16/3/16

75 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA HDAD. DEL CALVARIO


En el año 2016 se cumplen 75 años de la fundación de la Hermandad del Calvario de Estepa. Para conmemorar este aniversario la Junta de Gobierno ha organizado una serie de eventos. En el cabildo celebrado el día 15 de enero de 2015, se acordó el nombramiento de una comisión compuesta por siete hermanos, para aportar ideas y presentarlas al resto de miembros de la Junta. Tras varias reuniones de esta comisión, en cabildo con fecha del 5 de febrero de 2015 se aprobaron las siguientes propuestas:

-Creación de un anagrama o logotipo con motivo de esta efeméride, que figurará en todos los escritos, comunicaciones y cartelería que se editen en este periodo de tiempo, apareciendo por primera vez en el Boletín Cuaresmal de 2015. La Hermandad usa como logotipo de esta conmemoración la cifra 75 sobre el escudo de la Hermandad, destacando la silueta del Stmo. Cristo de la Salud que dibuja el número 7.

-Organización de un concurso de fotografía, cuyo ganador será el trabajo que aparezca en el cartel de la Semana Santa de Estepa del año 2016, que edita el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Estepa y que corresponde este año a la Hdad. del Calvario. La fotografía ganadora fue realizada por María Gracia Olmedo Reina y muestra el paso del misterio estepeño por la Iglesia de Santa María en el cerro de San Cristóbal.



-Cartel extraordinario con motivo del 75 aniversario de la fundación de la Hdad. del Calvario. La Hermandad le encarga este trabajo a D. César Martín Ramírez, que es un famoso y reconocido pintor sevillano, con vinculación familiar en Estepa, que ya ha realizado trabajos de este tipo para varias cofradías sevillanas y cuyas obras han sido expuestas en diferentes exposiciones. La Hermandad requiere que en la pintura quede representadas las imágenes titulares junto con motivos artísticos de la ciudad de Estepa.

 


El sábado día 23 de enero de 2016 fue presentado el cartel conmemorativo en la Iglesia del Carmen. Cesar Martín Ramírez ha representado en el margen derecho la imagen del crucificado titular, Stmo. Cristo de la Salud, obra de Manuel Escamilla Cabezas. El autor realiza una superposición de carteles, en la que el Crucificado queda situado en otro cartel o marco que es sujetado por la imagen de San Francisco de Asís, obra de Luis Salvador Carmona, del convento franciscano donde la Hermandad tiene su sede. El Crucificado tiene la peculiaridad de que no es dibujado con la cruz, siendo el soporte el marco que sostiene San Francisco. Sin embargo, la cruz del Crucificado aparece en un segundo plano en la silueta de espaldas del Stmo. Cristo, que se alinea perfectamente con una cruz imaginaria del Crucificado en el marco. Esta original composición se puede entender como una nueva versión de 'San Francisco abrazando al Crucificado' que pintó Murillo en 1668. Queda aquí patente la relación de la Hdad del Calvario estepeño con la Comunidad de Padres Franciscanos. La nueva reinterpretación del abrazo se sitúa sobre la espectacular fachada barroca de la Iglesia del Carmen. Destaca el pequeño detalle de la sangre de Cristo, que cae de la mano derecha del Crucificado sobre el marco y los nazarenos que se sitúan en la puerta del Carmen en el momento de comenzar su salida procesional, representando la redención del hombre y de los hermanos del Calvario a través del sacrificio de Cristo. Completan el cartel, la fecha de la efeméride, 1941-2016.


-Solemne Via Crucis Extraordinario: El tradicional Via Crucis que la Hermandad organiza en Cuaresma desde el Convento de San Francisco a la iglesia de las Hermanas de la Cruz con motivo de los cultos cuaresmales se convierte en Extraordinario en este año con la bajada del Stmo. Cristo de la Salud al barrio de Santa Ana. El Via Crucis se celebró el 6 de marzo de 2016. Para ello la Hermandad cambió el recorrido por Cerro de San Cristóbal, Iglesia de Santa Clara, Balcón de Andalucía, Carril de Santa Clara, Plaza de la Victoria, Concepción, Puente, Cruz, Parra, Plaza Poley, Santa Ana, Cristo de la Sangre y Sor Ángela de la Cruz.



