-Vida familiar:
Don Lorenzo Suárez de Figueroa, llamado “el Viejo”, nació en el año 1344 en la milenaria Torre de Figueroa, en las tierras propiedad de su familia, allá en la villa gallega de Abegondo, cerca de Betanzos, trasladándose después a Écija y luego a Extremadura. Otros datos, dicen de él que posiblemente naciera en 1345 en la ciudad de Écija (Sevilla), del matrimonio entre Gomez (o Gomes) Suárez de Figueroa, y Teresa López de Córdoba, señora de la Torre de Monturque.
Se casó en dos ocasiones; la primera con Isabel Mexía, con quien tuvo dos hijos; Gomes Suárez de Figueroa e Isabel Suárez de Figueroa, y en segundas nupcias, lo hizo con María Catalina de Orozco. Don Gomes Suárez de Figueroa, en quien hizo mayorazgo, llegó a ser Mayordomo Mayor de la reina Catalina de Lancaster y contrajo matrimonio con doña Elvira Laso de Mendoza. Además tuvo el Maestre hijas legítimas que contrajeron matrimonio con hijos de grandes del reino; su hija doña Catalina Suárez de Figueroa, casó con el marqués don Iñigo López de Mendoza, hijo de don Diego Hurtado de Mendoza.
En el Convento de San Marcos de León, hoy convertido en hostal-parador de lujo, hay una cenefa donde se encuentran esculpidas las efigies de reyes e importantes personajes de la historia. Una de ellas corresponde al maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de la Orden de Santiago.
-Relación con la Orden Militar de Santiago:
La Orden de Santiago fue una institución militar y religiosa surgida en el Reino de León, dirigida por Comendadores y Maestres, y debe su nombre al santo Apóstol Santiago el Mayor, considerando que fue el primer apóstol que vino a predicar el Evangelio a las tierras de Hispania. A la derecha, podemos ver los símbolos de la Orden: la cruz en forma de espada flordelisada en empuñadura y brazos, y la concha de vieira atributo de Santiago.
El objetivo inicial de esta Orden ecuestre, era el de proteger a aquellos peregrinos que hacían el Camino de Santiago, y mantenerse en la lucha constante para hacer retroceder y expulsar a los musulmanes que habían invadido la Península ibérica adueñándose y estableciéndose en ella como en solar propio.
Criado desde pequeño en el ámbito de la Orden Militar, su padre, don Gómez Suárez de Figueroa, era ya segundón de la casa, y por ello salió a probar suerte, y consiguió éxitos guerreando en las filas de la milicia del Señor Santiago, llegando a ser Comendador Mayor de León, con sede en Llerena. Luchó en la batalla del Salado de la que salieron victoriosos, muriendo después en las tierras de Arabiana junto al Moncayo, en el año 1359, en lucha contra el bastardo don Enrique. De no haber muerto, los planes futuros que el rey tenía ordenados para este Comendador, eran hacerlo Maestre de la Orden.
(Batalla del Salado, 30 de octubre de 1340)
Su contacto con la Orden Militar Santiaguista era por tanto muy estrecho, y esto hizo que don Lorenzo, el personaje que nos ocupa, se forjase desde joven como hombre de grandes virtudes y habilidad, siendo admitido para vestir el hábito de Santiago, cuyo traje de ceremonial era la capa blanca con una cruz de color rojo con la forma de espada, flordelisada en la empuñadura y los brazos. Tras ser Comendador de Lobón, fue enviado a Mérida, y de allí a la encomienda de León. Después fue creciendo más en virtudes y merecimientos, y con la edad llegó a ocupar la dignidad de Maestre, que dirigió la Orden como buen caballero y religioso durante veintitrés años y nueve meses; tiempo bien gastado en los servicios a Dios, su rey y su Orden.
El día 28 de octubre del año 1387, en la ciudad de Mérida, fue elegido trigésimo quinto (otras fuentes dicen trigésimo segundo) Maestre de la Orden Militar de Santiago, sucediendo en el cargo a Garci Fernández de Villagarcía.
Para su elección hubieron de reunirse los Trece Comendadores de la Orden –está constatado que el número de trece “freires” Comendadores, lo era en memoria de Jesucristo y sus Apóstoles- “poniendo a disposición de su Maestre incalculables riquezas, un considerable ejército y una influencia decisiva en todos los asuntos graves del reino”. El hijo del Maestre electo, don Fernando IV Suárez de Figueroa, Obispo de Badajoz, actuando como comisario delegado representante del Papa, en nombre de éste, confirmó dicha elección en la ciudad de Guadalupe.
