1/11/17

LA VIRGEN DE LUTO, RECUERDO DE LOS FIELES DIFUNTOS


El luto es una muestra de sentimiento interior profundo con el que los amigos y la familia despiden al fallecido. El símbolo del luto se ha alternado durante siglos y en diferentes culturas entre el negro y el blanco. La costumbre de llevar ropa negra sin adornos en señal de luto se remonta al menos al Imperio Romano, cuando la toga pulla hecha de lana de color oscuro se vestía durante los periodos de luto. Los judíos expresaban su dolor rasgándose las vestiduras en el templo cuando moría un familiar. Durante la época medieval el uso del negro se sustituyó por el blanco, costumbre que se mantiene aún en la cultura árabe y en muchos países asiáticos. Los Reyes Católicos impusieron en su reino el color negro en el luto a través de la “Pragmática Real”, costumbre que fue seguida por los países cristianos.

Durante el mes de los difuntos podemos ver en las iglesias a la Virgen María vestida de luto. El origen de la indumentaria mariana se relaciona con la devoción a los Dolores de la Virgen que fue promovida desde el siglo XIII por la Orden Servita. La Orden fue fundada en 1233 en Florencia para estar al servicio de los más necesitados y venerar los Siete Dolores de la Virgen María, entre ellos María en su Soledad ante la muerte y entierro de su Hijo. Fue un par de siglos más tarde, cuando Juan de Coudenberghe, cura de San Salvador de Brujas, fundó la primera cofradía de la Virgen de los Siete Dolores en Flandes. Precisamente por ello, será la pintura flamenca del siglo XV la que ofrezca los primeros ejemplos de la iconografía de los Dolores de la Virgen, representando en ellos a la Madre de Dios ataviada con ropas negras. Sin embargo, esta simbología no nace precisamente en el siglo XV, pues el medievalista francés, especialista en estudios sobre el color, Michel Pastoureau, sostiene que la representación de la Virgen con ropas negras por la muerte de Cristo era común ya en el arte paleocristiano.

Las pinturas flamencas con la Virgen vestida de luto llegaron pronto a los reinos españoles, ocupando las capillas de reyes y nobles. El postulado de las mismas marcó el panorama de las representaciones de esta iconografía a partir del siglo XVI, siendo cada vez más común la representación de la Virgen con ropas de luto. Algunos de los ejemplos más destacados son La Virgen mostrando al Varón de Dolores de Hans Hemling, pintada en 1480 y que se conserva en la Capilla Real de Granada; Nuestra Señora de los Dolores de Adriaen Isenbrant (con una interesantísima representación de los Siete Dolores de la Virgen); El llanto sobre Cristo Muerto de Durero, o el Descendimiento de Juan Correa de Vivar, estos tres últimos del siglo XVI. La iconografía sobre la Virgen con ropas de luto como señal del duelo y aflicción por la pasión y muerte de su Hijo se habían establecido, ahondando así en el contenido de la devoción a los Dolores de la Madre de Dios.

La Virgen mostrando al Varón de Dolores de Hans Hemling
Nuestra Señora de los Dolores de Adriaen Isenbrant
El llanto sobre Cristo Muerto de Durero

Descendimiento de Juan Correa de Vivar
En el siglo XVI la indumentaria mariana del luto se relacionó al canon de luto de viuda noble, impulsado por la reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, y su camarera mayor, Dña. María de la Cueva, condesa viuda de Ureña. En 1560 Isabel de Valois llegó a España siendo aún una adolescente y trajo consigo un cuadro grande para su Capilla, representando a la Virgen sola, tras la sepultura del Señor. A petición de su marido cambió el confesor francés que había traído por un confesor español, y siguiendo la recomendación de la Condesa de Ureña escogió a Fray Diego de Valbuena, toledano perteneciente a la orden religiosa de los mínimos de San Francisco de Paula. Los reyes le ofrecieron al fraile un solar cerca de la Puerta del Sol, extramuros entonces de Madrid, donde levantar el Convento de la Victoria de los mínimos. Los frailes se interesaron por el cuadro francés de Dña Isabel para el altar mayor de la nueva inglesa, pero finalmente decidieron copiar la imagen en escultura, encargando a Gaspar Becerra esta labor. A la Condesa de Ureña , ya involucrada en el proyecto, se le ocurrió la idea de cubrir a la nueva Virgen de la Soledad con ropas idénticas a las que vestían las damas castellana al enviudar, y dio sus propios trajes para este menester.