Algunas fotografías del pasado Domingo durante el ViaCrucis.
Posted by Hermandad del Calvario on Martes, 8 de marzo de 2016

Solemne Vía Crucis Extraordinario del Cristo de la Salud (Hdad del Calvario)#SsantaEstepa16
Posted by EstepaNoticias on Domingo, 6 de marzo de 2016



-La Bajada del Stmo. Cristo de la Salud: para el Domingo de Ramos de 2016 la Hdad decidió que el Stmo. Cristo de la Salud bajara en su trono a las 12h00 desde el Convento de San Francisco hasta la Iglesia del Carmen. Pero el traslado quedó suspendido por motivo de la posibilidad de lluvia.

-Estación de Penitencia en el año del 75 aniversario.



- El Sábado 9 de Abril, se celebró una conferencia a cargo de D. Julio Marvizon titulada "La Sábana Santa: ¿Milagrosa Falsificación?". En la Casa de la Cultura "Miguel de Cervantes" a las 19 h


-El Sábado 16 de Abril, fue la Misa de Hermandad a las 20 h en el Convento de San Francisco oficiada por Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Carlos Amigo Vallejo (Arzobispo Emérito de Sevilla).




-Colocación de un azulejo conmemorativo de este aniversario en la Plaza del Calvario, lugar donde se encuentra ubicada la Casa Hermandad, de forma que éste quede como elemento decorativo y embellecedor de la misma, y que recuerde a generaciones sucesivas este acontecimiento.

Artículos relacionados con la Hermandad del Calvario que hemos reunido y realizado para conmemorar el 75 aniversario fundacional de la Hermandad:


14/3/16

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE ESTEPA 2016





La Iglesia de Sta. María de la Asuncion de Estepa acogió en la mañana del domingo 13 de marzo el pregón de la Semana Santa 2016. El pregonero de este año ha sido Lamberto Capitán Rodríguez y el presentador, su amigo de la infancia, Rafael Olmedo Reina.


-Audio y crónica de: Ser Andalucía Centro


Vídeo de Winet TV

13/3/16

VOLVER A VERTE


Había pasado una mala noche. Ya a su edad había noches en las que el sueño era difícil de alcanzar. La noche se había presentado fría, de viento y llovizna. Resoplaba con tanta fuerza que el susurro perpetuo de la chimenea gritaba por no poder entrar por las ventanas a las que golpeaba. Las gotas caían velozmente sobre las paredes y al comprobar su dureza estallaban en mil sobre los charcos del patio de su casa, esa en la que había pasado toda su vida. Lo mejor había sido dormir pronto, descansar, que el siguiente día era Viernes Santo y había que levantarse con ánimo, o al menos intentarlo. Pero, para Doña Ana, no era el frío ni el dolor de huesos lo que no le había dejado pegar ojo en la noche.

Se acordaba de su Cristo de la Salud, al que esperaba todas las madrugadas al final de la Cuesta. Ya hacía varios años que no podía acompañarlo. Recordaba cuando bajaba al Carmen para verlo salir y lo acompañaba hasta el Cerro. Nunca vistió el hábito de nazareno aunque durante años le siguió detrás de su paso entre las sombras y luces de las calles estepeñas. Eran tiempos difíciles y había mucho que pedir y que agradecerle. Cuando la vejez comenzó a darle bocados al reloj de su vida, pensó que lo esperaría al final de su calle, junto a la palmera. Ahí se acercaba del brazo de su hija, en la oscuridad de la noche. Es una noche de silencio y de oración, y así lo esperaba sentada en una silla de enea. No olvidaba recordarle a su hija que echara la rebeca por si se levantaba aire y le traía el fresco de la sierra. Cada vez tenía menos fuerzas para moverse, pero esa noche era especial, su Cristo la esperaba, y ella no podía faltarle.

