24/2/19

EL RETABLO MAYOR DE LA ERMITA DE LA CONCEPCIÓN


La Ermita de la Concepción fue en sus comienzos una ermita edificada a mediados del siglo XVI a espaldas del antiguo hospital del Corpus Christi. En 1548 fue colocada su primera piedra y la edificación fue costeada por los hermanos y devotos de la cofradía de la Concepción de Nuestra Señora, cuya fundación se remonta a 1534 bajo los auspicios del vicario Luis de Tamayo (1533-1549). Hacia 1561 se fundó en la ermita un convento de frailes mínimos, trasladando el año siguiente su sede definitiva frente a la ermita. A comienzos del siglo XVIII la ermita se encontraba en mal estado, siendo reconstruida en lo fundamental y ampliada en los años 1740 y 1765 a expensas de Juan Bautista Centurión, VII marqués de Estepa. En estas fechas se fundaría una corporación del rosario que acabaría absorbiendo a la antigua hermandad de la Concepción, encargándose a partir de entonces de la conservación del templo y del sostenimiento del culto. En esta situación se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, cuando el culto y la conservación del templo pasaron a ser responsabilidad de los capellanes nombrados al efecto por las autoridades eclesiásticas: hasta 1874, el vicario de Estepa, y luego, el arzobispo de Sevilla. Durante esta época, que podríamos llamar de los capellanes, el templo fue sometido a importantes obras de restauración, como las acometidas en 1877-78, siendo capellán de la ermita el presbítero José Maximino Téllez Pérez.

La llegada del siglo XX supuso el comienzo del fin para la ermita de la Concepción, sobre todo tras la dimisión en 1913 del último capellán encargado, el presbítero Antonio Caballero Alés, quedando el templo a cargo del párroco de Santa María, Víctor Gamazo. Este párroco ya comunicó a las autoridades eclesiásticas un primer estado de ruina del mismo, en la parte de la fachada, en noviembre de 1918, al que, según parece, se pudo hacer frente. Diez años después, el mismo Gamazo comunicaba de nuevo al arzobispado el estado de ruina del templo, cuya cúpula del crucero amenazaba con venirse a tierra. Según el informe pericial que se adjuntaba, las obras de restauración podrían ascender a unas treinta mil pesetas de la época. En su comunicación al arzobispado, Gamazo proponía suspender en absoluto el culto que se daba en la dicha iglesia, trasladar a la iglesia de los Remedios la imagen de la Inmaculada, y retirar del templo tanto el púlpito como los dos retablos del crucero, dedicados a la Inmaculada y a San Fausto. Al mismo tiempo, abogaba por la restauración de la Iglesia pero considerando muy difícil por no decir casi imposible reunir los fondos necesarios para llevarla a cabo. En respuesta a la solicitud del párroco estepeño, el cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundain (1920-1937) decretó el 17 de enero de 1928, lamentando el estado ruinoso en que se decía estaba el templo, su cierre al culto, autorizando al párroco para que trasladase su artístico púlpito al templo parroquial, y si fuese necesario, también los altares o retablos que hay bajo la cúpula y los coloque en otro templo de la feligresía hasta que vuelva a abrirse al culto la iglesia de La Concepción; en el mismo decreto el prelado autorizaba también el traslado de la imagen de la Stma. Virgen al templo parroquial o al de Los Remedios, abogando porque se procure la restauración del templo ruinoso. Sin embargo, no se cumplieron las expectativas del prelado y la iglesia fue definitivamente clausurada y desmantelada en años posteriores, siendo repartidos sus bienes entre diversas iglesias.

Los bienes de la Iglesia corrieron una suerte desigual. La Inmaculada Concepción, atribuida a Luis Salvador Carmona, quedó en la Iglesia de Los Remedios de Estepa; los retablos laterales y el púlpito de la Iglesia fueron llevados a la Iglesia de las Hermanas de la Cruz de Estepa en 1931, pero fueron reclamados por el cardenal Segura para el monumento al Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache en 1947, iniciándose una disputa entre el pueblo de Estepa y el cardenal por la titularidad de los bienes. Los retablos se quedaron en el complejo del monumento mientras que el púlpito volvió desmantelado a Estepa, actualmente como ambón de la iglesia parroquial de Santa María. Sin embargo, poco se sabía y se había hablado del retablo mayor de la ermita de la Concepción.

