La proclamación de la Republica en abril de 1931 puso inquietos a muchos. Tanto para los que pensaban que solo era un escalón en su camino a la Revolución, como para los que consideraban que era un salto bastante grande. Los incidentes no tardaron en surgir. Estos sucesos no incidieron en la Semana Santa de 1931. Pero, después del empeoramiento experimentado a lo largo de ese año, dieron motivos a los cofrades para coger miedo y el ambiente se enrareció. Y antes de concluir el año hubo contactos propiciados por las autoridades para garantizar la salida de las cofradías en la Semana Santa del venidero año.
De poco o nada valieron las continuas reuniones promovidas por las autoridades republicanas para doblegar la voluntad de los hermanos mayores y evitar la suspensión de “una fiesta tan importante para el turismo”. La suerte de aquella Semana Santa ya estaba echada.
Las posturas en vísperas de aquella Semana Santa estaban muy encontradas. “Para las izquierdas, el origen de la no salida era transparente como el agua: los elementos monárquicos y de derechas se habían apoderado de las hermandades para erigirse en custodios del más rancio espíritu integrista, persiguiendo con su boicot desprestigiar a la República y difundir a los cuatro vientos una imagen de absoluta anarquía y feroz persecución religiosa”, sostiene el profesor de la Universidad de Sevilla Leandro Álvarez Rey, experto historiador del periodo republicano.
“Las derechas en cambio –prosigue– rechazaban hablar de boicot o de espíritu de venganza. La actitud de las cofradías, según ellas, no era más que un grito de protesta e indignación contra los ultrajes y vejaciones a sus creencias y sentimientos católicos”.
Bien conocido es lo que ocurrió en Sevilla, donde la Hermandad de la Estrella fue la única que puso sus pasos en la calle en la tarde del Jueves Santo, sufriendo disparos contra la Virgen a su llegada a la catedral, sin que por fortuna alcanzara a la Virgen. Los hechos acaecidos en aquel ya célebre Jueves Santo forjaron la leyenda de la hermana y su Virgen como La Valiente. Sin embargo, hubo quienes acusaron a la hermandad de esquirola y de bailar al son del Gobierno y la llamaron despectivamente la Republicana.
¿Y qué fue lo que ocurrió en Estepa? Durante la II República, cuando se prohibió la salida de las procesiones en la Semana Santa de 1932, fue la Hermandad de San Pedro la única en desafiar las órdenes gubernamentales y hacer la estación de penitencia con el niño Macías al frente, el que luego fuera escultor estepeño Manuel Escamilla. Después de la guerra, la Hermandad volvió a sus cultos y procesiones hasta que en 1942, al ausentarse su Hermano Mayor, D. Manuel Álvarez Orías, decayó bastante su actividad, si bien continuaban anualmente sus desfiles, gracias a las personas piadosas de la localidad, que sufragaban los gastos de cultos cuaresmales y de las salidas.
La versión forjada en los años de la dictadura los señala como héroes, valientes que desafiaron abiertamente a las autoridades de un régimen que no reconocía a la Iglesia católica. Para otros, entre los que se encuentra el catedrático de Antropología Isidoro Moreno, más que un pulso a la República, fue un desafío a las fuerzas vivas y dirigentes de las propias cofradías, que utilizaron la Semana Santa como un arma de presión política contra la legalidad democrática republicana. Para el profesor Álvarez Rey, la “verdadera instrumentación” de la Semana Santa se produjo, más que a priori, en los años inmediatamente posteriores a este episodio, cuando utilizaron la no salida de las cofradías en al año 1933 para movilizar el voto de los católicos. “La Semana Santa se convirtió así en lo que nunca debió haber sido: un campo de batalla entre defensores y detractores de un determinado régimen político”.
La guerra entre los partidarios de la suspensión de los desfiles procesionales y los favorables a la salida de las cofradías también saltó a la prensa. Editorialistas y articulistas de una y otra trinchera editorial –prensa conservadora versus prensa liberal– rivalizaban en brillantes argumentaciones para defender posiciones antagónicas en una batalla dialéctica que el público seguía a diario con extraordinario interés. El Correo de Andalucía, por entonces Diario Católico de Noticias, abogó claramente por que las cofradías no hicieran estación en aquellas circunstancias de “persecución” a la Iglesia española: “El espíritu religioso se mata si se pretende convertir a las procesiones en cabalgatas con fantoches para atracción de forasteros”. En el liberal El Noticiero, por su parte, se cargaba contra la “maniobra” urdida por los hermanos mayores para hacer bandera política de esta fiesta y se preguntaba: “¿Quién da mayor muestra de intolerancia? ¿El Estado laico que garantiza la pacífica celebración de la Semana Santa, o esos católicos que se oponen a ella para satisfacer un pequeño y anticristiano espíritu de venganza contra quienes, a su juicio, han inferido un ataque a la religión (...)?”
Fuente:
-La Valiente. Hermandad de la Estrella
-Estrella ¿republicana o valiente? José Gómez Palas, El Correo de Andalucía. 2010