2/3/18

LA SAETA EN ESTEPA


La saeta es un canto religioso tradicional interpretado fundamentalmente en las procesiones de Semana Santa en España, especialmente en Andalucía y algunas zonas de Extremadura, Castilla La Mancha y Murcia.

La saeta es un canto popular que se ejecuta al paso de las procesiones, donde la piedad se transforma en un quejido y lamento profundo. Es una comunicación sentida y profunda entre el cantaor y la imagen de Jesús o la Dolorosa. De ahí su origen en la palabra latina sagitta, que significa flecha, la cual expresa muy bien esta plegaria. En el siglo XIX, Antonio Machado Álvarez definía las saetas como "cancioncillas que tienen por principal objeto traer a la memoria del pueblo, especialmente en los días del Jueves y Viernes Santos, algunos pasajes de la pasión y muerte de Jesucristo (...) coplas disparadas a modo de flechazos contra el empedernido corazón de los fieles".

Aunque el origen musical de las primitivas saetas es incierto y muy discutido, se les atribuye una raíz árabe relacionado con las llamadas a la oración de los almuédanos desde los alminares de las mezquitas andalusíes y una raíz judeo-hebraica relacionada con cantos judíos o salmodias sefardíes. Esta visión del parentesco entre la saeta y determinados cantes religiosos orientales ha sido recalcada por la etnografía comparada. 

De ahí procedieron las llamadas saetas de frailes, estructuradas por los cantos procesionales cristianos de los misioneros franciscanos en los siglos XVI y XVII, quienes llamaban saetas a "los avisos y sentencias que en forma de coplillas recitaban o cantaban por las calles en determinados momentos", incitando a la devoción y a la penitencia. Estas coplillas se cantaban durante los Rosarios de la Aurora, Novenas de Ánimas, Misiones y otros actos religiosos, y fueron extendidas por toda Andalucía por los frailes capuchinos. En todos estos actos religiosos, era frecuente que los asistentes hicieran manifestación pública de su arrepentimiento por los pecados cometidos, de aquí el nombre de penitentes. La referencia más antigua data de 1671 cuando dos padre jesuitas, Tirso González y Juan Gabriel Guillén, recogen esta denominación para el cantar que el pueblo de Arahal realizaba en una de sus misiones. En 1791 Fray Diego de Cádiz recogió las coplillas y saetas que componía en sus misiones por toda Andalucía en su obra “Aljaba Mística o exhortaciones y saetas para el uso de las Santas Misiones”. A este tipo de saetas primigenias se le denomina “saetas penitenciales”, pudiendo dividirse a su vez en “del Arrepentimiento o del Pecado Mortal” (perteneciente a las Hermandades de Ánimas) y “penetrantes o franciscanas” (cantadas por los frailes franciscanos y capuchinos en sus procesiones).

Estos romanceros de la pasión dieron lugar a la “saeta llana, vieja o popular”, que eran cantes sencillos y simples, más cortos y sobrios de estilo, sin adornos de melismas y ayes. Dentro de este grupo se incluye el Pregón, que más que un cante es un recital, interpretándose todavía en algunos pueblos andaluces. Otro grupo que se incluye en esta tipología son las “saetas autóctonas”, que han tomado forma en diferentes pueblos andaluces diferenciándose entre sí en su estilo, entonación o musicalidad con la que se cantan: Marchena (molederas), Castro del Río (samaritanas), Puente Genil (saetas cuarteleras), Lucena (saetas de santería), Cabra (saetas del prendimiento), Loja (sátiras e incensarios), Arahal. Fuera de Andalucía, se trabaja por recuperar la saeta primigenia de Cáceres. Los temas de las saetas antiguas se pueden clasificar en “saetas narrativas” cuando describen la pasión y muerte o “saetas explicativas” cuando dan a conocer al pueblo el misterio representando en el paso. Las saetas narrativas y explicativas surgen a mediados del siglo XVIII, son verdaderamente las primitivas y solían ser cantadas por miembros de los cortejos. Estas saetas fueron un canto popular entre 1800 y 1840.

Las saetas cantadas actualmente son las llamadas saetas flamencas, que supusieron una transformación, no una evolución, producida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a partir de las primitivas saetas. La saeta se transforma en un canto a solo muy elaborado y de extrema dificultad interpretativa que expresaba profundos sentimientos. El tema de estas saetas las hace llamarse “saetas afectivas” porque manifiestan afecto, devoción o súplica. La saeta afectiva surge a mediados del siglo XIX y era cantada de forma espontánea como un “quejío” por el devoto. Este tipo de saeta se extendió rapidamente por Andalucía y fue el estilo usado por los artistas flamencos. La saeta flamenca presenta dos variantes principales: la saeta por seguiriyas, que es la más extendida, o martinetes; la otra es la saeta carcelera, de carácter algo más alegre. La edad de oro de la saeta flamenca se produce en el primer tercio del siglo XX, tras el cual vino una crisis durante los años sesenta y setenta al desaparecer los saeteros históricos que transmitían de forma oral su saber y su arte.