La descripción más antigua del retablo mayor data del año 1791 y pertenece a un inventario de bienes de la hermandad del Rosario de la Concepción realizado con ocasión de la instrucción del expediente para el arreglo de las hermandades y cofradías de Estepa evacuado ante hermandades y cofradías de Estepa evacuado ante el Consejo de Castilla; en este documento se describe así el retablo mayor: un retablo de madera de talla, dado de blanco y oro, que ocupa todo el frente del presbiterio. Por esta descripción sabemos que el retablo no estaba dorado en su totalidad, como también le ocurre a los retablos laterales de la iglesia de Santa María o el retablo mayor de la ermita de Santa Ana.

Casi un siglo después, hacia 1886, contamos con la descripción del retablo que nos dejó Aguilar y Cano en su célebre Memorial Ostipense, algo más detallada: El retablo principal, el que está al frente, donde se abre el arco del bonito camarín de la imagen de Nuestra Señora, es de madera tallada, con toda la profusión de adornos del gusto churrigueresco. En su composición se dio lugar preeminente a las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, que ocupan los lados, y a la de San Miguel, que corona el arco del camarín. Por esta descripción, conocemos que el retablo daba paso en su centro al camarín de la ermita donde se situaba la Inmaculada Concepción y que las imágenes que acompañaban a la titular en el retablo eran San Joaquín y Santa Ana, en hornacinas a ambos lados del hueco del camarín, y sobre el arco la imagen de San Miguel.

En el inventario de la ermita del año 1911, pocos años antes de su cierre, se describe de nuevo como un retablo de madera tallada, en blanco y dorado, con las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, San Miguel en el centro alto, cuatro Ángeles a los lados del manifestador. Por esta descripción sabemos que contaba con un manifestador con cuatros ángeles a los lados. Poco después a esta fecha acontecen los datos que hemos dado con anterioridad: la dimisión del capellán en 1913, la primera carta del párroco comunicando al arzobispado el estado ruinoso en 1918 y la segunda carta y decreto del cierre del templo en 1928.

Jordán Fernández en su artículo de Pasión y Glorias de 2018 asegura que el retablo mayor de la ermita de la Concepción se encuentra en la parroquia de la localidad de Galaroza, localidad de Huelva. La llegada del retablo a la localidad se debe a la mediación de Dª María Teresa Vázquez (1874-1949). Esta señora se casó en segundas nupcias con Roberto Osborne Guezala (1871-1937), quien, a su vez, se había casado en primeras nupcias con María Vázquez de Pablo (+1911), hermana de Teresa. Uno de los hijos de este primer matrimonio, pues del segundo no hubo descendencia, fue Roberto Osborne Vázquez (1899-1986), muy vinculado a Estepa por su matrimonio con Pilar Pérez de Guzmán Urzáiz, con quien se había casado en 1923 y cuya familia tenía propiedades aquí. María Teresa Vázquez conseguiría así por mediación de su sobrino y de la familia de su mujer la propiedad del retablo mayor de la ermita de la Concepción y lo conseguiría trasladar hasta la parroquia de Galaroza. Esta señora fue una gran bienhechora de la localidad onubense, colaborando activamente en la labor de reconstrucción del templo parroquial de Galaroza, auspiciada por el entonces párroco, Fernando Vázquez Rodríguez, lo que le valió el reconocimiento de los vecinos de Galaroza, que incluso rotularon una calle con el nombre de la ilustre benefactora.

