15/1/24

LOS TRABAJOS DE EMILIO PIZARRO EN ESTEPA

Emilio Pizarro y Cruz, también llamado por la historiografía cofrade Emilio Pizarro de la Cruz, fue un prolífico escultor e imaginero en la Sevilla de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Su taller de escultura y restauración se situaba en la calle Daoiz de la capital hispalense. 

La cronología de la actividad escultórica de Emilio Pizarro se fija entre los años 1854 y 1914. Fue alumno de Manuel Gutiérrez Cano en la escuela de modelado existente en el ex convento de Santa Ana, obteniendo un galardón por la Academia de Bellas Artes de Sevilla en 1871. Inmerso en lo que se ha venido a llamar la etapa del eclecticismo decimonónico, trabajó con profusión para las cofradías sevillanas, tanto en obras de nueva creación como en la restauración de piezas ya consagradas. Pineda Novo considera su obra dentro del romanticismo, mientras que Roda Peña considera que favorece los revivalismos, junto a una patente pervivencia de las tendencias clasicistas de corte académico mezcladas con elementos barroquizantes. 

Para la Semana Santa de su ciudad natal realizó obras como el antiguo misterio de la Hermandad del Baratillo o las figuras del desaparecido paso alegórico del Sagrado Corazón de Jesús de la Hermandad de las Siete Palabras en 1901. Una de estas imágenes, en concreto un Ángel, fue retallado por el estepeño Manuel Escamilla en 1956 para ser la Virgen de la Cabeza de la hermandad. También realizó el Longinos para el paso de la hermandad de la Lanzada y la Virgen de la Antigua de la Hermandad de la Santa Cruz. 

Antiguo Longinos de la Lanzada, Sevilla

Virgen de la Antigua, Sevilla

Fue Pizarro también muy activo a la hora de restaurar antiguas imágenes sevillanas en su taller de la calle Daoiz, caso de la Virgen de la Esperanza Macarena, la Virgen del Valle o la Virgen de la Amargura. En su taller restauró el misterio de la Sentencia de la Hermandad de la Macarena en 1859, el que hoy se encuentra en la Casa Hermandad de la Cofradía de la Yedra en Jerez de la Frontera (Cádiz) y el de los Caballos de Santa Catalina en 1902. 

En muchos casos, más que restauraciones hay que hablar de reformas integrales, hasta el punto de que obras como el Dios Hijo del paso alegórico del Sagrado Decreto (Hermandad de la Trinidad) se consideran de su autoría. 

Otra faceta a reseñar en la labor artística de Pizarro es la de marchante de arte, acerca de la cual también se conservan algunos testimonios; así, sabemos que en 1904 tenía en su poder dos imágenes escultóricas, la del Cristo de la Púrpura y la de un Cristo Atado a la Columna, que le habían sido cedidas en 1900 por la hermandad sevillana de Las Cigarreras a cambio de la hechura de una imagen de San Juan Evangelista; el artista no llegó a realizar esta última imagen, y por ello devolvió a la corporación la del Cristo a la Columna, más no la del Cristo de la Púrpura, cuyo paradero se desconoce. 
 
- La Obra de Pizarro en Estepa 

La relación de Pizarro con este pueblo no cabe duda que surgió a través de su amistad con el presbítero estepeño, avecindado en Sevilla, Francisco de Sales Manzano y Alés (1839-1911), quien trabajó durante muchos años en la curia diocesana hispalense. 

A comienzos del año 1893, Pizarro restauró sendos bustos que representan a San Ramón Nonato y San Blas, respectivamente, colocados en el retablo de la capilla de San Rafael de la Iglesia de Los Remedios; los bustos, procedentes de la sevillana iglesia del Santo Ángel, habían sido previamente, en diciembre de 1892, concedidos en depósito por la mitra hispalense al presbítero estepeño Manuel Fernández, encargado de aquella ermita con destino al mencionado retablo. Son imágenes de cierto valor artístico si bien la restauración realizada por Pizarro parece que enmascaró algunos de sus caracteres. 


Un año después, Pizarro sería el encargado de restaurar la imagen de San Juan Evangelista que se trajo a la iglesia de Santa María de Estepa, procedente del convento de Santa Isabel de Sevilla y cuya ejecución se atribuye a Juan de Mesa. El trabajo de restauración fue realizado en el taller del escultor y a su llegada a Estepa fue expuesta en la iglesia de la Asunción, antes de ser trasladada a Santa María. La imagen fue intervenida de nuevo en 2003 en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, intervención en la que desaparecieron algunas de las huellas dejadas por Pizarro en esta actuación. 