Se le dio el cargo de primer Maestre propietario de la Orden, en contra del voto de pobreza, por lo que don Lorenzo, solicitó al papa Bonifacio IX la reglamentación del usufructo de las propiedades agregadas a la Orden, la cual concedió el pontífice el día 31 de enero de 1393 -seis años después de su nombramiento como Maestre-, mediante la bula Bullarium Militiae Sancti Iacobi. Esta licencia le permitió hacer mayorazgo en su hijo don Gómez, quien luego sería su sucesor y heredero.
“La jerarquía ocupada por don Lorenzo llevaba inherente la obtención de pingües beneficios, pues, según la bula anteriormente citada, disfrutaría la mitad de las rentas y frutos de la Orden. Aparte de todo ello, sus posesiones patrimoniales (…) y los bienes sitos en Ecija, de su mujer, Dñª. Isabel, así como sus servicios a la Corona, le permitieron conseguir numerosos territorios y villas por donación real o por compra a otras familias, a fin de fundar el gran mayorazgo que él mismo pudo conocer en vida”
Con este nombramiento pues, la Casa del Maestre tomó un auge inmenso, ya que el titular del maestrazgo se convierte entonces en una especie de pequeño monarca con súbditos casi propios y gran autoridad y poder de decisión para defender sus tierras -que como se ha dicho, cedió a su hijo-, y las de su Orden, cuyas fronteras por aquellos tiempos de guerras contra moros y portugueses había que proteger de sus amenazas.
En una Castilla donde reinaba don Juan I, monarca débil que dos años antes había sido derrotado por los portugueses en Aljubarrota. Un reino inmerso en divisiones internas, amenazado desde el exterior por los ingleses, portugueses, y los moros desde dentro, estos poderosos señores habían de defender sus territorios y fronteras siendo muy importante y decisiva su contribución militar a la Corona.
A este rey poco enérgico, le sucedió su hijo, Enrique III, con tan sólo once años de edad. Los que ambicionaban más poder y posesiones, se preparaban para aprovechar las circunstancias de la debilidad del reino, pero don Lorenzo usando la prudencia y perspicacia que eran habituales en él, se previno contra cualquier eventualidad, y junto a otros poderosos señores del reino se presentó en Madrid ante el joven monarca don Enrique, y besó su mano en señal de reconocimiento y acatamiento como a su señor y rey, que en agradecimiento por su fidelidad y desinterés, el 26 de febrero de 1394, donó a don Gómez Suárez de Figueroa, hijo mayor y heredero de don Lorenzo, las villas de Feria, Zafra y La Parra, en tierras de Badajoz, en Extremadura.
(Villa de Feria)
Como ya se ha dicho, ganó mediante bula Apostólica la facultad de poder testar hasta la mitad de sus bienes, y fue el primer maestre propietario que hubo en la Orden, pues hizo mayorazgo en su hijo primogénito a quien cedió las villas de Feria, Zafra y La Parra, ganadas cuando ya tuvo la dignidad de Maestre, obtenidas por merced del rey don Enrique, además de los lugares de Oliva, Valencia, Villalba y Nogales que obtuvo por la compra que de ellos hizo.
-Su carrera bélica:
En la Orden era conocido como “el buen” Maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa; y el calificativo de “bueno” en el cargo y en su persona, le fue puesto por los muchos bienes y cosas que hizo y por la bondad que tuvo y siempre usó hasta su muerte. Fue uno de los más destacados Maestres, del que dicen las reseñas históricas que presidió su maestrazgo pacíficamente, y ello extraña un poco, habida cuenta de los conflictos y luchas mantenidas desde siglos atrás contra los árabes, además de los problemas intestinos e intrigas entre reyes y poderosos caballeros, que amenazaban la convivencia y la vida de España.
Aparte de los árabes y las rencillas internas, por aquellos años del siglo XIV, en la época de este valeroso y esforzado Maestre, España y Portugal entraron en ofensivas bélicas a lo largo de su frontera común.