Emilio Rodríguez, historiador local, publica en "Aspectos históricos de Galaroza" (1986) que el primitivo retablo mayor de la iglesia parroquial despareció consumido por las llamas el 25 de julio de 1936. Este retablo fue realizado por los entalladores portugueses Manuel Pinto y Custodio Álvares en 1703 y contaba con esculturas de Pedro Roldán. Según el historiador local, sería remplazado por uno procedente de la desaparecida iglesia de la Victoria de Estepa, traído hasta Galaroza por mediación de Dª María Teresa Vázquez, viuda de Osborne, efectuando la obra de adaptación el carpintero Rafael Fernández Fernández. El historiador cometería el error de identificar el retablo como procedente de la iglesia de la Victoria, iglesia estepeña que se estaba desmantelando a partir de 1938, puesto que se conoce que este retablo fue trasladado a la iglesia de Santiago Apóstol de Herrera, Sevilla, en 1941.

Retablo mayor de Galaroza.
Desaparecido en 1936
El origen erróneo del retablo mayor de Galaroza se acepta en el ámbito académico y en 2006 los autores de la "Guía artística de Huelva y su provincia" toman este dato como verídico y nos dicen que en el presbiterio de la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Galaroza podemos ver un espléndido retablo de estípites de la segunda mitad del siglo XVIII, procedente de la desaparecida iglesia del convento de la Victoria, de Estepa, descripción que se acompaña de una fotografía del mencionado retablo.

El retablo de Galaroza podría identificarse como el retablo mayor de la desaparecida iglesia estepeña de la Concepción por la similitud con las descripciones que conservábamos del mismo, ya que no se conserva ninguna fotografía del retablo en su situación original de la ermita de Estepa. Se trata de un retablo realizado en los años centrales del siglo XVIII, coincidiendo con las obras realizadas en el templo a instancias del VII marqués de Estepa. Su ejecución debió correr a cargo de uno de los talleres antequeranos que trabajaron en Estepa durante esta época, especialmente se pude relacionar con el taller de Francisco Primo, dadas las similitudes que presenta en su diseño con otros retablos atribuidos a este taller, tales como algunos de la iglesia de San Francisco o el mayor de la de San Sebastián.





El retablo, según la obra del historiador local de Galaroza, fue adaptado a la parroquia por el carpintero Rafael Fernández Fernández, por lo que se debió realizar la hornacina central del retablo que rellenaría el hueco que se abría para dar paso al camarín en Estepa. El retablo no conserva tampoco ninguna de las imágenes que originalmente lo adornaba: San Joaquín y Santa Ana en las hornacinas laterales; San Miguel Arcángel sobre el arco de vano del camarín y cuatro ángeles junto al manifestador. En su lugar, dos santos ocupan las hornacinas laterales, uno sostiene un libro y otro abraza la cruz; sobre la hornacina central está otro religioso y sobre los dos grandes estípites centrales están en el ático las imágenes de los arcángeles San Miguel y San Rafael. Llama la atención que el retablo no conserve tampoco ningún escudo del Marquesado de Estepa, que es muy común en los retablos estepeños, pudiendo haber sido suprimido o mutilado durante la adaptación.




En cuanto a la fecha en que se produjo el traslado del retablo, debe situarse entre finales de agosto de 1936, pues hasta el 24 de este mes las tropas de Franco no ocuparon Galaroza, y el comienzo del pontificado hispalense del cardenal Segura, el 12 de octubre de 1938, cuando muestra su interés por los retablos estepeños de la Concepción. Cabe señalar además que desde 1933 y hasta 1939 fue párroco de Santa María el presbítero jerezano Manuel Salido Gutiérrez, quedando el ya mencionado Víctor Gamazo tan sólo como párroco de San Sebastián, y siendo por aquel entonces arcipreste de Estepa el presbítero Manuel Mª Blanco Alés, a la sazón párroco de Casariche.

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-La Iglesia de la Victoria: retablo mayor. Devociones de Estepa. 2012
-Aspectos históricos de Galaroza. Rodríguez Beneyto, E. Sevilla, 1986
-La Iglesia parroquial de la Purísima Concepción. La Crónica de Galaroza. Enero, 2017.
-Guía artística de Huelva y su provincia. Carrasco Terriza, MJ y otros. Fundación José Manuel Lara, Sevilla. 2006
-Retablistas portugueses en las poblaciones fronterizas del antiguo reino de Sevilla a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Sánchez-Cortegana, JM. Laboratorio de Arte. Universidad de Sevilla. 1999.