29/6/12

LA IGLESIA DE LA VICTORIA Y LA HERMANDAD DE LA SOLEDAD

(Grabado antiguo de la Virgen de la Soldedad del Convento de la Victoria de Madrid)

En el convento mínimo de la Victoria se erigió a finales del siglo XVI la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y en 1654 la Hermandad del Entierro de Nuestro Redentor Jesucristo. Ambas corporaciones a pesar de tener orígenes diferentes han estado muy relacionadas desde antiguo, entre otras cosas, por pertenecer ambas al mismo convento de Nuestra Señora de la Victoria. La hermandad del Santo Entierro de Cristo sólo podía tener cuarenta penitentes y salía el Viernes Santo por la tarde. La hermandad tenía como finalidad acompañar a los hermanos difuntos y costearle la misa de corpore insepulto así como el entierro.

La documentación más antigua, que conocemos hoy día, referente a la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad es un pleito de 1598 en el que se litiga por el orden de las insignias en una celebración eucarística. De 1603 se conserva otro documento de la hermandad de Nuestra Señora de la Soledad en el que se indican diferentes trámites llevados a cabo por la cofradía. En 1623 aparece de nuevo la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad colaborando con los gastos de las fiestas del Corpus junto con otras hermandades. De 1668 hay un pleito en el que se llama al orden a algunos miembros de la hermandad que llaman de Pastores por parte del Sr. Vicario, nos indica el manuscrito que esta hermandad estaba agregada a la cofradía de la Soledad, desconocemos con exactitud de que corporación se puede tratar aunque pensamos que quizás sea la del Santo Entierro de Cristo por su estrecha vinculación con la de la Soledad.

En 1711, los padres mínimos del Convento de la Victoria y ambas hermandades firman un protocolo de colaboración por los que las dos hermandades, podían usar los enseres del convento. Las relaciones entre los padres mínimos y las hermandades eran tan buenas, que los religiosos permitieron hacer una capilla dentro del convento para ambas. En 1741, se firma un convenio entre los hermanos mayores de cada hermandad, este convenio se centra en la realización conjunta de la estación de penitencia y las obligaciones y compromiso por parte de ambas. En 1744 la cofradía del Santo Entierro de Cristo y Ntra. Sra. de la Soledad, se erigían como una sola hermandad y se mudarían a la iglesia parroquial de San Sebastián donde debido al patronazgo de los marqueses de Estepa hacia esta hermnadad donaran una capilla, siendo hermana honoraria la excelentísima marquesa de Estepa. El primer Hermano Mayor que se conoce fue Don Juan de Aguila en 1760.

A pesar de que su fundación tuvo lugar en el desaparecido convento de los Mínimos de Estepa, en la segunda mitad del siglo XVIII fueron muchos los conflictos entre los frailes y los cofrades de esta hermandad, lo que determinó que estos últimos abandonaran definitivamente la Iglesia de la Victoria para trasladarse a la Parroquia de San Sebastián en el siglo XVIII, contando con el beneplácito de los Marqueses de Estepa.



Entre las devociones que la Orden de los mínimos difundió en sus templos destaca la Virgen de la Victoria y la representación pasionista de la Virgen de la Soledad.

La vinculación de la Orden de los mínimos con la Virgen de la Soledad se remonta a 1560, cuando Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, llegó a España siendo aún una adolescente y trajo consigo un cuadro grande para su Capilla, representando a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor. Cuando más suelta estaba en la lengua castellana y conforme al deseo del Rey, su marido, cambió el confesor francés que había traído, por confesor español, escogido de la orden religiosa de los mínimos de San Francisco de Paula y su Camarera Mayor, la muy piadosa Condesa de Ureña, recomendó para tal fin a un fraile, muy piadoso también, Fray Diego de Valbuena, toledano, al que por orden del Rey se le permitió libre entrada en Palacio.

Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II

El Padre Valbuena, por su sincera humildad y timidez en pedir influencias, acabó ganándose la admiración de los Reyes, que haciendo una excepción a decretos facilitaron un solar cerca de la Puerta del Sol, extramuros entonces de Madrid, donde se levantó el Convento de la Victoria de los mínimos.

Los mínimos eran devotos de los Dolores de María y Fray Simón Ruiz, que acompañaba a Palacio a Fray Valbuena y era experto en pinceles, ya tenía puestos los ojos en el cuadro francés de Dª Isabel, comprometiendo al confesor a que se lo pidiera para el altar mayor de la nueva iglesia. Pero los frailes decidieron copiar la imagen pero no en lienzo sino en escultura, encargando a Gaspar Becerra llevar a cabo esta labor.