Pero hace dos noches no pudo ser. Esperaría a que llegara el verano y un día en el que se encontrara bien le pediría a su yerno que la subiera a verlo a San Francisco. Se sentaría, como tantas veces, a su lado y le dejaría su beso antes de volver a casa. Pero Doña Ana sentía que ese año iba a ser diferente. El doctor la visitaba a menudo y aunque de su cabeza alejaba las manías, su cuerpo prefería el reposo, y de vez en cuando darle un susto para recordarle que estaba viva. Por eso pensaba que tal vez no hubiera otra madrugada. Cosas de viejos, decía su hija, que le contaba pocas cosas de las que le decía el médico para que no se preocupara. Pero Doña Ana nunca había sido una crédula, y escuchaba en la mirada de su hija las palabras del matasanos, como ella le decía.

Habría que levantarse y prepararse para pasar el día. Los primeros rayos de luz entraban en su habitación iluminándola. Llamó a su hija, con voz cálida pero firme. A los pocos segundos se acercó a la cabecera de su cama una mujer cincuentona y un joven veinteañero. Bien los conocía ella. Entre los dos consiguieron incorporarla y levantarla. Su hija se encargó de vestirla con el ritual que sólo el verdadero amor puede conseguir, para después bajarla a su salita, donde pasaba la mayoría de los días junto a la ventana. Un geranio tras la reja anunciaba la llegada de la primavera con el color rojizo que enmudecería hasta la sangre. El paso de la gente por su calle la animaba y algunas vecinas se paraban para darle los buenos días y un poco de conversación. A Doña Ana le gustaba hablar con ellas porque les recordaban a sus madres, que habían sido sus amigas cuando salían de jóvenes a tomar el fresco a la plaza del Carmen.

Aquella mañana las vecinas trajeron un rumor que hizo que a Doña Ana le volvieran a brillar los ojos con la ilusión que había recientemente perdido. Y su hija entró en la casa con la nueva noticia, llamando a su madre desde el portal para que se preparara. El Señor vuelve al convento, y en su paso. El cielo se había despejado de las nubes que habían ocultado su color azul y el sol brillaba con fuerza en las tapias de los corralones de la calle. Le pidió a su hija que la vistiera con sus mejoras ropas, aquellas que guardaba y no quería tocar por lo que pudiera pasar en los momentos difíciles que le aguardaban. Cosas de viejos, decía su hija. Agarró con firmeza su bastón y se dirigió a su puerta, pidiéndole a su nieto que le llevara la silla a la esquina. Pero esta vez no tendría que llevarla, le comentaba su nieto, porque su Cristo pasaría por su ventana. Sentada en su puerta, esperaba, con aquellos ojos que mostraban la alegría que su corazón sentía. Intuía la cercanía del paso por el murmullo de la gente. Parece que se acerca, repetía una y otra vez cuando más su mente que su oído escuchaba a la gente hablar. Los ciriales que antecedían el paso del Señor se asomaban a la plaza que hace años era lugar de sacrificio, el Cristo estaría junto a la Inmaculada. La estampa clavada en el corazón de los estepeños, el Cristo delante de la Victoria, ya se había producido. Y Doña Ana esperando junto a la ventana en la que pasaba los días.

Sus vecinos y su pueblo se paraban en su puerta para saludarla. Con buena cara se había levantado hoy y la alegría de la noticia se le notaba. El sol se reflejaba en el dorado del paso, que como un retablo andante se acercaba a la casa de Doña Ana. Los ciriales ceremoniosos pasaron delante de ella y detrás unos atareados monaguillos se afanaban en una enorme columna de incienso que le ocultaba la visión de su Cristo, pero su silueta era inconfundible. Tantos años le había esperado en la Cuesta que este año el Señor le devolvía la visita. Doña Ana se levantó de la silla, y apoyada en su bastón y en el brazo de su nieto, musitaba las oraciones que repetía desde niña con el suave movimiento de sus labios. Sus ojos fijados en las llagas de su Cristo, y su corazón clavado como el clavel carmesí en el monte del Calvario. Y de los labios de Doña Ana salieron las palabras que lo más profundo de su alma le repetía: Quiero volver a verte.

