Son numerosos los milagros que se le atribuyen a la Patrona de Estepa, Ntra. Sra. de la Asunción, y así se puede comprobar en las tablillas y exvotos que decoraran las escaleras de acceso al camarín de la Señora en su iglesia de la calle Castillejos. En el Memorial Ostipense, Antonio Aguilar y Cano nos cuenta algunos de los milagros que se le atribuyen:
“No podían faltar las piadosas tradiciones de milagros. Las personas de alguna edad refieren varios que antes se testimoniaban con tablillas alusivas a ellos colgadas en el templo. Refiérese que un sujeto, albañil de oficio, que trabajaba en un tejado frontero a la Asunción, cayó desde lo alto sin hacerse daño alguno por haberse encomendado a la Santa Patrona; dícese de otro que limpiaba profundísimo pozo, cuando se descolgó del brocal una piedra de grandes dimensiones, y como la sintiera venir chocando con las paredes, encongióse lleno de sobresalto y poniendo su confianza en la Virgen, que le libró de segura muerte; cuéntase que en ocasión de estar en la sala alta del hospital haciendo ejercicio los milicianos nacionales, se hundió el techo bajo sus pies, cayendo revueltos al piso bajo sin que resultara ninguna desgracia; y, por último, dase por hecho verídico que hallándose un vecino de Estepa cautivo de moros en Argel, lloraba el 14 de agosto por no poder ver a su Santa y querida patrona, en el día siguiente, que era el de su festividad; notólo en moro, su amo; preguntóle la causa de su disgusto y confiósela el cautivo; entonces, le dijo: “Pues que te lleve tu patrona”. A la noche metióle en fuerte cofre que cerró con llave, y para mayor seguridad costóse encima de él. ¡Cuál no sería su asombro al despertar en lugar desconocido y al oír ruido de campanas, sólo acostumbrado en lugares de cristianos! Abre presuroso el arca; saca el cautivo y lleno de confusión le pregunta qué ruido es el que se oye; y entonces el cristiano le dice lleno de alborozo que están en Estepa y que aquella que suena es la campana de la Asunción. Convirtióse, dicen, el moro, y hasta hace poco se conservó en la ermita el arca y las cadenas del cautivo. La calle en que aparecieron, ocupada hoy por la casa del señor marqués de Cerverales, llamóse en memoria del suceso, del Cautivo, y este mismo lleva hoy otra próxima.”
“No podían faltar las piadosas tradiciones de milagros. Las personas de alguna edad refieren varios que antes se testimoniaban con tablillas alusivas a ellos colgadas en el templo. Refiérese que un sujeto, albañil de oficio, que trabajaba en un tejado frontero a la Asunción, cayó desde lo alto sin hacerse daño alguno por haberse encomendado a la Santa Patrona; dícese de otro que limpiaba profundísimo pozo, cuando se descolgó del brocal una piedra de grandes dimensiones, y como la sintiera venir chocando con las paredes, encongióse lleno de sobresalto y poniendo su confianza en la Virgen, que le libró de segura muerte; cuéntase que en ocasión de estar en la sala alta del hospital haciendo ejercicio los milicianos nacionales, se hundió el techo bajo sus pies, cayendo revueltos al piso bajo sin que resultara ninguna desgracia; y, por último, dase por hecho verídico que hallándose un vecino de Estepa cautivo de moros en Argel, lloraba el 14 de agosto por no poder ver a su Santa y querida patrona, en el día siguiente, que era el de su festividad; notólo en moro, su amo; preguntóle la causa de su disgusto y confiósela el cautivo; entonces, le dijo: “Pues que te lleve tu patrona”. A la noche metióle en fuerte cofre que cerró con llave, y para mayor seguridad costóse encima de él. ¡Cuál no sería su asombro al despertar en lugar desconocido y al oír ruido de campanas, sólo acostumbrado en lugares de cristianos! Abre presuroso el arca; saca el cautivo y lleno de confusión le pregunta qué ruido es el que se oye; y entonces el cristiano le dice lleno de alborozo que están en Estepa y que aquella que suena es la campana de la Asunción. Convirtióse, dicen, el moro, y hasta hace poco se conservó en la ermita el arca y las cadenas del cautivo. La calle en que aparecieron, ocupada hoy por la casa del señor marqués de Cerverales, llamóse en memoria del suceso, del Cautivo, y este mismo lleva hoy otra próxima.”
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