4/8/10

EL ARTE AL SERVICIO DE DIOS


Una hermandad, de penitencia o no, debe tener siempre sus referentes claros y está claro que una de las principales misiones de nuestras hermandades y cofradías es la de conectar, a través de las imágenes y su culto, al hombre con Dios. Por ello, cada acto o acción debe tener un sentido verdadero y pleno dentro de su contexto o lo que quiere decir lo mismo; cada acto dentro del seno de la hermandad debe convertirse en un ofrecimiento o acto devocional.

Para conseguir que las imágenes se conviertan en verdaderos conductores, en hilos telefónicos a los que el hombre puede acudir cuando necesita comunicarse con Dios, es importante, muy importante que las imágenes se presenten con la mayor dignidad, el mayor esmero, hacerlas cercanas al hombre pero a la vez tan idealizadas que nos indiquen siempre que representan a Jesús o a su Santísima Madre que están en otro plano superior y misericordioso. Para conseguir esta representación gloriosa se ha puesto al servicio de la fe y de las hermandades el Arte, arte con mayúsculas ya que tiene como objetivo marcado convertir las imágenes en “vínculos con Dios”. Es por eso que las hermandades tenemos la obligación de velar por la dignidad y conservación de las obras de arte que ponemos al servicio del culto sagrado.

Pero también debe quedar claro que es el arte el que hay que poner al servicio de Dios y no al contrario: las hermandades no pueden servir como excusas para realizar obras artísticas.

Siempre que en las hermandades se trabaje con sentido pleno estarán justificadas, cuando sean verdaderamente actos de fe las riquezas artísticas derivadas serán plenamente lícitas y no símbolos de ostentación sino de devoción que además aportarán la dignidad necesarias para transmitir y afirmar nuestra fe.

Pero si no damos lo mejor y si no es ofrecimiento, si sólo es competición, aparentamiento o un simple divertimento, las hermandades perderán completamente el sentido, se convertirán en simples manifestaciones culturales de escasa calidad dando pie a que se transforme en lo insulso y sin sentido. De ahí la importancia máxima de conferir a cada acto que se realiza en la hermandad, a cada tarea sea del tipo que sea, el sentido de ofrecimiento, velando por la verdad y dando ejemplo de firmeza en nuestras convicciones religiosas y en nuestra manera de sentir, vivir y practicar nuestra fe, a través de unas devociones que nos sirven de hilo para servir a Dios y escuchar Su Palabra.