15/4/22

A NUESTRO PADRE JESÚS


A Nuestro Padre Jesús. Sentimiento, veneración y fervor de la ciudad de Estepa.

“Después de pasar por el doloroso trance de verse solo en el suplicio sin el consuelo de su Madre, traicionado, abandonado por los suyos, preso y en manos de unos hombres sin piedad que por fin logran que el gobernador decrete su muerte por crucifixión, Jesús debe arrastrar su propia cruz hasta el Gólgota. Un instrumento de martirio que sería la causa de su muerte en el Monte Calvario, o lugar de la Calavera; una cruz que tiempos después, se convertiría en la seña de identidad del cristiano y del cristianismo.

“Cuando lo conducían echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía una gran multitud del pueblo y mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban de Él”.

La Pontificia y Real Hermandad Sacramental y de Ánimas y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, ha conmemorado ya los doscientos cincuenta años de estar entre nosotros en Estepa la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, recordándonos cada año su procesionar por las calles, este pasaje de la Pasión de Cristo, que hoy aquí pregonamos.

El viernes Santo era antaño un día de duelo: hoy lo es menos. Yo recuerdo de niño, que en la radio sólo se oían saetas y música clásica o sacra; hoy no es lo mismo. En los hogares se acataban más que ahora las tradiciones que eran trasmitidas de padres a hijos. Nuestras madres respetaban la costumbre de poner en las mesas unas comidas que casi siempre eran exclusivas de esos días.// Los chiquillos esperábamos el arroz con leche, las magdalenas y ochíos, los roscos trenzados y otros dulces de la rica repostería estepeña, que al aparecer por las alacenas de las casas, nos anunciaban que la Semana Santa estaba próxima.

La gente de este pueblo, aún sintiendo su particular devoción por alguna de las demás imágenes que se veneran en nuestra Semana Mayor, siempre ha profesado un amor especial a Nuestro Padre Jesús, el Señor de Estepa.// Aquí, la Semana Santa se vive con gran intensidad ejerciéndose una gran devoción cofrade; pero de forma muy especial, se sigue la Pasión de Cristo según el Evangelio, y el sentir popular de las tradiciones de Estepa. El viernes Santo, se percibe en la calle la seriedad con que se celebra el día de la muerte de Cristo.

Se presiente cercana la hora, y se espera con impaciencia para ver a Jesús por Estepa cual si estuviésemos contemplándolo en su dolor, caminando por aquella Vía Dolorosa en su atormentada subida desde la fortaleza de la Torre Antonia, sede del poder romano, hasta el Calvario, a las afueras de la ciudad Santa de Jerusalén.

Va tu bendita cabeza de espinas bien clavada, 
y en tu santa espalda, veo sangre de martirios. 
 En tu divino hombro dolorido, cargada la cruz pesada, 
sobre un bello monte, de morada flor de lirios. 

Tus pies que tan desnudos y heridos van pisando 
las frías piedras de las calles que te guían, 
hacia el Gólgota y la muerte, que arriba está esperando, 
con los hombres que en la cruz te clavarían. 

Muy despacito avanzando 
pisando en el suelo frío, 
vas Tú, Jesús caminando, 
Hacia el Gólgota, vencido. 

Sobre las piedras tus pies, 
sobre los pies tu vestido, 
y en la túnica la sangre 
que arrancaron los espinos. 

Y va por Estepa andando; 
mirando va, a quien le mira, 
escuchando, a quien le habla, 
perdonando a quien le pida, 
hablando va, a quien le escucha, 
va sufriendo, calle arriba. 
Y siendo el Hijo de Dios, 
¡Qué pena das, cuando gritas! 

El Jesús llamado Nazareno, 
caminando medita en su inocencia; 
aquélla que los hombres le han negado, 
 acusándole vilmente y sin clemencia. 

Tras la muerte, los soldados su túnica mercaron 
mostrando el cielo con cólera sus iras. 
Con los rayos, los velos del Templo se rasgaron 
volviendo de sus tumbas, los muertos a sus vidas. 

Y escuchóse su voz fuerte después de ser clavado,
 rogando con angustia y soledad al Dios su dueño, 
se oyó: ¡Padre mío! ¿Por qué me has abandonado?
quedando ya su cuerpo, en sagrado y dulce sueño. 

Desde entonces ese día, Viernes Santo se ha llamado, 
 y aunque la muerte su cuerpo haya vencido, 
el domingo al tercer día, volverá resucitado, 
del frío y oscuro, sepulcro en que ha yacido. 
Es Estepa, Jesús, el pueblo que te ha amado 
¡y siempre, por sus calles te ha seguido! 

Por las calles y las plazas de este pueblo,
así lo ve y así le sigue Estepa entera 
llevando su cruz al hombro 
por éstas calles tan bellas, 
y de nombres tan castizos 
como Castillejos, Cuesta, 
Veracruz y Santa Ana, 
Corrientes o calle Nueva. 
Y por Cardenal Spínola, 
buscando va la plazuela 
donde la Remediaora 
esperándolo en la puerta, 
bajó de su Camarín 
como la madre más buena, 
y tras verlo en su caída 
le manda un beso con pena, 
para que siga adelante 
llevando su cruz a cuestas 
por Virgen de la Esperanza, 
y los Mesones de Estepa. 
Por calle Vitos desciende, 
en médico Ruiz, se adentra 
y Valdeabades abajo, 
por la calle Baja entra 
hasta a la Plaza Poley 
que está la Coracha entera. 
Y mirando hacia la ermita, 
Ana, su abuela, lo espera 
junto con su madre tierna, 
que llena de Angustias, le besa
por verlo marchar sin prisa 
por Santa Ana y su cuesta 
hacia esa plaza coqueta, 
que le llaman la del Carmen, 
donde el pueblo entero espera. 
Allí avanza muy despacio 
como si andar no quisiera, 
pues más adelante un poco, 
Padre Alfonso ya está cerca; 
aquél viejo franciscano, 
que tanto lo quiso Estepa, 
desde arriba estará viendo, 
¡Cuánto le cuesta esa cuesta! 
Llegando a San Sebastián, 
y en su placita tan bella, 
nos despide con su adiós, 
nos bendice y nos alienta 
a esperarlo un nuevo año, 
pero es tan larga esa espera 
por verte llevar tu cruz; ¡Ay Jesús! 
¡Por nuestras calles de Estepa! 

*
María camina con su corazón traspasado por los Dolores que sufre una Madre al ver padecer a un hijo. Testigos de ese Dolor, son las personas que detrás del paso de la Virgen dolorosa, caminan lentamente; muchas de ellas descalzas, van cumpliendo las promesas hechas quizás a causa del dolor que han sentido por un familiar en peligro, por la enfermedad de un hijo, un esposo, un padre o una madre.

Caminando las mujeres 
y hombres, que van orando, 
casi debajo del palio 
muy cerquita de su paso, 
las promesas van pagando 
con esas velas que alumbran, 
con la cera derramando 
descalzos detrás de Cristo, 
o tras la Virgen llorando. 
Eres, bella flor entre las flores, 
y vas por Estepa Tú, 
entre suspiros y amores, 
¡Ay, Virgen de los Dolores! 
¡Reina, y Madre de Jesús!

(Fragmento del Pregón de la Semana Santa de Estepa de 2010, pronunciado por D. Antonio Rodríguez Crujera y publicado por su autor en las redes sociales en 2019)