12/9/11

LAS PEREGRINACIONES EN LA EDAD MEDIA


Peregrinus significa literalmente extranjero, es decir una persona que se halla en tierra extraña y descontextualizado de su tierra, costumbres, lengua, etc. Pero más allá que este concepto un tanto indefinido, se considera el fenómeno de la peregrinación como el viaje a un santuario por motivos religiosos. El viaje se puede llevar a cabo como rendimiento ante un lugar de devoción o considerado sagrado o por la existencia de reliquias, con motivo de penitencia y expiación de pecados, etc.

Por tanto, aunque el fenómeno de las peregrinaciones es emblemático de la Edad Media europea, en nada es exclusivo ni de ese tiempo, ni de ese territorio, ni siquiera de la religión cristiana. Existe una tradición común a todas las religiones por la que el fiel creyente busca fuera de su realidad cotidiana el encuentro con lo sobrenatural. Tal es el caso de la peregrinación a la Meca de los musulmanes o a Jerusalén por los judíos.

La peregrinación fue un fenómeno bastante generalizado y que sirvió de motor de evolución y transformación de la sociedad de Europa. Existieron tres destinos principales para los peregrinos: Jerusalén, Roma y Compostela, pero hubo otros muchos lugares que serán visitados también, normalmente ligados a la existencia de reliquias. Se ha escrito mucho sobre la importancia de las reliquias y los matices en su enorme valoración en el Medievo que llevó incluso a su falsificación sistemática y robo de las mismas como elemento de prestigio y motor de atracción.

De manera simplista y resumida, podemos decir que la veneración de los restos de santos, mártires, instrumentos de la Pasión de Cristo, etc. alcanzaron su poder de atracción en aquellos tiempos de intensas creencias religiosas por su capacidad para transferir dones divinos y obrar milagros, como por ejemplo curaciones de enfermedades y taras físicas, además de expiación de pecados. Pero es justo decir que no sólo era un interés inmediato el que impelía a miles de europeos a viajar por lejanas tierras desconocidas. También se ha afirmado que por su devoción religiosa, aquellas gentes buscaron en los santos y mártires una especie de intermediarios humanos ante la Divinidad.

-Peregrinación a Roma: A Roma conducía una de las tres principales vías de peregrinación medieval, la cual le daba el nombre a sus peregrinos de romeros. El objetivo último de los romeros era alcanzar la basílica de San Pedro y la visita a los sepulcros de San Pedro y San Pablo. Si ello fuera poco, Roma tenía numerosas iglesias plagadas de reliquias de santos y mártires de la antigüedad. La principal ruta de acceso a Roma fue la Vía Francígena que arrancaba desde Canterbury y atravesaba de noroeste a sureste Francia y Suiza, para penetrar en Italia por los Alpes. Se inicia a partir de la visita del arzobispo de Canterbury, Sigerico el Serio a finales del siglo X y sus escritos con la descripción de las etapas. Como en los restantes casos, diversos caminos secundarios permitían el acceso a la Vía Francígena desde otros puntos de Europa. También existieron caminos alternativos para llegar al lugar de entierro del sucesor de Cristo en la Tierra. El momento álgido de las peregrinaciones a Roma comienza en 1300 al proclamar el papa Bonifacio VIII la indulgencia plenaria a los romeros.


-Peregrinación a Jerusalén: Los peregrinos a Jerusalén eran denominados palmeros, puesto que los que lograban regresar, lo hacían con palmas. Las peregrinaciones a Jerusalén y Tierra Santa ya existían desde la Antigüedad tardía y ni siquiera la conquista musulmana las había conseguido eliminar. Tal era el influjo y prestigio de estas tierras donde habían vivido los personajes sagrados del Nuevo Testamento y donde Cristo murió para salvación de la humanidad. El fenómeno de la peregrinación a Tierra Santa y la necesidad de proteger a los palmeros fue uno de los factores de estímulo al espíritu de guerra santa que culminaría en las Cruzadas, que durante dos siglos enfrentó a parte de la Cristiandad con el Islam.


-Peregrinación a Compostela: Quienes se dirigían hacia Compostela se llamaron durante la Edad Media peregrinos. El proceso de peregrinación a Compostela se inicia casi inmediatamente al descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX aunque adquiere su auge durante las últimas décadas del siglo XI, todo el XII y parte del XIII. A pesar de que su teórica menor importancia frente a lugares como Roma y Jerusalén, Compostela se convierte en el lugar preferido por la peregrinación europea. Se establece una ruta principal llamada Camino Francés que recorre más dos tercios de la Península Ibérica por su extremo norte (de oeste a este) y que parte de innumerables lugares de Europa que se van juntando en Francia y que también pasan por otros santuarios con reliquias de menor importancia. El éxito en el desarrollo del Camino de Santiago, además de la espontánea devoción religiosa popular, se debió a la acertada labor de organización y construcción de infraestructuras (hospitales, puentes, calzadas) por parte del papado y especialmente de varios reyes hispanos. Como ocurría en los casos de Roma y Jerusalén, y aunque el camino Francés era el más transitado, se establecieron otras rutas para visitar la tumba de Santiago según el punto geográfico de origen de cada peregrino. Se celebra Año Jubilar Jacobeo o Año Santo Jacobeo el año en que el 25 de julio (festividad de Santiago Apóstol) cae en domingo, sucediéndose con una cadencia regular de 6-5-6-11 años. Este Jubileo perpetuo sólo se da en cuatro lugares en el mundo: Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.


