11/3/18

EL ELEMENTO GREMIAL EN LAS COFRADÍAS ESTEPEÑAS


Sánchez Herrero, profesor especialista de la Edad Media, definió el gremio como “una asociación, comunidad, cuerpo o corporación de hombres libres, profesionales, es decir pertenecientes al comercio o a un oficio, arte o menester, para el ejercicio de su profesión y defensa de sus propios intereses, viviendo todos ellos en un determinado barrio o calle de la ciudad. Asociación o corporación que, de libre, pasó a tener carácter obligatorio”. Esta agrupación medieval de oficios se encuentra en los orígenes de las hermandades penitenciales de la Edad Media, trascurriendo su historia en muchas ocasiones de forma paralela hasta la extinción oficial de los gremios en el siglo XIX. Estas agrupaciones dedicaban culto y devoción a Cristo, María o los Santos a través de actos piadosos. Otras estaban unidas a la parroquia por rendir culto a su titular o a un pequeño centro de asistencia benéfico u hospital.

El gremio era una forma de asociación que estructuraba socialmente a la ciudad y progresivamente se unieron en torno a unas ordenanzas, textos en los que se pormenorizaba toda la actividad de los miembros de la corporación, control de precios y materiales, división en escalas y rangos, contratos y procesos de aprendizaje, funcionamiento de los talleres. Menestrales, sastres o alfayates, corredores de lonja, notarios, carpinteros, plateros, ceramistas, alfareros, panaderos, pescadores, mareantes, jurados, magistrados, letrados, comerciantes, estudiantes, hortelanos, medidores, toneleros y un largo etcétera contaron con su propia organización en gremios. Los barrios y las calles donde los gremios tenían sus talleres tomaron sus nombres y quedan presentes en el callejero. El gremio se encargaba a través de la hermandad y sus reglas de controlar la vida espiritual de sus miembros y la gestión de prácticas de beneficencia mediante hospitales, la ayuda y organización de las exequias, las misas por los fallecidos, y el cuidado de viudas y huérfanos. Hubo hermandades que surgieron con el gremio y otras que nacieron a partir de una escisión del grupo. Los gremios y sus rígidas reglas desaparecieron en el siglo XIX, desvinculándose de la Iglesia y organizándose los trabajadores entonces en sindicatos. Mientras, las hermandades continuaron su existencia. En el siglo XX de nuevo surgieron hermandades vinculadas con una profesión o gremio, reescribiéndose así la historia.



La sociedad de Estepa del siglo XVI, XVII y XVIII se dedicaba principalmente a la ganadería existiendo una notable cabaña de animal porcino, derivado de la gran cantidad de encinas que contenía la zona y comarca de Estepa. Con la disminución de las encinas, el terreno pasó a ser de cereal y después regenerado con el árbol del acebuche y olivos. La vid se añadía también a la actividad agrícola de la zona. Los gremios se organizaban en torno a los productos del entorno: vino, aceite, carniceros, panaderos y especialmente pasteleros, apareciendo referencias desde el siglo XVI cuando un pastelero de la localidad firmó en transacción que se hizo de pagos a D. Marco Centurión y Oltremarino, primer Marqués de Estepa (1543-1565) y banquero genovés. También aparecen en los inventarios antiguos numerosas referencias a las chocolateras y a los turroneros en el siglo XVIII.

Los gremios agrupaban en una misma zona a los artesanos de un mismo oficio, garantizando el bienestar de sus miembros así como el abastecimiento de materias primas y un equilibrio entre la oferta y la demanda. Las actividades comerciales que hace décadas acogieron sus calles quedan presentes en el nomenclátor de la villa. Así la calle Molinos, Hornillos, Atahona, Matadero, antigua Calleja del Peso de la Harina, antigua Hortelanos, antigua Carnecerías o la antigua Turroneros, renombrada como Aguilar y Cano, son un recuerdo a la actividad que en ellas se realizaron años atrás.

Otro gremio destacado en la sociedad estepeña del siglo XVIII fueron los canteros, siendo Estepa un centro de cantería del Barroco andaluz con presencia en la villa de afamados canteros foráneos y oriundos que abrían aquí su obrador por la calidad de la piedra blanca de la zona. Los canteros trabajaron en Estepa principalmente para las hermandades del Rosario que reconstruyeron sus iglesias levantando suntuosos camarines para sus imágenes titulares. El gremio de la platería tampoco se puede obviar, existiendo obras del siglo XVIII con la marca de Estepa basada en una hoja de higuera.

A pesar de la existencia conocida de estos gremios en la villa de Estepa, su vinculación con las cofradías y hermandades estepeñas no se produce como conjunto de miembros de un oficio, por lo que las hermandades estepeñas de estos siglos no tienen este carácter gremial. Por un documento de 1667, se conoce que la Cofradía de Paz tenía entre sus miembros a la élite social de la villa con miembros ilustres de la aristocracia estepeña en los que se incluía el Marqués de Estepa, pero en ese caso es una cofradía en la que predominaba una determinada clase social y no de un gremio de trabajadores.