12/3/16

LA LEYENDA DE LAS GOLONDRINAS


La golondrina es un animal que se asocia a la divinidad en toda nuestra geografía. Siempre se ha dicho que “las golondrinas son de Dios”, encontrando también un sentimiento de proteccionismo, sin duda asociado a este carácter divino de estas aves: "las golondrinas no se matan". Sus nidos se protegían y no se tiraban, por lo que se veían en todos los sitios, como en la iglesia. Esta conciencia popular se mantenía y se repetía a los niños cuando comenzaban a jugar con estas aves, bien tirando piedras a los nidos o con las golondrinas que caían. La tradición las protegía.

No obstante no es tan popular entre la gente el conocimiento del hecho que se las atribuye y que las encumbró a la divinidad. La tradición popular cuenta que cuando Jesucristo estaba en la cruz, un bando de golondrinas se le acercaban y le arrancaban con sus picos las espinas de la corona que perforaban y herían su frente, aliviando el sufrimiento de Jesús durante su martirio en el Monte de El Calvario. El señor las bendijo e hizo que su carne fuese amarga, y al no ser comestible, no se cazaban ni por los ateos. Así mismo, se dice que el color oscuro que llevan en el dorso, se lo pusieron las golondrinas como símbolo de luto, ante la muerte de Jesús.

Y aún menos conocida es esta bonita Leyenda Guadarrameña, que recuperó, o tal vez creó, el poeta de Cercedilla Francisco Acaso. Dice esta leyenda que la primera de las golondrinas que le quitó una espina a Jesús cuando ya estaba crucificado, salió volando con la espina en el pico y anduvo perdida, quién sabe cuánto tiempo, cruzando mares, surcando por el cielo valles y montañas, hasta que vino a caer rendida sobre la cumbre de un anónimo cerro, que desde entonces tomó su nombre. Se trata del Cerro de La Golondrina, en las inmediaciones de la madrileña localidad de Navacerrada.


El folklore popular español recoge numerosas alusiones en forma de cantares y coplillas, como esta, muy popular en la localidad de Feria, Badajoz:
En el monte Calvario/ las golondrinas / le quitaron a Cristo / las mil espinas.
Y en el ámbito madrileño, en Estremera de Tajo, es muy popular también la siguiente canción:
Ya bajan las golondrinas / con el vuelo muy sereno / a quitarle las espinas / a Jesús de Nazareno. / Ya vienen las golondrinas / con el pañuelo en la mano / pa quitarle las espinas / a Jesús de Zirizaino.

En 1952 Manuel Escamilla Cabezas se encontraba trabajando en su taller de los corralones de la calle Castellar de Sevilla. Había dejado en el patio la imagen de un Crucificado, que acababa de estucar en blanco, para que se secara. La talla se la habían encargado desde su pueblo natal, Estepa, por algunos compañeros y amigos de la nueva Hermandad del Calvario, fundada en el convento franciscano para agradecer el regreso sanos y a salvo de combatientes de la Guerra Civil. La estabilidad de la antigua imagen de papelón del Santísimo Cristo de la Salud del convento franciscano que los hermanos habían tomado como titular peligraba durante la procesión en la mañana del Jueves Santo, por lo que se decidieron a encargar una nueva talla a su paisano. El nuevo Cristo debía ser de grandes proporciones, “un Cristo grande, tan grande que cuando pasara por el Cerro se viera desde el pueblo”. Y así lo realizó Escamilla y lo dejó secar en el patio del corralón. Sin embargo, no fue la proporción del Cristo lo que llamó la atención de sus vecinos, sino que cada día dos golondrinas se posaban en su corona de espinas, recordando aquella tradición popular que contaba que estas aves le quitaron las espinas clavadas en la frente a Jesús en la cruz.