El cante saetero está considerado un palo difícil del flamenco, entre otras cosas porque la voz del saetero no lleva acompañamiento alguno. En el proceso de la adopción de ritmos flamencos de la saeta intervinieron los grandes del cante flamenco: Manuel Centeno, al que se atribuye la autoría de la saeta por seguiriyas, Caracol, Antonio Mairena, Antonio Chacón, Manuel Torre, La Serrana, Medina El Viejo, La Niña de los Peines, Manuel Vallejo o la Niña de la Alfalfa. Grandes de la copla como Juanita Reina, Marifé de Triana o Rocío Jurado también se atrevieron con su difícil cantar. Entre los principales saeteros actuales destacan El Sacri, José de la Tomasa, Diana Navarro, Álex Ortiz o Manuel Cuevas.

El texto de la saeta está compuesto por 4 o 5 versos octosílabos, y tiene siempre un significado religioso que alude a los hechos de la Pasión. Desde su origen, arraigado en el folclore andaluz, es un rezo en voz alta dirigido a la Virgen María o a Jesucristo, pidiendo ayuda o alguna gracia. La saeta se canta al paso de las imágenes de una procesión de Semana Santa, a pie de calle o desde un balcón. Al comenzar a oírse, los asistentes guardan silencio y buscan el lugar de donde proviene la voz. El capataz decide si parar a la cuadrilla de costaleros o continuar caminando. Los devotos encuentran realizado en la saeta su deseo de demostrar su devoción a través de su arte.

Actualmente, como en otros palos del flamenco, se trabaja por recuperar y fortalecer la tradición, organizándose concursos, conferencias o exaltaciones. Las Hermandades y Peñas flamencas alentaron las primeras Escuelas de Saetas, siendo la primera escuela creada en Marchena y después en 1992 en la Hermandad de la Cena de Sevilla. También proliferan los certámenes y concursos de Saetas que permiten dar a conocer los nuevos valores de este arte, como el Concurso de Mairena del Alcor, el más veterano, con más de 50 años.

En Estepa, la tradición de las saetas data también de gran antigüedad. Desde el siglo XVIII, las cofradías estepeñas predicaban con un sermón o pregón con anterioridad a la salida procesional. Este sermón constituiría un recital cantado que explicara la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y el pasaje que se daba a conocer al pueblo con el misterio representado por la hermandad. Estaríamos hablando de uno de los tipos de las llamadas “saetas llanas”, a las que el cantaor le daría los matices característicos de las tradiciones del pueblo. Así, a finales del siglo XIX, se recoge que al amanecer del Jueves Santo se predicaba con “el sermón de Azotes” correspondiente a la Hermandad del Stmo. Cristo Amarrado a la Columna, y por tarde con “el sermón del Dulce Nombre” relacionado con la hermandad homónima; en la mañana del Viernes Santo con el “sermón de Pasión” convocado por la hermandad de Jesús Nazareno, y por la tarde “el sermón de la Soledad” con anterioridad a la procesión del Santo Entierro.

El pueblo de Estepa conocería de buena mano el efecto que provocaba en la gente las saetas penitenciales o del arrepentimiento cuando a finales del siglo XVIII fue visitado por Fray Diego de Cádiz. Las coplillas y saetas que componía en sus misiones por toda Andalucía fueron recogidas en su obra “Aljaba Mística o exhortaciones y saetas para el uso de las Santas Misiones”. Del 4 al 19 de marzo de 1780 Fray Diego de Cádiz celebró una misión en Estepa en la que el clero organizó una procesión donde se cantaban saetas. Fray Diego recogió en una carta enviada a su director espiritual que "el clero por comunidad salió a las diez o más de la noche, rezando el Miserere, cantando saetas, etc..."

Las órdenes religiosas estuvieron, de hecho, también presentes en el nacimiento de la saeta primitiva que buscaba infundir el arrepentimiento entre los fieles. Los franciscanos estepeños Padre Francisco de Paula de Estepa y el venerable Padre Páez mantuvieron y fomentaron en sus misiones y como es natural mantenían el canto de la saeta. En Estepa, la “Obra Pía del Pecado Mortal”, en su origen en la ermita de la Veracruz y vinculada a la cofradía, recorría las calles estepeñas todos los viernes pidiendo limosnas para fines caritativos y de culto, y así dedicar misas en memoria de los que estaban en pecado mortal. Su labor la llevaban a cabo tocando una campanilla y acompañándose de coplillas y recitales como “para hacer bien y decir misas por la conversión de los que están en pecado mortal”. El “Pecado Mortal” estepeño fue pretendido a finales del siglo XVIII tanto por la Hermandad de San Pedro como por la Orden Tercera de Servitas, lo que provocó un pleito en 1765 y su resolución en 1800 con la unificación de ambas corporaciones. Estas instituciones religiosas tenían la misma función que las bacinetas de Ánimas con sede en San Sebastián, Santa Ana o Los Remedios.