En Extremadura, tierra colindante al Oeste con el país vecino, hubo muchas entradas o incursiones en nuestro territorio llevadas a cabo por el conde don Alvar Núñez de Portugal, quien ponía en peligro los pueblos y tierras del reino de Castilla. Pero no debió contar este conde don Alvar con que el maestre don Lorenzo solía estar la mayor parte del tiempo en sus feudos de aquellas tierras, y enfurecido por las muchas agresiones e incursiones ofensivas a nuestro suelo, determinó pagarle al conde lusitano con la misma moneda entrando con sus huestes en el reino portugués talando cuanto se ponía a su alcance, destruyendo, quemando y haciendo todo el daño que podía a los contrarios, siempre en servicio y lealtad al rey don Enrique III “el viejo” (1390-1406).
Por causa de su probada lealtad a la corona y al rey que la ostentaba, el monarca castellano “le fizo merced de la ciudad de Ecija…, i diole las villas de Feria, i Çadra (Zafra) i Parra”. Fue don Lorenzo “onbre de buen seso natural… mucho grangero, i allegador de facienda, asy de rentas… como por mercedes, y donos que procurava, i avía del Rey…, tenía grand cabaña de yeguas, i buenos cavallos”. Fue por tanto avezado criador de yeguas y excelentes caballos.
-Sus construcciones:
Además de contar con una condición natural de buen constructor de grandes edificios en cuyas obras hizo cuantiosos gastos; entre otras muchas, el monasterio de Santiago de la Espada, en Sevilla. "En febrero de 1409, poco antes de su muerte, el maestre de la Orden Militar de santiago, don Lorenzo Suárez de Figueroa, obtenía la bula del Papa Benedicto XIII, que le otorgaba la facultad de fundar un monasterio sujeto a la Regla de su Orden en la ciudad de Sevilla. (Daniel Rodríguez Blanco, Dpto. Historia Medieval. Universidad de Sevilla)" donde luego mandaría que a su muerte, su cuerpo quedase allí descansando para la eternidad. Don Lorenzo fundó en 1405 el Monasterio de Santiago de la Espada, situado en el tramo final de la calle San Vicente, esquina con calle Guadalquivir, en la que entonces se llamaba calle de Santiago de la Espada, en el barrio de San Lorenzo, de Sevilla. La invasión francesa promovió el saqueo del convento, siendo renovado el mismo en 1816. Posteriormente, con la desamortización, el mismo pasó a ser propiedad particular, hasta que en 1893, el arzobispo Benito Sanz y Fores compró el mismo y las casas vecinas para la orden Mercedaria de la Asunción. Su iglesia (s. XVII), que da a la calle Guadalquivir, era gótico-mudéjar con bóveda de nervadura. Sufrió un incendio en 1772, que dio origen a su casi completa reconstrucción. En él residieron las hermandades del Gran Poder (finales del XV a finales del XVI y Soledad de San Lorenzo (mediados XVI). Actualmente residen en él las monjas Mercedarias de la Asunción.
También edificó las casas y bastimentos de Llerena y de la Fuente del Maestre. De cal y piedras que buscó caídas y desechadas, mandó hacer y reforzar casi la totalidad de las murallas, las torres defensivas y adarves de Xerez, cerca de Badajoz, y de Fuentes del Maestre. Ordenó asimismo construir la torre del Homenaje, reparar y reforzar las murallas y torreones del castillo de Estepa perteneciente a la encomienda santiaguista de la que ha quedado dicho, era Maestre. En la torre del Homenaje de Estepa había la siguiente inscripción:
"Esta torre mando facer Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de Santiago. Quien quiera saber lo que costó, faga otra como ella y saberlo ha".
(Hojas de higuera, emblema de los Figueroa, en el interior y exterior de la Torre del Homenaje de Estepa)
Labró también las casas y los castillos de Villalba, Oliva y La Torre de Monturque, que eran entonces, buenos y notables edificios. Durante su maestrazgo dispuso reparar muchas iglesias y capillas de la Orden, mandando poner en ellas algunas imágenes de alabastro.
Fue un hombre muy amante de sus familiares, pero especialmente lo fue con sus parientes gallegos, y siempre favoreció a muchos de ellos llegados hasta las tierras de Extremadura, “donde quedaron asentados con onrra i facienda”, “i en otros lugares del Reyno, donde oy día ay assaz memoria de sus linajes que son: los de Figueroa, i Mosqueras, i Moscosos, i Mexías, i los Docampo, i Villalobos, i Tordoyas, i otros muchos…”
-Rasgos de su personalidad
Este personaje nacido en tiempos del medievo, donde sólo unos pocos privilegiados eran los que sabían leer y escribir, poseía en su cámara una biblioteca en la que guardaba muchos volúmenes de libros muy buenos, además de ejemplares de las crónicas de aquél tiempo.