11/3/16

EL RETABLO DEL CALVARIO

Llevaba un lustro caminando por las calles de esta villa, a donde llegó atraído por la calidad de su piedra. Conocía de primera mano la dureza del material, lo que le había ayudado a decidirse por él en sus obras en Sevilla y tierras gaditanas. A sus oídos habían llegado las posibilidades de trabajo que se ofrecían en la zona con las nuevas obras que estaban encargando para las iglesias y las cofradías. Las iglesias se estaban reconstruyendo y ampliando, y las cofradías levantaban portadas, camarines y torres en un simulacro de competición devocional por elevar más alto el amor a sus titulares. Y ese auge en la construcción se vivía también en los pueblos cercanos y en otros grandes pueblos de la zona, por lo que el hecho de estar cerca de las canteras de la villa le ofrecía una mejor opción para promocionar su trabajo entre los clientes que se acercaban. Por eso había decidido buscar hospedaje en la villa y comenzar a trabajar aquí.

En el pueblo se le conocía como el cantero del norte que había acabado la ermita de los Remedios, trabajando en su camarín y sacristía. Tal envergadura de la obra había dejado asombrados a sus hermanos y vecinos y él se sentía agradecido a la familia Blanco que le permitió trabajar en esta obra como sustituto del reconocido cantero Cristóbal García.

En su bolsillo llevaba el boceto de un nuevo encargo. Algo que no le había robado el sueño durante varios meses y que podía llegar a expresar todo lo que su maestría guardaba. Era algo grande, soberbio, que podía haber estado en el retablo mayor de una catedral, pero decidió levantarlo en esta villa. La hermandad le había encargado una gran obra y él le iba a ofrecer un diseño majestuoso que se quedara en el recuerdo de todo aquel que lo viera. No iba a ser una obra sencilla pero llevaba ya más de veinte años en el oficio y quería demostrar que había aprendido mucho de todos los contactos que había tenido en sus obras gaditanas y sevillanas. Muy seguro de lo que había diseñado, entró en la nueva ermita donde había quedado con los hermanos. En la sacristía le esperaba el hermano mayor que estaba deseoso de conocer el diseño. Le mostró el plano y alzado de lo que sería la nueva portada de la ermita y procedió a contarle con todo detalle su obra:

Se trataba de recrear un efecto escénico en torno a la puerta de la ermita, como salido de un acto de una obra teatral de renombre que se hacían en los teatros de la época. La planta estaba movida y organizada en diversos planos. Sería cóncava, pero los elementos estarían dispuestos en diagonal como si estuvieran girados. Era claramente un retablo organizado en diversos cuerpos de línea ascendente para dar un mayor énfasis a su verticalidad. La puerta estaba custodiada por columnas corintias sobre pedestales bulbosos que avanzaban en los inmediatos a la puerta y en el segundo cuerpo se mantienen las líneas fundamentales del primero. Tendría una hornacina sobre la puerta con la imagen de la Virgen del Carmen y dos óculos superpuestos, y a ambos lados unas columnas y estípites. La cornisa estaría quebrada y sobre ella se levantaría una pequeña espadaña en donde se encontraría la campana. Se utilizaría la piedra blanca, la típica piedra estepeña que le había traído a la villa, y la combinaría con incrustaciones de mármol negro, reservándose esa piedra oscura para los fondos y los adornos. Se decoraría con rombos y círculos en negro, hojarascas y rocallas, simulacros de textiles, frutos colgantes, jarrones y vasos en el cuerpo superior.

La composición era tan maravillosa que los propios hermanos dudaron si se podría hacer realidad, pero les convenció de que con el trabajo de varios años la hermandad tendría una portada sin comparación en la villa y que podría rivalizar con cualquiera de las obras que se habían realizado en las ciudades más importantes. Una vez que el cantero terminó de explicar cómo se llevaría a cabo su realización se dispusieron a plasmarlo por escrito.