Un tercer trabajo para Estepa, asimismo de restauración, fue llevado a cabo el año 1895 en el taller de Pizarro. Se trataba de la intervención en la imagen conocida entonces como Nuestra Señora de las Lágrimas. La imagen, procedente del convento sevillano de Santa Isabel, fue restaurada a expensas del Sr. Arcipreste, don José Ramos y Mejías, con la intención de formar un Calvario junto a un San Juan y un Crucificado en la Iglesia de Santa María. Sin embargo, el Calvario proyectado nunca llegó a ser realidad y la imagen de la Virgen terminó yendo a parar a la capilla de la hermandad del Santo Cristo, donde hoy se venera, siendo uno de los titulares de dicha corporación con la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza


El año 1896, llegó a Estepa una imagen escultórica tallada por Emilio Pizarro. Se trata de una escultura de bulto redondo en madera que representa a Santa Rita de Casia, religiosa agustina italiana, imagen que hoy día recibe culto en una hornacina y pequeño retablo en la iglesia de Los Remedios, abierto en el lado de la epístola. La llegada de la imagen a Estepa se nos narra desde las páginas del semanario local El Eco de Estepa

“Debido al incansable celo del virtuoso sacerdote don Manuel Fernández y Fernández, digno capellán de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, y atendido el mal estado en que se encontraba la imagen de Santa Rita de Casia que se venera en aquella ermita, concibieron varias personas caritativas la idea de hacer otra nueva, encargando la obra al distinguido escultor sevillano don Eusebio [sic, Emilio] Pizarro y Cruz, el cual la ha llevado a feliz término. Hemos tenido ocasión de ver la imagen mencionada y, en honor a la verdad, podemos decir que es una joya artística, en su conjunto y en sus más pequeños detalles. Si el Sr. Pizarro no tuviera bien cimentada su reputación de escultor notable, lo justificaría su última producción. Enviamos nuestra cordial y sincera enhorabuena al Sr. Pizarro, a los devotos que han contribuido con su limosna a la realización del proyecto y a don Manuel Fernández por lo bien que ha sabido llenar los deberes de su sagrado ministerio”. 

Pizarro fue también el restaurador, entre diciembre de 1897 y febrero de 1898, de la imagen de la Virgen de los Dolores, obra en serie de las denominadas “de Olot”, que presidió el retablo de la capilla sacramental de la iglesia de la Vera Cruz hasta no hace muchos años y que había sido adquirida en 1896, a la casa de Jacinto Calsina e Hijos, de Barcelona, por el entonces encargado de aquel templo, el ya mencionado presbítero Fernández, para que saliera acompañando al Santo Cristo de la Columna en la procesión del Jueves Santo del año 1897; posiblemente, durante el desfile procesional, la imagen sufriría graves desperfectos, por lo que fue llevada a Sevilla para ser restaurada en el taller de Pizarro, restauración que fue sufragada por la hermandad del Cristo. 


Por último, Pizarro restauró una imagen escultórica de San Francisco de Asís. La imagen debió llegar a Estepa con ocasión de la reconstrucción de la capilla bautismal de la iglesia de Santa María, destruida con el hundimiento de la torre acaecido en la madrugada del 31 de diciembre de 1887, ya que en inventarios anteriores de este templo no es citada. La primera vez se menciona su existencia es en un oficio dirigido el 11 de mayo de 1909 por el arcipreste y párroco de Santa María, José Ramos Mejías, al secretario de cámara del arzobispado hispalense comunicando lo siguiente: 

“A las tres de esta tarde comenzó a desarrollarse una tormenta que de tres y media a cuatro y media descargó abundante lluvia, acompañada de electricidad, cayendo una chispa en la torre de la iglesia parroquial de mi cargo, y descendiendo, entró en la capilla bautisterio adosada a dicha torre, destrozando el pequeño retablo y altar, quedando ilesas las imágenes de San Francisco de Asís y Santa Inés, colocadas respectivamente a los lados del evangelio y la epístola, y sin que haya habido desgracia alguna personal”. 

La imagen, según un inventario del templo de 1913, era propiedad del arcipreste D. José Ramos Mejías, y de la restauración por Pizarro queda constancia en una inscripción que aparece en la peana de dicha imagen, aunque en ella no figura la fecha en que se llevó a cabo. Se trata de una escultura pequeña de bastante buena factura, cuya hechura se ha atribuido al círculo de Luisa Roldán, “la Roldana”. 


Fuente: 
-Los trabajos del escultor sevillano Emilio Pizarro para Estepa. Jordán Fernández, J.A. Pasión y Glorias, 2023.