26/4/15

LAS CRUCES DE PIEDRA




Desde tiempos muy remotos existió en Estepa, su Comarca y provincias limítrofes, el fenómeno delictivo del bandolerismo. La pobreza y la rebeldía de las gentes ante ella, el elevado índice de incultura en la población, el resentimiento del más débil hacia el más poderoso, las desigualdades e injusticias sociales, el inconformismo y una serie de motivos de esta naturaleza, fueron la causa de que por nuestra zona de Estepa proliferaran los maleantes, estraperlistas, extorsionadores, secuestradores, ladrones, cuatreros, huidos de la justicia por crímenes cometidos etc. Todas estas gentes de azarosa y mala vida, para hacerse más fuertes, temidos y seguros, se unían en grupos de caballistas armados y bien pertrechados para delinquir, vivir en sus guaridas de las serranías y plantar cara a las fuerzas del orden que los perseguía. Dichos grupos eran conocidos con el nombre de “partidas”.

Bandoleros y contrabandistas cruzando
peligrosos y ocultos senderos en los
riscos de las sierras
Al frente de esta especie de patrullas iba siempre un jefe al que ellos obedecían llamándole capitán o comandante. Las “partías” estaban compuestos en mayor o menor número por individuos que se agregaban, y muchos de ellos evadidos de la acción de la justicia; por haber cometido algún crimen, razón por la cual se convertían en bandoleros muy buscados por estas tierras y otras, principalmente de Andalucía.

Ese bandidaje ejercido por unos sujetos de malos instintos y peor calaña, que casi siempre perpetraban sus crímenes sin piedad, y que a nada ni a nadie temían, dio lugar a la comisión de no pocos actos delictivos en los caminos de nuestra tierra y en los alrededores de la entonces villa de Estepa y otros pueblos: atracos a caminantes y carruajes de viajeros, secuestros, extorsión, asesinatos por robo, por viejas rencillas o ajustes de cuentas pendientes… en fin, que los caminos y sendas de los parajes cercanos a Estepa, se convirtieron en lugares poco seguros y muy peligrosos para transitar por ellos, aun con escolta.

Fueron muchas las personas que por causa de estos delitos, en dichas veredas y cruces de caminos perdieron la vida a manos de tales bandidos, que armados de pistolas (“perrillos”), grandes y aterradoras navajas (“facas”) que portaban en la faja, o temibles armas de fuego como los “trabucos”, cometían sus violentas acciones de atracos y terribles asesinatos.

Grabado del asalto de los bandoleros a una diligencia,
en los abruptos caminos de las serranías andaluzas
En muchas ocasiones, y si los familiares de las desgraciadas víctimas eran “pudientes”, encargaban a los canteros o picapedreros estepeños, el trabajo de labrar una tosca cruz hecha de piedra caliza, que era luego colocada en el lugar donde se había cometido la muerte violenta del miembro de esa familia.

De esa forma, o por esa causa, los caminos cercanos a Estepa se fueron poblando de dichas cruces de piedra de austera factura, que venían a perpetuar en la memoria de todos los que junto a ellas transitaban: vecinos, arrieros, pastores, caminantes y viajeros, el triste recuerdo del asesinato de una persona. Y para eso, señalando el lugar, allí estaba la “Cruz de piedra”, y aún siguen estando las pocas que ya existen, pues algunas de ellas, han sido destruidas por la bárbara acción de la mano de algún individuo, o quitadas del lugar donde un lejano día fueron colocadas para dar testimonio con su estática presencia, de la barbarie de algunos hombres, cometida contra otros a los que les fue arrebatada la vida.

-Cruz del paseo de Roya: situada en el que hace siglos era el camino de entrada a Estepa desde Sevilla y hoy el camino al manantial de Roya.



-Cruz de la calle Cruz de Piedra: situada en el carretera que iba a la Sierra y a Gilena.



-Cruz de la “Vereílla Marta”: situada en el camino bajo el actual cementerio que se dirige hacia la sierra de El Hacho. Tiene en ella la inscripción INRI y “Año de 1781”.





Fotografías y artículo publicado en el blog "Desde la Alcazaba" de D. Antonio Rodríguez Crujera:
-Una vieja tradición en Estepa, las Cruces de Piedra. 2012