Firmado en Estepa, entre don Andrés Zabala, artífice de obras en arquitectura y Don Andrés Sevillano Sepúlveda, presbítero de esta villa y hermano mayor de la Hermandad del Rosario de Ntra. Sra. del Carmen, llevado a cabo el 22 de Noviembre de 1763, para la realización de la portada de su iglesia, la llamada ermita del Santo Cristo de la Sangre. En esta escritura de obligación de obra se especificaba que formó el otorgante un diseño con su plano y alzado según se requiere en buena arquitectura, en cuya explicación y detalle quedaban bien pormenorizados todos los elementos que acabarían configurando la portada. También se contempló en la realización de la obra todo lo dispuesto en cuanto a material y se fijó el precio en veintidós mil reales de vellón. El plazo de terminación se fijó para el 1 de septiembre de 1765, lubricándose la firma de los asistentes al final del documento.

Zabala dejó la iglesia contento de que su proyecto más deseado se conseguiría levantar en la villa, y quizás la majestuosidad de la obra le permitiría abrirse las puertas de otras villas en cuanto llegara a los oídos de los párrocos y de las cofradías lo que había hecho en la villa de Estepa. Zabala se quedó en la villa durante una década y pusieron en sus manos la conclusión de la emblemática torre de la Victoria. Su situación le permitió trabajar para Écija y conocer el estilo antequerano de la mano de Francisco Primo. La portada asombró a sus contemporáneos cuando quedó finalizada en 1768, tres años después de lo acordado por los numerosos encargos que tuvo que realizar durante este período.

Sin embargo, Zabala había realizado un retablo inconcluso cuya hornacina central estaba vacía. No sabía que el toque de las campanadas de un reloj haría que su obra se completase cada noche del Miércoles Santo. El barroco en la piedra de su boceto daría paso a la madera y a la policromía, al terciopelo y al bordado, a las flores y a la cera, a la orfebrería y a la pintura, entre el incienso penetrante de las más puras esencias de Tierra Santa. El barroco se reformaría y renovaría para protegerse en un altar neogótico, en cuya hornacina se situaría el misterio de la muerte de Cristo en el Calvario con María en su Amargura, San Juan y María Magdalena a los pies de Cristo. Mientras, la gloriosa Virgen del Carmen desde su ático contemplaría como la villa de Estepa espera a su Hijo en la cruz para acompañarlo por las calles estepeñas.

10/3/16

GUÍA DE LA SEMANA SANTA DE ESTEPA 2016


La iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de Estepa ha acogido en la tarde del jueves 11 de marzo, la presentación de la Guía de la Semana Santa de Estepa 2016. El alcalde de la ciudad, Salvador Martín Rodríguez ha presentado el acto y ha dado turno de palabra a la delegada de Festejos del Ayuntamiento de Estepa, María José Amador Manzano, quien ha narrado las novedades de esta guía.

Para este año 2016 la principal novedad de la publicación es el cambio de formato, pasando a ser tamaño 16x21 cm, lo que ha permitido aumentar el tamaño de las fotografías publicadas. Se mantienen las secciones habituales de historia e información diversa de cada hermandad, e información de los horarios y puntos de interés de cada una de las hermandades. También se han incluido extractos del pregón de la Semana Santa del pasado año escrito por Conchi Luque, que ha estado igualmente presente en el acto. Extractos de poemas y de prosa del pregón han servido para acompañar la parte de la guía de cada una de las nueve hermandades que conforman la Semana Santa de Estepa. Puede consultarla y descargarla en el siguiente enlace: Guía de la Semana Santa de Estepa 2016.

El Área de Festejos del Ayuntamiento de Éstepa ha realizado también para este año 2016 un hermoso video promocional de nuestra Semana Santa en la que se invita tanto a los estepeños como a los visitantes a vivir y disfrutar de nuestras tradiciones de Semana Santa, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía e incluida en el Atlas de Patrimonio Inmaterial de Andalucía.



