29/9/17

ANTIGUA VELADA DE SAN MIGUEL


D. Antonio Aguilar y Cano en su Memorial Ostipense menciona que una de las antiguas tradiciones de Estepa era la Velada de San Miguel que se celebraba el 29 de septiembre en el entorno de la Ermita de San Antonio Abad. La fundación de la ermita se inició en 1730 y se concluyó en 1747. Sobre 1830 queda inhábil para el culto y sus imágenes y retablo trasladados a otras iglesias estepeñas. La velada estaba unida a la existencia de la ermita, por lo que una vez que desapareció, la tradición de la velada no volvió a celebrarse.

En las iglesias estepeñas, el arcángel San Miguel está representado a través de pinturas, esculturas e incluso retablos dedicados. En la iglesia de la Asunción está representado en uno de los óvalos de la bóveda y en escultura en el retablo de la hermandad de San Pedro. En la iglesia de los Remedios su escultura está sobre el arco del camarín, en la iglesia del Carmen en uno de los tabernáculos, en la iglesia de la Victoria y en la ermita de la Concepción estaba en el ático del retablo mayor y en la iglesia del convento de Santa Clara se le dedicó uno de los retablos de la nave. La dedicación de estas obras en Estepa en casi todas las iglesias muestra que el pueblo era muy devoto de San Miguel arcángel, y no sólo en Estepa sino también en su entorno. San Miguel es patrón de la vecina localidad de Lora de Estepa, que le dedica su feria anual a finales del mes de septiembre.

Retablo de San Miguel en Santa Clara
Tabernáculo de San Miguel en El Carmen

San Miguel, cuyo nombre significa “¿Quién como Dios?”, es uno de los siete arcángeles y está entre los tres cuyo nombre aparece en la Biblia, junto a San Gabriel y San Rafael. Es el jefe de los Ejércitos de Dios, patrono y protector de la Iglesia universal y considerado abogado del pueblo de Dios, al que protege contra el demonio, especialmente a la hora de la muerte. Es representado en el arte como el ángel guerrero, poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno. La Iglesia le venera como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores, y los echó del cielo con su espada de fuego.

Fuente:
-Memorial Ostipense, de Antonio Aguilar y Cano, 1975. Reedición.
-Ermita de San Antonio Abad. Devociones de Estepa. 2009