En España, los árabes tenían bajo su dominio el sur y el levante español en los últimos siglos de la Edad Media. Los turcos y sarracenos dominaban el Mediterráneo y atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas llevándose cautivos cristianos, la llamada piratería.
San Pedro Nolasco (1180-1249) fue un joven mercader de Barcelona que intentó poner remedio a esta situación. En 1203 Pedro Nolasco, como seglar, iniciaba en Valencia la redención de cautivos. Pronto empezó a actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía. Con su propio patrimonio organiza expediciones para negociar redenciones y comerciaba para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman grupos para recaudar la “limosna para los cautivos”.
La noche del 1 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen María, le animó en sus intentos y le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced (Orden de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos) para la redención de los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Su confesor, San Raimundo de Peñafort, el canónigo de Barcelona, le alentó y asistió en este proyecto al tiempo que el rey Jaime I le ofreció su protección. El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. La Orden estaba formada por clérigos y laicos o caballeros. Los monjes vestían hábito, escapulario y esclavina de color blanco. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. La orden recibió la institución canónica del obispo de Barcelona y la investidura militar del rey Jaime I el Conquistador.
La nueva orden fue laica en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. El Papa Gregorio IX aprobó la orden el 17 de enero de 1235, dándoles la regla de San Agustín, y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. Los primeros mercedarios tomaron parte en la conquista de Mallorca en 1229 y en la de Valencia en 1238. A partir de 1317 se convirtió en una orden clerical, asimilándose canónicamente a una orden mendicante (1690).
Fue así como San Pedro Nolasco funda una orden dedicada a la "merced" (realización de una buena acción sin esperar nada a cambio). Fue apoyado en la fundación por el rey Jaime I El Conquistador. El año 1265 aparecieron las primeras monjas mercedarias, inspiradas por Santa María de Cervellón. Su misión era, pues, la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Los mercedarios se comprometen con un cuarto voto, añadido a los tradicionales de pobreza, obediencia y castidad de las demás órdenes, a "estar dispuestos a entregarse como rehenes y dar la vida, si fuese necesario, por el cautivo en peligro de perder su fe".
Muchos eran, por entonces, los cristianos que eran capturados y vendidos como esclavos a los musulmanes de África, lo que ocurrió hasta que desapareció la piratería. Los mercedarios cumplieron fielmente el cuarto voto y así, en su historia constan perfectamente documentadas 344 redenciones y más de 80.000 redimidos, y más de 300 mártires. Algunos mercedarios llegaron incluso a dar la vida en su labor de liberar cautivos cristianos de manos de los sarracenos, ya que cuando faltaba el dinero para hacerlo, ellos mismos se quedaban como parte del pago, corriendo el riesgo de ser torturados e incluso asesinados si no se llegaba a tiempo con el dinero del rescate. Muchos corrieron esta suerte, entre ellos San Serapio (prisionero, torturado y asesinado), San Pedro Armengol (prisionero y torturado, sobreviviente pero con graves secuelas físicas), San Ramón Nonato (prisionero y torturado, sobreviviente), etc.
Tras la abolición de la esclavitud en 1812, la orden pasó a convertirse en una orden misionera y caritativa. Fue el padre chileno fray Pedro Armengol Valenzuela quien instauró una completa reforma durante sus 30 años de gobierno como general, indicando los nuevos horizontes de redención, atendiendo a las nuevas cautividades que acechan con mayor profundidad y mayor sagacidad al hombre.
También hay que agregar que fue una de las tres órdenes mendicantes que evangelizaron América, desde el Reino de la Nueva España a La Patagonia y Chile, ya que se le encomendaban los lugares más lejanos.
Desde 1259 los padres Mercedarios empezaron a difundir la devoción a la Virgen de la Merced (o de las Mercedes, o de la Misericordia). Esta advocación mariana se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, Francia e Italia a partir del siglo XIII, llegando también al continente americano: República Dominicana, Perú o Argentina, entre muchos países. La Virgen de la Merced es la patrona de Barcelona, ciudad donde se fundó la orden.
La iconografía usada para representar a esta Virgen de la Merced, es aquella cuya vestimenta es su manto (a partir del siglo XVI, con el hábito de la orden de la Merced), mientras ora o cobija bajo él a un grupo de presos cautivos, pero también a santos, o personas de todas las clases sociales. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio, además del escapulario de la Orden Mercedaria.