Información de:
-Presentada la Guía de la Semana Santa 2016 (Ayto de Estepa)

STABAT MATER DE AMARGURA



“¡El nazareno ha muerto!” Las palabras se repetían en el Gólgota sin cesar. “¿Dónde estaba tu Dios?” Los soldados que habían acompañado a los reos se miraban los unos a los otros con regocijo mientras golpeaban con los mazos las piernas de los que aún podían respirar. Las pocas mujeres que habían acompañado a Jesús hasta el último momento se preparaban para limpiar su cuerpo mientras que los hombres se encargaban de bajarlo de la cruz. Y allí estaba María, con los ojos clavados en el cuerpo de su Hijo y las lágrimas como regueros de desesperación surcando sus mejillas. El mundo se había parado, detenido, sin duda, en el momento más duro de su vida y a la vez tan profundo en nuestra fe. “Lo ha hecho, va a salvar a los hombres.” Pero el diálogo ya no era posible, todo había sido dicho y consumado. María aún lo miraba, esperando palabras imposibles de igual intensidad que las últimas pronunciadas. Sentimiento de dolor y amor, resignación y aceptación, momento culmen del Monte Calvario.

Juan intentaba consolarla, pero para María el dolor era demasiado profundo. Ya se lo dijo el anciano Simeón “una espada te atravesará el corazón” y hasta el alma se le hundió la espada. Juan recordaba las palabras de su maestro “He ahí a tu madre”. “Debo estar a su lado y consolarla porque, aunque esté destrozada de dolor, los hombres se dirigirán a ella para buscar consuelo y ella les ayudará en su camino para llegar a Jesús”.

Y María Magdalena, arrodillada junto a los pies del Señor, imploraba el perdón de nuestros pecados y recordaba las palabras de su maestro: “Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”. Y bien sabía ella que a través del arrepentimiento de nuestras culpas el hombre puede llegar a tocar los pies de Jesús, el misericordioso.

En el Calvario, a pesar de los gritos y desesperación de los bandidos que estaban crucificados, la diversión de los que se recreaban en el sufrimiento inmenso de los condenados y el llanto de los que le siguieron y amaron, ahí estaban Juan, la Magdalena y María al pie de la cruz, contemplando el cuerpo de Jesús, llagado, ensangrentado, sin vida. María buscaba al niño de Nazaret en el hombre que junto a ella estaba crucificado, su Hijo, pero ya se lo dijo cuando se dirigió a ella: “Ahí tienes a tu Hijo”, y Juan es el nuevo hijo que tiene que cuidar y así a todos los hombres que acudan a ella. Pero aún dolía la espada en su corazón, tan fuerte que casi la lleva al desmayo. La fe le da la fuerza para continuar en el Calvario. Con dureza y dolor elevaba la mirada hacia su Hijo, pero mantenía la dulzura y belleza de su rostro. María dolorosa no es una niña o mujer resignada, es la Madre ante la visión tremenda de su Hijo crucificado y martirizado.

Y ahí estaba María, junto a la Cruz acompañando a su Hijo, al igual que tantas madres que siguen junto a la cruz de sus hijos, ya estén enfermos, desvalidos o perdidos, siendo el regazo de su amargura. Son corazones que velan sin consumirse y que aguantan el puñal que les atraviesa, dolor en carne propia por el sufrimiento de sus hijos. ¿De dónde sacan esa fuerza de voluntad, esa perseverancia, esa ternura maternal? Pues son madres, como María que es Madre de Dios, Madre de los hombres y Madre de la Iglesia que está al pie de la Cruz. Y ahí, Stabat Mater de Amargura, junto a la Cruz, acompañando a su Hijo, como lo escribió un fraile franciscano en el medievo:

“Estaba la Dolorosa,
Al pie de la cruz, llorosa,
Donde pendía el Hijo,
Su alma gemía de dolor
Y una espada traspasó
Su pecho afligido”.