Entre los principales lugares de peregrinación se encuentran:

-Santo Toribio de Liébana (Cantabria): Durante el siglo VIII el cuerpo del obispo Toribio de Astorga es traslado al monasterio de Liébana junto con las reliquias que había traído de Tierra Santa. La más importante de estas es el Lignum Crucis, el trozo de la cruz de Cristo más grande que aún perdura según la Iglesia Católica. Es por ello que el 23 de septiembre de 1512 el papa Julio II otorga, mediante bula, el privilegio de celebración del Año Jubilar Lebaniego, lo que hace del monasterio un importante centro de peregrinación, siendo uno de los lugares santos más importantes del catolicismo romano en Europa.


-Basílica de la Vera Cruz (Caravaca): La basílica se comenzó a construir en 1617 en el interior del castillo sobre una antigua capilla medieval que albergaba un Lignum Crucis. Se conserva en un relicario con forma de cruz patriarcal de doble brazo horizontal y uno vertical, decorada por dos ángeles que según la leyenda llevaron la reliquia hasta el santuario de Caravaca. Desde el siglo XIII tuvieron lugar las primeras peregrinaciones que continuarían a lo largo de los siglos. Desde 2003 y repitiéndose cada 7 años tiene el privilegio de celebrar perpetuamente un Año jubilar, concedido por el papa Juan Pablo II en 1998.


-Canterbury (Inglaterra): Tomás Beckett fue nombrado canciller de Inglaterra en 1155 por el rey Enrique II y se convierte en arzobispo de Canterbury en 1162. Renuncia al cargo de canciller para adoptar un modo de vida más austero y critica la preponderancia de la Corona frente a la Iglesia. Exiliado, se ve obligado a refugiarse en Francia. En 1170 vuelve a Inglaterra, aparentemente reconciliado con el rey. El conflicto se intensifica y cuatro caballeros le asesinan en su propia catedral. Su muerte tuvo una enorme repercusión en toda la Europa cristiana, convertido en mártir por defender la libertad de la Iglesia frente al poder terrenal y canonizado en 1173. Desde entonces, la peregrinación a Canterbury se convierte en una de las más importantes de Europa. En Inglaterra, el culto a Santo Tomás Beckett es importante hasta la Reforma luterana. Enrique VIII hace destruir el cofre con sus reliquias así como la mayoría de las imágenes del santo, haciendo además desaparecer cualquier mención de su nombre en los textos litúrgicos.


-Asís (Italia): El camino de San Francisco de Asís recorre el interior de Italia, desde La Verna (en la Toscana) hasta Poggio Bustone (en el Lazio). La peregrinación comienza en el monte la Verna (Toscana), lugar donde en 1224 San Francisco recibió los estigmas, continúa adentrándose en Umbría, pasando por Gubbio, donde se encontró con una loba con la que habló, llegas a Asís por el norte, recorre también los preciosos pueblos de Spello, Trevi, Spoleto, para cruzar más montañas y llegar a Greccio, donde San Francisco tuvo la idea de hacer un belén viviente, el primero de la historia, continúas, por Fonte Colombo, por Rieti y finalmente llegas a Poggio Bustone (Lazio), un pequeño Santuario dedicado a Santiago Apóstol, donde se formó la primera comunidad franciscana. En total aproximadamente 400 kilómetros, repletos de huellas y espíritu franciscano.


-San Vicente Mártir (Valencia): El Camino de San Vicente Mártir recuerda los lugares por los que discurrió la vida del santo y por aquellos por los que pasó para ser martirizado en defensa de su fe ante el implacable cónsul Daciano en el siglo IV de la Hispania Romana. En los albores de Valentia, empezó a extenderse por el orbe cristiano con rapidez inusitada los ecos del martirio sufrido por Vicentius a manos del Cónsul Daciano. Este hecho y su rápida propagación provocaron que surgiera una imparable corriente de peregrinación hacia la Basílica de San Vicente de la Roqueta donde la tradición nos dice que descansan sus restos. El inicio de esta aventura comienza en Osca (Huesca), donde se sabe que se produjo el nacimiento del santo. Después se dirige hacia Zaragoza donde predicó junto al Obispo Valero. Desde aquí nos encontraríamos con una vía romana procedente del Sureste que tenía como objeto enlazar a Zaragoza con Fuenllana a través de las intrincadas sierras del Sistema Ibérico, y desde aquí se busca la Vía Augusta hasta llegar a Valencia.


También destacan las peregrinaciones a santuarios dedicados a la Virgen María que están relacionados con apariciones o milagros, y que cuentan con una gran devoción como Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza, la Virgen del Rocío en Almonte (Huelva), la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén), la Virgen de Lourdes (Francia), la Virgen de Fátima (Portugal) o Ntra. Sra. de Guadalupe (México).