19/6/12

SAN FRANCISCO DE PAULA



El Santo calabrés nació en Paola, sur de Italia, el 27 de marzo de 1416, y falleció santamente un Viernes Santo, a la edad de 91 años el 2 de abril de 1507, cerca de Lyón (Francia) en el convento de Plessis del Parque. Sus padres, devotos del fundador de los franciscanos, pusiéronle por nombre el del Santo de Asís; a él se lo consagraron desde sus primeros años, pues por su intercesión lograron a su vejez, traerlo a la vida, y después de pasar sus primeros años de juventud logró, por medio del mismo santo, recobrar un ojo. Por ello sus padres, a la edad de unos trece años del futuro santo, le enviaron, por voto, al convento franciscano de San Marcos de Paola. Acogido en el convento franciscano, quedó por un año cumpliendo la promesa de sus padres.

Después de peregrinar por varios santuarios franciscanos, volvió a hacer su vida eremítica cerca de Paola, en donde estuvo muy poco, saliendo de aquel retiro a otra pequeña celda construida en una roca, junto al mar. Al lado de su desvencijada cabaña se construyeron otras y todas rodeando un pequeña capilla. Al principio, después de seguirle algunos admiradores de su vida penitente, y por el mero hecho de vivir en cabañas, se les comenzó a llamar “ermitaños de San Francisco de Asís” o “ermitaños de fray Francisco”. La fundación de la Orden de los Mínimos se remonta al año 1435, pero pronto en Paterno Cálabro (1444) y en Spezzano (1453) se organizaron otras comunidades. Fue en 1454 cuando comenzaron a llevar una vida de comunidad, viviendo en conventos.


(San Francisco de Paula, Murillo)





Las fundaciones de los ermitaños de Paola se desarrollan en un ambiente de simpatía. Y es que Francisco supo imprimirles un matiz propio para satisfacer una apremiante necesidad de los tiempos y lugares: socorrer material y moralmente unas poblaciones abandonadas en uno y otro sentido, empobrecidas por las guerras, devastadas por la carestía y la peste y desvergonzadamente explotadas por los gobernantes. Al frente de este dinámico equipo, con que se enriquecía la Iglesia, desplegaba un fecundo apostolado social por medio de la caridad, que fue el santo y seña de la nueva Orden religiosa bajo el escudo simbolizado en la mágica palabra "Charitas". Asimismo se hizo pregonero del mensaje de la penitencia evangélica, compendiada en la abstinencia absoluta y perpetua sancionada con un voto solemne. Fundó varias casas para sus religiosos y, en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre. Decía así: “Cuaresma perpetua”. Esto quiere decir que en la alimentación se debía hacer las mortificaciones que antiguamente se hacían en cuaresma con el fin de fortificar la voluntad.



En 1471 el Papa Pablo II, informado de la vida y milagros del santo, hizo abrir una investigación que se cerró positivamente con la aprobación de la “Congregación de los Hermanos Ermitaños de Francisco de Paula”.

Los Mínimos se propagaron rápidamente desde Calabria a Sicilia y al Reino de Nápoles a partir de 1482 y en Francia bajo la ayuda de sus reyes, Luis XI, Carlos VIII y Luis XII, a partir de 1483. El Santo intervino en la corte de Fernando I de Nápoles y aconsejó a los reyes franceses en los momentos decisivos. Su estancia en Francia duraría veinticinco años. En 1480 sus ermitaños apoyaron con sus oraciones a los soldados del rey Fernando I de Nápoles en su combate contra los musulmanes en Otranto.

Francisco de Paula fue también defensor valiente y decidido de los pobres y los oprimidos, participando en sus penas y alentándoles en sus dificultades. Por ello se enfrentó en numerosas ocasiones contra las autoridades. Por ejemplo, contra el rey Fernando I de Nápoles produciéndose el milagro de las monedas que llegaron a derramar sangre por la opresión que ejercía el monarca sobre su pueblo.

En Sicilia se produce uno de sus milagros más conocidos: el cruce del estrecho de Mesina, sobre su capa extendida, después de que el barquero Pietro Coloso se negara a transbordar gratis a él y algunos seguidores. Este hecho ha contribuido a determinarlo como patrón de la gente del mar de Italia.



La entrada en España fue del todo providencial; viviendo todavía el Santo, nuestros Reyes Católicos, en lucha contra los moros de Málaga, recibieron una carta del mismo en 1487, presagiándoles que los echarían de allí. Reconociendo su profético anuncio los reyes españoles construyeron para ellos y los malagueños, en la ciudad mencionada, el primer convento bajo la advocación de la Virgen de la Victoria, título que copiaron casi todos los demás conventos andaluces.

El Santo, hacia el año 1486, había enviado a España un grupo de 12 – número apostólico – religiosos, quienes, después de pasar por Toledo, al año siguiente llegaron a Andújar con el apoyo del hidalgo español, D. Pedro de Lucena Olid, a quienes los reyes mismos nombraron su embajador. Pariente de este fue Fr. Fernando Panduro, natural de Andújar y, gracias a los dos, se funda en 1492 el convento de religiosas Mínimas en ella.

En afanes apostólicos, los mínimos extendieron su benéfica aportación al Nuevo Mundo hispano, pues el jefe espiritual de la primera expedición de las carabelas de Colón (1492) fue el mínimo aragonés fray Bernardo Boyl. En 1493 fue nombrado Vicario Apostólico de América, acompañando a Colón en su segundo viaje de ese mismo año. Y en esta proyección americana latía el espíritu del fundador.


(Basílica de San Pedro del Vaticano)

El Santo fundador logró del Papa Alejandro VI en 1493 la aprobación de su regla, que fue poco después confirmada por Julio II; éste mismo aprueba en 1506 la orden femenina de las Mínimas, fundada en 1495, y los terciarios seglares Mínimos que ya habían sido aprobados por Alejandro VI en este último año indicado. Se les dio el nombre de “Hermanos Mínimos”, nombre oficial para distinguirles de los “Hermanos Menores”, que es como verdaderamente San Francisco de Asís quiso que se llamaran sus hijos, a los que, poco después, se les comenzó a llamar “franciscanos”.

San Francisco de Paula poco después de fallecer santamente en 1507 y haberse dedicado antes al apostolado en Francia, fue beatificado por León X el 7 de julio de 1513 y canonizado el 7 de julio de 1519. Su cuerpo enterrado en el convento de Plessis-Les-Tours, fue quemado por los hugonotes en 1562, pudiéndose recoger sólo unos pocos huesos de su tumba, en una irrupción que a ella hicieron los herejes. La festividad del santo se celebra el 2 de abril.

La fama del Santo en vida, se propagó, después de su muerte, en Europa y en España por su poder taumaturgo, convirtiéndose en gran obrador de milagros para con sus devotos.