Virgen de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid, realizada por Gaspar Becerra y destruida en 1936.

A la Condesa de Ureña , ya involucrada en el proyecto, se le ocurrió la idea de cubrir a la Virgen con ropas idénticas a las que vestían las damas castellana al enviudar, y dio sus propios trajes para este menester. Desde entonces hasta hoy se presenta a la Virgen de la Soledad de negro y blanco. Nació también aquí la costumbre entre las damas de la nobleza, e incluso reales, de donar sus vestiduras para las imágenes.

Doña María de Austria, vestida de luto

La Virgen de la Soledad era en Madrid en los siglos XVII y XVIII la más popular de las devociones y la protección real hizo que la devoción de la Virgen de la Soledad se extendiera por todo el imperio español, realizándose numerosas copias de la imagen de Gaspar Becerra en talla y lienzo. Una de estas imágenes de mayor devoción en la actualidad es el lienzo de la Virgen de la Soledad de la Paloma o Virgen de la Paloma, que toma el nombre de la calle en donde se encontraba y en torno a la cual se celebra la popular verbena.

Virgen de la Soledad de La Paloma, Madrid




Los frailes mínimos también extendieron está devoción a la Virgen de la Soledad en sus conventos e iglesias, celebrándose cultos durante la semana de Pasión y surgiendo cofradías y hermandades en torno a la imagen. Ya en el siglo XVIII el número de estas hermandades bajo la advocación de la Soledad aumenta, siendo unas de “socorro” por atender a sus miembros en los últimos momentos de su vida, y otras de “rosarios cantados” para realizar cultos. Ante el surgimiento de estas hermandades, los Mínimos comenzaron una gran cantidad de pleitos contra estas cofradías bajo la advocación de Nuestra Señora de la Soledad ya que pretendían monopolizar esta advocación y los cultos, obligando en numerosas ocasiones a cambiar de nombre. Muchos de estos recursos se resuelven con la salida de las cofradías de los conventos para ganar mayor independencia. Este había sido el caso de la Cofradía del Santísimo Cristo de las Injurias y Nuestra Señora de la Soledad en 1692 o de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad de la Parroquia de San Ildefonso de Madrid a la que obligaron a cambiar de nombre.

Otros ejemplos de la vinculación de las Hermandades de la Soledad y los conventos de los padres mínimos son la hermandad de la Soledad de Madrid, Arganda, el Puerto de Santa María, Andújar, Murcia, Jerez de la Frontera, etc.

(Virgen de la Soledad de El Puerto de Santa María)

(Virgen de la Soledad de Arganda)

Las Hermandades de la Soledad solían poseer como titular un yacente con brazos articulados con los que celebrar la ceremonia del Descendimiento, un rito que era practicado las mañanas del Viernes Santo. Unos hombres representaban a Nicodemus y José de Arimatea, que iban desclavando a Jesús mientras un sacerdote realizaba un Vía-Crucis. A lo largo del año, el Cristo permanecía clavado en la cruz hasta este día, en el que tras la ceremonia citada antes, el Señor pasaba a ser depositado en una urna hasta después de la Pascua como yacente. Después de ser depositado en una urna, por la tarde se organizaba con gran solemnidad y recogimiento la procesión del Santo Entierro.


La imagen del Redentor de la Hermandad de la Soledad de Estepa data del siglo XVI. Tiene los brazos articulados a la altura de los hombros, señal evidente de haber practicado con ella la Crucifixión, Descendimiento y Entierro, como era costumbre muy antigua en las representaciones sacras celebradas en las iglesias y conventos durante la Semana Santa. En su espalda poseía un hueco donde posiblemente se guardarían originariamente documentos. Se estima que la ceremonia del Descendimiento y Entierro duró hasta mediados del siglo XVIII y por eso la imagen pudo venerarse como Cristo Crucificado, como Yacente en el regazo de la Virgen o en el Santo Sepulcro. La urna que contiene hoy esta imagen es de mediados del siglo XVIII y sobresale por su riqueza en labrado y dorado, rematada por un pelícano. Por otro lado, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Estepa data también del siglo XVI, es de vestir y destaca sus rasgos arcaizantes. Ambas imágenes se realizaron para la Iglesia del Convento de la Victoria de Estepa y algunas teorías sostienen su procedencia italiana por la vinculación de los Marqueses de Estepa, de origen genovés, y los frailes mínimos del convento estepeño.




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-Sobre la iconografía de María en su Soledad. MA Castellano Pavón. La Hornacina. 2018