7/3/18

LA BACINETA DE LAS HERMANDADES

La limosna fue para las cofradías la mejor de las ofrendas con que los cofrades colaboraron para el engrandecimiento del culto y la demostración más fidedigna de la caridad de la cofradía hacia uno mismo, hacia el prójimo, y principalmente hacia el hermano. La limosna era un elemento de cohesión de la cofradía, pues la solidaridad manifestada por este medio propició que los cofrades siguieran las enseñanzas de la Iglesia y demostraran el amor a sus hermanos necesitados, socorriéndolos con sus limosnas. Como institución y dependiente de la iglesia católica, la cofradía proclamó la caridad cristiana, socorriendo materialmente a los cofrades no sólo en sus necesidades corporales sino también al ofrecerles la asistencia moral en sus necesidades espirituales. Aquí la caridad de la cofradía atendió a cuerpo y alma a la vez, haciendo tangible la definición que Santo Tomás de Aquino dio de la limosna como "lo que se da por amor de Dios para socorrer a un necesitado". También desde el siglo IV, los padres de la Iglesia coincidieron en que era necesario dar mucho para salvarse y ganar la gloria, y asignaron a la limosna el primer lugar entre las obras meritorias para ganar el cielo, "porque, por una parte, ella desprende de las riquezas que entorpecen el alma y la sujetan a la tierra, y, por otra parte, borra los pecados y ablanda al Soberano Juez".

Comienzo de las Instituciones divinas de
Lactancio en un manuscrito renacentista
escrito en Florencia ca. 1420-1430
por Guglielmino Tanaglia.
L. C. F. Lactancio enumera, en sus Institutiones divinae, bajo Constantino, las diversas obras por las cuales se hace uno agradable a Dios: dar de comer a quien tiene hambre, vestir al que está desnudo, alojar a los extranjeros y a los que no tienen asilo, prestar nuestra asistencia a los huérfanos y a las viudas, rescatar a los cautivos, visitar y cuidar a los enfermos pobres y dar sepultura a los muertos. Es innegable que las cofradías respondieron a la satisfacción de estas necesidades desde su origen, lo que le dio el carácter de una institución de asistencia social por excelencia.

En la Europa medieval correspondió a los obispos encargarse de socorrer a los pobres y los menesterosos, ayudándose de los diáconos y las diaconisas; sin embargo, contaron también con su mayordomo o “vidame”, sólo para proveer a las necesidades de los pobres y de los extranjeros.

Con el surgimiento de gremios y cofradías las limosnas de los cofrades fueron esenciales para la formación, desarrollo y madurez de las cofradías; la mayoría de ellas contó con numerosas capellanías y obras pías, por lo que pudieron atender a las necesidades de sus hermanos y hacer obras de caridad. Se convirtieron además en indispensables dentro de las parroquias. La primera de las obligaciones de las cofradías fue procurar los últimos auxilios materiales y espirituales de los cofrades y darles un entierro decente y digno cerca del altar de la cofradía. Sus constituciones especificaron también el tipo de caridad que harían con las limosnas, entre cuyas modalidades destaca: dar hospedaje a los hermanos de religión o extranjeros, dar de comer y vestir a los pobres, dotar a huérfanas y dar médico de ciencia y conciencia a los enfermos. Dentro de la mesa directiva de cada una de las cofradías correspondió al mayordomo encargarse de la colecta, administración y destino de las limosnas, procurando siempre obtener el mejor producto de ellas. Su obligación consistía en recolectarlas semanalmente y en forma extraordinaria el día de la festividad.

El mayordomo de la cofradía acompañaba a sus hermanos para recorrer las calles pidiendo limosnas para financiar las obras pías de la cofradía. Estas limosnas se depositaban en un pequeño recipiente con forma de caja, cepo o platillo al que los cofrades llamaban bacín, bacina o bacineta. Este ritual lo realizaban especialmente las cofradías con actos en la calle, como las cofradías del Santo Rosario o aquellas que pedían por las Benditas Ánimas.

En Estepa las obras pías más antiguas fueron realizadas por la cofradía de Ntra. Sra. de la Asunción con el hospital de enfermos, o el de la cofradía del Santo Cristo de la Sangre y Corpus Chisti que gestionaba un hospital para pobres transeúntes. La Hermandad del Santo Cristo Amarrado a la Columna, por citar alguna más, se encargaba desde su fundación del entierro de los ajusticiados. Estas cofradías realizaban esta labor incluso en los pueblos de los alrededores, donde solicitan la limosna en especie. Por ejemplo, la cofradía de la Asunción recogía grano, aceite, tocino y lana en las cuatro estaciones del año.