Isabel de Valois
Doña María de la Cueva, condesa viuda de Ureña

Fray Antonio Ares en su “Discurso del Ilustre Origen y Grandes Excelencias de la Misteriosa Imagen de Nuestra Señora de la Soledad del Convento de la Victoria de Madrid” de 1640 recoge las siguientes palabras de la condesa en su donación: “este Misterio de la Soledad de la Virgen parece cosa de viudas, y si pudiese vestir como viuda de la manera en que yo ando me gustaría tener parte en esto y poder servir a Nuestra Señora con un vestido y tocas mías”.



En los siglos XVII y XVIII, la devoción a la Virgen de la Soledad se extendió por todo el imperio español, realizándose numerosas copias de la imagen de Gaspar Becerra en talla y lienzo, como la madrileña Virgen de la Paloma. Los frailes mínimos también extendieron esta devoción en sus conventos e iglesias, surgiendo cofradías y hermandades bajo la advocación de la Soledad. Con anterioridad a la Soledad madrileña se conocen dos hermandades que ostentaban el título de Soledad, una en Valladolid (Cofradía de las Angustias) y otra en Sevilla (Soledad de San Lorenzo). En los años 60 del siglo XVI la propagación de las cofradías de la Soledad aumenta especialmente en el entorno de Sevilla, donde las formas y maneras de la cofradía hispalense marcan un auténtico modelo para las cofradías soleanas.

Reglas de la Cofradía de la Soledad de Sevilla. 1555

La Virgen de la Soledad de Gaspar Becerra vestiría el denominado luto de la corte, es decir, el luto que vestían las damas de la alta nobleza al enviudar. Era costumbre ataviar a las imágenes de la Virgen con los mejores aderezos conocidos que solían coincidir con los usados por alta nobleza y la familia real. Así, la imagen se vestiría con las prendas de luto al modo en que lo hacían las grandes damas. Esta costumbre sigue las directrices dadas en 1530 por Juan Pardo de Tavera, arzobispo de Santiago de Compostela, sobre la forma de vestir a las imágenes, advirtiendo que prefería las tallas de bulto y, en caso de ser de vestir, debían aparecer arregladas de forma decente y honesta.

Las prendas de luto, al igual que el resto de ropas, estaban sujetas a las modas y así se observa al analizar la pintura civil de la época. Según avanza el siglo XVI, y más aún en el XVII, los retratos de las viudas nobles o dueñas presentan variaciones en la prenda más característica de su ajuar: las tocas o piezas de lienzo que enmarcaban la cara y cubrían parte del cuerpo de las viudas. Su aspecto cambió con el tiempo; así, en los retratos de mediados del siglo XVI, cubre el cuello y el inicio del busto, mientras que ya a partir de 1600 la toca se alarga hasta pasada la cintura. Será en la regencia de Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, cuando las grandes tocas blancas alcancen su máximo apogeo, llegando a cubrir casi la totalidad del cuerpo, aliviándose la sobriedad del traje con la costumbre de ceñirlas sobre el cuerpo, tal y como reflejan los retratos de la reina viuda. Esta indumentaria se compone del traje de tocas largas, así como de las prendas interiores, es decir, el verdugado y la falda interior o manteo, sobre la que se vestía el monjil formado por cuerpo y falda, las tocas y finalmente el manto.

Mariana de Austria obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.
Museo del Greco
Las primeras prendas de la Virgen de la Soledad, por lo tanto, la acercarían a los modelos de la pintura flamenca y en el siglo XVII se adaptaría a los nuevos gustos barrocos, el luto de las viudas nobles. A la hora de ataviar a las representaciones marianas en actitud dolorosa y en soledad se seguiría este modelo, incluyendo ricas piezas o complementos de orfebrería, como la corona, diadema o ráfagas, y un corazón atravesado por un puñal o siete dagas, además de la estola.