Don Lorenzo Suárez fue muy rico. En su casa abundaban el dinero, la plata, grandes joyas y ricos paños, sedas y granas, así como ricas tapicerías. Era propietario el Maestre de Santiago de buena cuadra donde criaba los mejores caballos y otros ganados. También poseía buenos pertrechos para sus campañas militares, como armas, tiendas y otros bastimentos.
En aquellas épocas de constantes guerras y muchos avatares, los hombres debían ser buenos jinetes, y este don Lorenzo lo era, pues sobresalía en su afición de gran montero, que salía al campo con los buenos canes de los que era amo –y debería ser muy cierta su afición y cariño a los perros, puesto que en su efigie labrada sobre el sepulcro donde están sus restos, a sus pies, aparece echado uno de esos fieles y leales animales –, y cabalgaba tanto, y era tan diestro con el caballo, que el arte ecuestre parecía serle innato, y en él que se convertía en algo natural.
Para darnos una idea de algunos rasgos del aspecto físico de don Lorenzo, las notas que he hallado sobre él, nos dicen que era un hombre grande de cuerpo y algo robusto, recio y bien apersonado.
Debía ser también una persona muy activa, que nunca estaba ociosa pues jamás dejaba tarea alguna que debiera hacerse hoy, para hacerla al día siguiente. Cualidad esta, la disciplina, de la que daba ejemplo a todos los suyos, que seguían su doctrina y tomaban buena nota, teniéndolo como ejemplo.
Y debería ser muy cierta su afición y cariño a los perros, puesto que en su efigie labrada sobre el sepulcro donde están sus restos, a sus pies, aparece echado uno de esos fieles y leales animales que parece mirar a su señor que yace muerto.
Fue un hombre poco hablador, de escasas palabras pero de buen seso y entendimiento, de gran recogimiento y regla tanto en su casa como en su hacienda, por lo que para juicio de algunos, era tenido por escaso y codicioso; mas tenía la gran cualidad de que aquello que él daba, lo otorgaba de tal manera, que la forma suplía el efecto de la materia, porque era luego dado y en dineros contados y muy secretamente; de forma que tales actos honraban mucho los dones, de tal manera que el que lo recibía no se sentía agraviado, y el que lo daba, mostraba no querer vanagloria.
Hombre esforzado y diligente en las guerras y de buena ordenanza, que solía guiarse mucho por los consejos de los astrólogos. Así, conquistó los castillos de Pruna, Ortegícar, Teba, Setenil, que estaban en manos de los moros, y fue Gobernador del Reino durante el tiempo de la minoría de edad del rey Enrique III, que el 28 de febrero de 1389, lo nombra primer Señor de Feria.
(Escudo del Ducado de Feria, compuesto de cinco hojas de higuera)
El final de la vida de don Lorenzo Suárez de Figueroa llegó en febrero del año 1409, cuando contaba con sólo sesenta y cinco años de edad.
Su cuerpo, por propio mandato, fue enterrado en el Monasterio sevillano de Santiago de la Espada, que él mandó construir, y tras diversos avatares en el tiempo y en la historia, ahora reposan sus restos en el Panteón de Sevillanos ilustres, en la cripta bajo la Iglesia de la Anunciación en la ciudad de Sevilla, donde junto al de don Lorenzo, entre otros se hallan los enterramientos de personajes sevillanos de nacimiento o de adopción, como el humanista, biólogo, escritor y consejero de Felipe II, Benito Arias Montano; don Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, muerto en agosto de 1492, distinguido caballero que estuvo en la conquista y rendición de Granada junto a los Reyes Católicos; el escritor utrerano, Rodrigo Caro, muerto el 10 de agosto de 1647; el escritor de Baena, muerto en Sevilla el día 17 de febrero de 1878; la escritora Cecilia Bölh de Faber, conocida por el pseudónimo de "Fernán Caballero", fallecida el 7 de abril de 1877; el escritor sevillano Alberto Lista, muerto en 1848; el escritor de las Rimas y Leyendas y poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, y su hermano el pintor Valeriano Bécquer, muertos ambos en 1870.
Páginas relacionadas y de consulta:
-El Maestre Suárez de Figueroa (Encomienda Santiaguista)
-Don Lorenzo Suárez de Figueroa (I), (II), (III) (Desde la Alcazaba)
-La Torre del Homenaje del Castillo de Estepa (I) (II) (Desde la Alcazaba)
-Panteón de sevillanos ilustres (La Sevilla que no vemos)