En 1885 se recoge en La Voz de Estepa una queja de un redactor por la temática de las saetas que se cantaban al paso de las procesiones. Su aportación fue la siguiente: “En cambio, la costumbre de cantar saetas es una bonita costumbre. Si señor: ¿por qué negarlo? ¡vaya si lo es! Porque las cantan con un estilo... Aún recuerdo aquella que dice: En la calle La Amargura// hay una piedra redonda// donde Jesús puso el pie// para subir a la gloria. Lo que quiere decir que si Jesús no hubiera encontrado piedra donde hacer hincapié, de seguro se queda en tierra. Y no vayan ustedes a creerse que la citada saeta constituye una excepción. Nada de eso: como ésta son casi todas.” Se daba en esta época en Estepa una Semana Santa más cercana a los pueblos de Puente Genil o Herrera, con más pasos y figurantes en los cortejos, y al parecer el citado redactor no estaba de acuerdo con el devenir de los cortejos de su época al quejarse también de la actitud de los demandantes, los romanos o las figuras representativas. Se trataría de saetas que habían sido ya aflamencadas y cuya temática, más afectiva, no eran del gusto de este redactor.

Estepa llegó a contar con grandes saeteros como Rosalía de Pedro Panza, Teresa Muñoz Borrego, Manuel Martín Cabezas, Eusebio Palacios García, Carmen Torres Ortiz y Antonio Torres Ortiz. Las saetas solían cantarse a la salida de las imágenes de los templos y a la entrada de las mismas, en la plaza de los Remedios, en la plaza de la Victoria, desde los balcones y bocacalles, y sobre todo desde el barranco de la Cuesta el Viernes Santo.

En la actualidad, la Peña Flamenca “Manuel de Paula” de Estepa es la encargada de velar por el arte del flamenco y en consecuencia de la saeta. Cada año organiza en cuaresma una actividad relacionada con la saeta, como la “Exaltación de la Saeta” desde el año 2006 o conferencias. Entre los saeteros estepeños actuales destaca Juan Soto y Armando Mateos.

La saeta es una realidad viva y en crecimiento. Cabe recordar que el flamenco, y por tanto la saeta, fue declarada en 2010 por decisión de la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, cuyo día se celebra el 16 de noviembre, día de su declaración, por acuerdo de la Junta de Andalucía.


Artículos y obras consultadas:
-La saeta propia de los pueblos de Andalucía. R y M Infante. Revista Alboreá. Nº14. 2010. Portal del Flamenco y Universidad.
-Consideraciones y reflexiones en torno a la saeta. J. Salido Freyre. Revista Alboreá. Nº8. 2003. Portal de Flamenco y Universidad.
-Aplicación del meta-análisis al estudio de la saeta. R. Infante y MJ. Zafra. Revista Alboreá. Nº8. 2003. Portal de Flamenco y Universidad. 
-La saeta flamenca. A. Hita Malonado. Revista Alboreá. Nº14. 2010. Portal de Flamenco y Universidad.
-La saeta flamenca sevillana. Revista Alboreá. Nº15. 2011. Portal de Flamenco y Universidad.
-La Pasión de Cristo según la canta el pueblo andaluz. J. de la Plata. Revista Alboreá. Nº8. 2003. Portal de Flamenco y Universidad. 
-La Pasión de Jesucristo a través de la Saeta. Revista Alboreá. Nº15. 2011. Portal de Flamenco y Universidad.
-La saeta. Teología del pueblo andaluz. F. Prat. Revista flamenca ¡Anda! Nº9. 1996
-Religiosidad y música popular en la saeta flamenca. Análisis a través de la flamencología tradicional. JP Escudero Díaz. Avamus: Associació Valenciana Musicologia.
-La saeta, oración y lamento en la Semana Santa, es, como el flamenco, patrimonio de la Humanidad. J.G. Concepción. RTVE. 2012
-Una hipótesis: origen medieval de la saeta andaluza. P. Payán Sotomayor. 2001. Actas del IX Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval. A Coruña. 2005
-La saeta con voz de mujer. Bohórquez, M. El Correo de Andalucía. 2019
-Aljaba Mística o exhortaciones y saetas para el uso de las santas Misiones. Fray Diego de Cádiz. 1791
-Saetas populares. A. Aguilar y Tejera, 1916, complementado en 1928.
-Historia documentada de la saeta y campanilleros. Fray Diego de Valencina. 1947
-La saeta: la Pasión de Cristo según la canta el pueblo andaluz. J. de la Plata. 1984. Cátedra de flamencología y estudios folklóricos andaluces.
-Saetas, Pregones y Romances Litúrgicos cordobeses. L. Melgar Reina; A. Marín Rújula. 1987
-La Saeta. Mateos Fernández, A. Pasión y Glorias. Estepa, 2019.
-Cantes sin guitarra. La Saeta. Espinosa de la Vega, A. Boletín Blanca y Colorá. 2012