Será en el siglo XVIII cuando se relaciona a un gremio con la imagen de un Cristo al que se denomina Señor del Matadero y que contó con capilla propia en su calle. La actividad de los carniceros se menciona ya en los libros de visitas de la Encomienda Santiaguista mencionando una de las calles como “Matadero” en 1495 y 1549 por la actividad que allí se realizaba. Sin embargo, los carniceros no se constituyeron en hermandad. También se produce en este siglo la vinculación de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Remedios con las leyendas que relacionan a su Imagen con los bandoleros, aunque evidentemente no se trata de ninguna corporación y se hace más bien presente el folklore popular en torno a la historia de nuestra ciudad.

La única referencia exacta a un colectivo que se une en torno a una cofradía dependía directamente de los sacerdotes que pertenecían a la Vicaría de Estepa. La Vicaría surge en Estepa a raíz de la entrega de la villa de Estepa a la Orden de Santiago en 1267 y así unida al priorato de San Marcos de León. Con la venta de la villa en 1559 al banquero genovés Centurión se constituye en Vicaría “Vere Nullius”, dependiente únicamente de la Silla Apostólica y aprobada por el Tribunal de la Rota en 1587. La Vicaría fue una de las instituciones de mayor importancia en la villa hasta que en 1874 se incorpora al arzobispado de Sevilla. Durante estos siglos la Vicaría contó con numerosos eclesiásticos, presbíteros y diáconos, a los que hay que unir los frailes y monjas de las órdenes asentadas en la villa: mínimos, clarisas y franciscanos. La primera referencia que se tiene sobre la organización de los clérigos en una hermandad es de 1564, cuando doña Juana de Almagro funda la Ermita de San Juan Bautista. Esta señora era hermana de dos eclesiásticos que habían sido abades de la cofradía de Venerables Sacerdotes del Señor San Pedro. Esta cofradía tuvo capilla propia en la Iglesia parroquial de Santa María, encargando en 1620 la imagen de San Pedro en la Cátedra al escultor sevillano Lázaro Pérez Castellanos y hacia 1651 promovió el juramento de la villa a la Concepción Inmaculada de la Virgen María. Hacia 1674 se establece la cofradía homónima en la Ermita de la Asunción, esta vez con carácter penitencial como “Las Lágrimas de San Pedro”. Los clérigos se reunieron además en torno a dos cofradías de penitencia en el siglo XVII: una fue la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de sacerdotes, en la iglesia parroquial de San Sebastián, y la otra la cofradía de María Santísima de la Soledad, también de sacerdotes, primero al amparo del Convento de los Padres Mínimos y después en San Sebastián. Como dato curioso, la cofradía de la Soledad mantuvo su formación con sacerdotes incluso cuando se unió a la del Santo Entierro, compuesta por seculares.

El verdadero elemento gremial de las cofradías y hermandades estepeñas se produce en el siglo XX, cuando los gremios en sí paradójicamente habían desaparecido y los trabajadores se organizaban en sindicatos que estaban desvinculados con las instituciones eclesiales. La primera hermandad fundada en el siglo XX en torno a un determinado colectivo fue la Hermandad del Calvario. Hacia 1941 se reúnen combatientes de la Guerra Civil con los Padres Franciscanos para fundar la hermandad del Stmo. Cristo de la Salud en acción de gracias por volver a salvo del conflicto.

Las siguientes hermandades gremiales fueron fundadas por el párroco de San Sebastián don Manuel de Lassaletta Muñoz-Seca en la década de 1950. En 1955 se funda en la Ermita de Santa Ana la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias en torno a un grupo de obreros que se encontraban hacia 1953 trabajando en las labores de desescombro de la Iglesia de la Victoria. La hermandad tiene en su título la denominación de “Obrera” por su vinculación con el gremio de los albañiles y se conoce popularmente como “Los Blanquillos”, siendo la humildad, la sencillez y la caridad los ejes de la hermandad. Desde 1976 organiza cada 1 de mayor, día del trabajador, la Romería de su titular San José Obrero a la ermita del manantial de Roya. En 1957 se funda la Hermandad del Stmo. Cristo del Amor por un grupo de jóvenes que formaban parte de una rondalla o tuna de estudiantes, por lo que se le conoce como “Los Estudiantes” y mantienen sus obras de caridad en torno a los jóvenes a través de becas para el estudio. D. Manuel de Lassaletta también fundó en 1954 la Hermandad de la Borriquita para dar a los niños estepeños una cofradía para el Domingo de Ramos.

Artículos consultados:
-De origen gremial. MJ Roldán. Pasión en Sevilla. ABC de Sevilla. 2015
-El arte de la cantería en Estepa. Devociones de Estepa. 2015
-La orfebrería en Estepa y la marca Estepa. Devociones de Estepa. 2015
-Cristo del Matadero. Devociones de Estepa. 2017
-La Vicaría de Estepa. Devociones de Estepa. 2013