En la actualidad la indumentaria primitiva ha llegado estilizada de las prendas originales, quizá con mayor sencillez en cuanto a los patrones y al número de piezas que forman el luto de viuda noble. La evolución estética ha desencadenado en otros patrones de una ejecución más sencilla, manteniéndose el verdugado, al que se ha sumado una saya o falda, las tocas, el rostrillo, la estola y el manto. Este sería el “modelo castellano” en la indumentaria mariana del luto que tendría su origen en el modelo flamenco de representar la Mater Dolorosa y se adaptaría al modelo de viuda noble a partir del siglo XVI. En ciudades castellanas como Toledo se mantiene esta tendencia a la hora de vestir a las imágenes dolorosas, con más de 400 años de tradición:

Virgen de la Soledad. Parroquia Santa Justa y Rufina. Toledo.

La Soledad. Los Yébenes

La Soledad. Fuensalida
En la segunda mitad del siglo XX, surgió en Sevilla una nueva tendencia de vestir a la Virgen María de luto durante el mes de Noviembre en recuerdo de los fieles difuntos. Esta tendencia siguió el modelo que realizaba Juan Manuel Rodríguez Ojeda en hermandades como La Macarena o La Hiniesta a principios del siglo XX. La Sevilla cofrade recuerda la primera vez que la Esperanza Macarena vistió de luto por la muerte de Joselito el Gallo en 1920. El “modelo sevillano o andaluz” evolucionó con los hermanos Garduño, José Asián y Antonio Fernández Rodríguez con los característicos encajes en torno al rostro de las dolorosas sevillanas y andaluzas.

Esperanza Macarena. Luto por la muerte de Joselito El Gallo


La tradición castellana de más de 400 años y la tradición sevillana del siglo XX pueden convivir ambas para vestir a la Virgen María de luto en el mes de los Fieles Difuntos en Noviembre y también por el fallecimiento de un miembro destacado de la hermandad, convirtiéndose en un gesto de sobriedad y recogimiento hacia todos los hermanos que nos han precedido y duermen ya el sueño de la Paz.


Fuente:
-La Virgen de luto, indumentaria de las dolorosas castellanas. Eduardo Fernández Merino. Visión Libros. 2013. Libro en Google Play
-Origen de las vestimentas marianas. La Alacena de las Ideas.
-¿Por qué nos vestimos de negro en el luto? V.R.A. ABC
-El dolor de la Dama más alta. L. Miranda. ABC
-La Condesa de Ureña y la iconografía de la Virgen de la Soledad de los frailes mínimos. J.L. Romero Torres. Cuaderno de los amigos de los museos de Osuna. 2012
-El traje de la condesa viuda de Ureña: realidad y mito en el origen de la imagen de la Soledad de la Victoria. J. Prieto. La Hornacina
-La Iglesia de la Victoria y la Hermandad de la Soledad. Devociones de Estepa
-Días de Luto. Devociones de Estepa
-Cuando la Macarena vistió de luto. J. León. El Palquillo
-El por qué de vestir a las dolorosas de luto en noviembre. Estepa Cofrade
-Origen y evolución en el arreglo de las imágenes de la Virgen. D.J. Varea Fernández. De Ramos a Pascua.
-Nuestra Señora, la Virgen viste de luto en noviembre. Rafaes

Especial "Vestidor":
-María, vestida según la liturgia. Devociones de Estepa, 2017
-La Virgen de hebrea, símbolo de la cuaresma. Devociones de Estepa. 2017
-La realeza de María. La Virgen de reina. Devociones de Estepa. 2017
-La Virgen de luto, recuerdo de los fieles difuntos. Devociones de Estepa. 2017
-Azul y blanco. La Virgen de Inmaculada. Devociones de Estepa. 2017
-La túnica lisa o bordada de los nazarenos. Devociones de Estepa. 2018