13/6/20

LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y EL CORPUS CHRISTI

Alegoría Eucarística.
Iglesia de San Benito. Sevilla
María, desde el mismo momento de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de pecado, es decir, fue concebida y nació libre del pecado original. El Hijo de Dios no podía ser concebido y gestarse en un vientre sujeto a la corrupción de pecado. Por eso Ella fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias pecaminosas, sin deseos desordenados. Su corazón totalmente puro, esperaba, ansiaba y añoraba sólo a Dios. Toda esa acción milagrosa del Espíritu Santo en ella tuvo un propósito: prepararla para llevar en su seno al Salvador del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador. De ahí el saludo del ángel en la lectura evangélica que dispone la liturgia para esta solemnidad (Lc 1,26-38): “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.

María, por tanto, tenía que ser pura y “llena de gracia”. La gracia es la presencia personal y viva de Dios en la vida de una persona. Por eso la gracia es incompatible con el pecado. En un momento cuando aún la humanidad no había sido redimida del pecado por la pasión y muerte salvadora de Jesús, María brilla como la “llena de gracia”, escogida por Dios desde la eternidad para ser la Madre del Salvador.

María es la “mujer” de la promesa del Génesis (3,9-15.20): “establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón” (v. 15). María, la Inmaculada, la llena de gracia, se convierte así en la “nueva Eva”, madre de la “nueva humanidad” inaugurada en Cristo. Como nos dice San Ireneo: “Eva, por su desobediencia, creó el nudo de la desgracia para la humanidad; mientras que María, por su obediencia, lo deshizo…

El Papa Pío IX plasmó con las siguientes palabras en la carta apostólica Ineffabilis Deus el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854: “Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto, debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”. Como expresa la Ineffabilis Deus, el dogma propone como verdad de fe que, “en previsión de los méritos de Cristo”, María fue concebida libre de todo pecado.

María Inmaculada es Madre de Dios, que llevó en su vientre al Redentor del mundo. Fue, por consiguiente, el primer “sagrario”, esa “custodia viva” del Señor. En numerosas procesiones sacramentales la Inmaculada Concepción precede al Cuerpo de Cristo Sacramentado recordándonos que ella fue el primer Sagrario, virginal y preservado de mancha del pecado original desde el primer instante de su ser natural. En la mayoría de los altares que se montan para el Corpus es usual la presencia de la Inmaculada. Pero no es sólo así durante esta festividad: en la mayoría de las iglesias el Sagrario está presidido por la Inmaculada Concepción, al igual que se puede encontrar en el manifestador de los retablos mayores de los templos.

Inmaculada Concepción en la capilla
del Sagrario de Los Remedios
Altar para la festividad del Corpus Christi
Inmaculada Concepción en el manifestador de
la Iglesia de La Asunción.