzo, s. XVIII, Convento de San Francisco): invitado por el rey Fernando I a la corte de Nápoles, sin doblegarse ante los halagos y las promesas, reprendió la conducta poco recomendable del soberano en cierta ocasión en que este le ofreció en bandeja de plata un montón de monedas de oro destinadas a la fábrica del convento de la capital. El santo las rechazó con las siguientes palabras: “Ese oro que me ofrecéis no os pertenece; es el precio injusto de las contribuciones que está desangrando las venas de vuestros vasallos y clama venganza al cielo.” Sin terminar estas palabras, tomó una moneda de la bandeja y la desmenuzó entre sus dedos, brotando gotas de sangre que salpicaron el manto real.” El rey dobló sus rodillas y prometió administrar sus Estados con caridad y justicia. La escena recoge el momento en el que se obra este milagro. Todas las miradas de las personas que rodean al rey, a excepción del niño que porta las monedas, confluyen en la figura regia, queriendo demostrar así la adulación que sufría por parte de sus cortesanos y que fue uno de los motivos que lo enfrentaron con el santo.



7. San Francisco de Paula y los soldados (óleo sobre lienzo, s. XVIII): las relaciones de San Francisco con el rey de Nápoles no siempre fueron cordiales; de hecho, en 1480, tras una serie de enfrentamientos dialécticos, Fernando I mandó una compañía de soldados para arrestarlo. También en este momento se obró un milagro, ya que Francisco permaneció invisible a los ojos de los soldados, inmenso en la oración y la contemplación. Este pasaje es uno de los pocos que se representan en el interior de una estancia, si bien al fondo de la misma a través de la puerta se ha incluido una escena al aire libre. La perspectiva adolece de grandes deficiencias aunque se ha ocurrido a la técnica tradicional de alternar baldosas de distinto color en el suelo para conseguir el efecto de profundidad.



De distintas características y dimensiones eran el cuadro de la aprobación de la regla de San Francisco de Paula, cuya técnica lo acerca a obras salidas de talleres sevillanos, y otro con la toma de Málaga. Ambos tenían grandes marcos dorados y se situaban a los dos lados del presbiterio. Cercano a su autor era el cuadro de la Santísima Trinidad, con marco dorado, que se situaba en la nave del presbiterio. Sobre el coro un cuadro grande representando la Pasión de Cristo con marco dorado. Se desconoce el paradero del lienzo de la toma de Málaga, mientras que la Aprobación de la Orden, la Trinidad y la Pasión de Cristo se encuentran en la iglesia de San Sebastián.

1. La Aprobación de la Orden (Juan de Espinal?, mediados del siglo XVIII, oleo sobre lienzo, Iglesia de San Sebastián): El Papa Sixto IV reconoció definitivamente en 1974 la congregación eremítica nacida en Paula. Es en 1483 cuando el santo calabrés viajó a Roma y se reunió con el Pontífice. La escena representa una de las tres audiencias que, de forma solemne, se celebró entre estos dos personajes en presencia de la Curia Regis. Según los biografos de San Francisco, este se dirigió al Papa con las siguientes palabras: “Beatísimo Padre, no tengo palabras para agradeceros dignamente el insigne favor que me habéis hecho, aprobando y confirmando con vuestra suprema autoridad apostólica mi pobre religión”. Las dos figuras protagonistas se destacan del resto de personajes, a través del cruce de miradas que se produce entre ambos, acentuándose este efecto por la posición más elevada del Pontífice y el color pardo del hábito del Santo que singulariza su figura en el grupo. Si bien la perspectiva no está muy conseguida, a través de la puerta al fondo de la estancia, el pintor dota a la escena de profundidad. Un recurso muy utilizado durante el barroco, es la utilización de cortinajes en complicados recogidos que remarcan la solemnidad de la ceremonia.



2. La Toma de Málaga

3. La Trinidad: Situado en la nave de la iglesia, de mediados del siglo XVIII.





4. La Pasión de Cristo: Situado sobre el coro de la Iglesia se representa en el centro un calvario mientras que se rodea de diferentes pasajes de la pasión de Cristo. Su composición y estilo es semejante a los dos lienzos de medio punto que se conservan bajo la cúpula de la nave de la iglesia del Carmen. Como curiosidad, los tres lienzos forman un rosario: misterios dolorosos (San Sebastián), misterios gloriosos y gozosos (El Carmen).



La iglesia se decoraba también con “6 cuadros con marco negro”, tal como aparece en los inventarios, que se relacionan con la escuela de Amberes hacia mediados del siglo XVII. La serie pictórica, realizada en óleo sobre lienzo, trata sobre la vida de la Virgen. Los lienzos poseen marco negro holandés realizado en madera de pino de Flandés. La serie se conserva en la Iglesia de San Sebastián:

1. Los Desposorios
2. La Visitación
3. La Epifanía
4. La huida a Egipto
5. La Presentación
6. La coronación de la Virgen


(La Epifanía)

Los inventarios de la iglesia también recogen otras obras de menor calidad y tamaño, muchas de ellas desaparecidas:

-2 cuadros con marcos dorados, uno de ellos, el Señor de la Humildad, el otro la Virgen de los Dolores.
-2 cuadros con marcos dorados de la Virgen del Carmen y de Belén.
-1 de Santa Rita con marco pintado.
-Otro del Sepulcro, con marco dorado.
-Uno de dos tercias, sobre el cancel con la imagen de Ntra. Sra. de la Victoria.
-Un vía crucis completo. 12 láminas con 10 cruces del Vía Crucis.
-2 cuadros con marcos, que representan a Ntro. Padre Jesús y a San Rafael.
-Otro de San Miguel, marco tallado en dorado.
-Otro grande que representa la Anunciación, sin marco.
-Otro en cobre, marco dorado, de Ntra. Sra. de la Concepción.
-En la sacristía, 2 láminas mayores de la vida del Santo Padre y otra de San Sebastián.

Para terminar, mencionar la posibilidad de que el lienzo grande que representa la Anunciación sea el que se encuentra en la iglesia de San Sebastián, ya que no se menciona en los inventarios antiguos de la iglesia.

1. La Anunciación: De rasgos estilísticos y composición arcaizante, fechable hacia finales del siglo XVI la cual fue recortada para adaptarla al marco dieciochesco que posee.



Fuentes consultadas
-Actas de las III Jornadas sobre Historia de Estepa. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 1999.
-Memorial Ostipense, de Antonio Aguilar y Cano, 1975. Reedición.
-La antigua Ostippo y actual Estepa, de Padre Alejandro del Barco. Reedición de A. Recio Veganzones. Ed. Iltmo. Ayto. de Estepa, 1994.
-Catálogo de la Exposición Iglesia de la Victoria. Iltmo. Ayto. de Estepa. Estepa, 2002