Cristo de la  Vera Cruz
Las limosnas se recogían en días sin especificar o en determinados días o fiestas relacionados con la cofradía. Era el mayordomo quien se encargaba de anotar la cantidad recogida en los libros de la cofradía, y de esta manera han llegado a nuestros días los datos relacionados con la labor que realizaban las cofradías. Como ejemplo se puede citar los datos que se recogen en los libros de cuentas de la Cofradía de la Vera Cruz con sita en la ermita homónima:

-1565-66: 9.202, 534 “que se llegaron la Semana Santa en los bacines”, total 9.736 mrs.
-1567-68: 3,346, 4.383 de los viernes, 5.925 de fiestas y entradas de hermanos y domingos, total: 13.654 mrs.
-1568-69: 1.728,5 bacín de domingos y fiestas, 3.698,5 de la limosna de los viernes, 4.810 “de los mrs. que se llegan los domingos y fiestas que son de bacín y testamentos”, 1.802 “de entradas de hermanos y bacines de Jueves y Viernes Santo, total: 12.039 mrs.
-1612: 59 reales y 6 mrs. de limosnas que los hermanos pidieron en los cultos desde 22 de junio hasta el primer viernes del mes de noviembre, 2012 mrs.
-1613: 14 reales y medio el Domingo de Ramos, 492 mrs., 5 reales el Domingo de Ramos en el plato de la Iglesia, 170 mrs, 26 reales que se habían juntado en la bacineta, 884 mrs., 111 reales en cinco partidas desde el Domingo de Ramos pasado de 1613 hasta la mañana de Pascua de entradas de hermanos, de los cetros y plato de Jueves Santo en la noche y Viernes Santo y mañana de Pascua, 3.774 mrs. total: 5.320 mrs.

Los libros de cuentas de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Remedios arrojan también abundante información sobre las fuentes de financiación de la cofradía. La corporación pedía limosnas en taza durante todo el año, bien de la venta del trigo, cebada y aceite que pedían entre los habitantes del campo y la ciudad con el fin de recaudar dinero para la Hermandad. El hermano mayor nombraba a los hermanos que realizarían esta función, llamándolos “demandantes”, tanto en los días del Octavario como en el resto del año, reservándose para los días principales los cargos y personalidades de la Hermandad. La homónima femenina nombraba también a las consiliarias como las figuras que realizarían esta labor, siendo su cargo mensual.

Capilla de Ánimas de la
Parroquia de San Sebastián
Las Hermandades de Ánimas, en particular, llevaban a cabo diversas diligencias para poder sufragar los gastos de las numerosas misas que dirigían a las Ánimas Benditas del purgatorio. A través de estas misas pedían por sus hermanos difuntos y por la liberación de sus almas. Fueron muy populares en todas las parroquias durante el siglo XVI, XVII y XVIII, y sus hermanos recorrían las calles para recaudar en sus bacinetas las limosnas para los gastos de las misas. Los hermanos recitaban poemas, versos, coplillas y saetas para ablandar el corazón de los fieles con su arrepentimiento y conseguir así una mayor cantidad de la limosna. En Estepa la referencia más antigua a la Hermandad de Ánimas data de 1625, cuando en unas cuentas de fábrica de la parroquia de San Sebastián aparece como receptora de las limosnas. Otra cofradía de Ánimas existió en el convento de los Padres Mínimos hacia 1669 con el título de San Francisco de Paula. En el siglo XVIII se nombran otras dos corporaciones con el título de Bacineta de las Ánimas, en estos casos en la Ermita de la Vera Cruz y en la de Santa Ana. La “Obra Pía del Pecado Mortal” del siglo XVIII recorría también las calles estepeñas todos los viernes pidiendo limosnas para fines caritativos y de culto, y así dedicar misas en memoria de los que estaban en pecado mortal.

Las obras de caridad continúan siendo el verdadero motor de las hermandades actuales y no hay hermandad estepeña que no destine parte de sus ingresos a diversas obras caritativas. Además, la figura de estas personas que pedían limosnas para su cofradía parece estar presente aún en la Semana Santa estepeña. Hablamos de los demandantes, vulgo “pediores”, tres parejas de hombres que con unas pequeñas tazas de plata o borlones antiguos (talegas, bolsas) recorren el pueblo de punta a punta pidiendo la voluntad para la hermandad o cofradía. Se puede decir que las bacinetas de las cofradías son el antecedente de los actuales demandantes. Sin lugar a dudas, figura que le da identidad a nuestra Semana Mayor y elemento etnográfico a preservar.

Demandantes de la Hdad. de Jesús Nazareno
Artículos consultados:
-Las limosnas de las cofradías: su administración y destino. A. Bazarte Martínez. Históricas Digital. Instituto de Investigaciones Históricas. UNA de México. 2015
-Hermandad de las Benditas Ánimas. Devociones de Estepa. 2016
-Los demandantes. Devociones de Estepa. 2009
-Las cofradías de Estepa a partir del siglo XVI. La cofradía de la Vera Cruz. José Sánchez Herrero. II Jornadas sobre Historia de Estepa. 1996
-Los orígenes de la Hermandad de Nuestra Señora de los Remedios: Historia de una devoción popular. Remedios González Gamito. V Jornadas sobre Historia de Estepa. 2002