En mes de noviembre ha comenzado en la Hermandad del Dulce Nombre con su Virgen vestida de luto. María Santísima de la Paz ha sido ataviada por primera vez de negro con motivo de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.

La belleza de la Virgen de la Paz se deshace en lágrimas de amor ante el mundo que sus hijos rompen en pedazos. En su manto oscuro está el polvo de la caída de los edificios que destruyen un misil. En su saya el último abrazo de un padre a su hijo que agoniza en los pasillos de una improvisada enfermería. En su pelo la arena en la que se desentierra un amigo desaparecido. Y en sus ojos el reflejo del fuego que provoca la angustia del que ve sufrir a un ser querido. Bien sabe ella de sufrimiento, dolor y agonía.
Desde su pequeña hornacina de su iglesia, la Virgen de la Paz comparte el pañuelo blanco para tus lágrimas y ofrece su rosario para escuchar tus rezos. No está sólo aquí, también le rezan en una casa de Ucrania a la luz de una vela. Seguro que tiene otro nombre, quizás en un lienzo, una estampa o una medalla, pero ella está ahí. Hoy más que nunca, Ella es la Virgen de la Paz, vestida de impoluto luto negro por las manos de Salcedo y a la que imploramos que nos conceda la gracia de su intercesión.
Nota:
Nuestra Señora María Santísima de la Paz ha sido ataviada por primera vez de luto con manto y saya negra con motivo de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. Estrena para la ocasión saya en seda brocada color negro y manto de terciopelo del mismo color. Todo el conjunto ha sido confeccionado en el taller de bordados de Joaquín Salcedo Canca.
Fotografías: Hermandad del Dulce Nombre de Jesús