23/3/17

NTRA. SRA. DE LOS DOLORES, UNA DEVOCIÓN HISTÓRICA



La devoción a Nuestra Señora de los Dolores en la villa de Estepa hunde sus raíces en el siglo XVII, concretamente en la segunda mitad del siglo cuando la Hermandad de San Pedro acoge la talla de una Dolorosa para la procesión que acontecía en la tarde del Miércoles Santo. En 1705 contaba con hermandad propia, pero relacionada a la de San Pedro, y en la segunda mitad del siglo XVIII se funda en torno a la imagen de Ntra Sra de los Dolores la Orden Tercera Servita de Estepa, contando como principal valedor al vicario Manuel Bejarano. La devoción a Nuestra Señora de los Dolores ha sufrido, como vemos, diversas vicisitudes a lo largo de estos siglos hasta estar integrada en la actual y refundada Hermandad de San Pedro en torno a su imagen Dolorosa, la cual puede ser tan antigua como la propia devoción.

La Hermandad de las Lágrimas de San Pedro se funda en 1674 en la Ermita de Ntra. Sra. de la Asunción. Para poder asentarse en la iglesia la Cofradía de la Asunción, que era la más antigua y prestigiosa de la villa, puso a la hermandad una serie de condiciones que le exigía presidir con su estandarte la procesión de San Pedro en la tarde del Miércoles Santo o ingresar en la Hermandad aunque su número estuviese cumplido. Como contrapartida, la cofradía les cedía para la procesión una imagen de Nuestra Señora y otra del Santo Cristo de la Columna, cuyos arreglos y aderezos debían costear la hermandad aunque su propiedad seguía siendo de la cofradía de la Asunción. La hermandad recoge en su acta fundacional a lo tres titulares cuando menciona que se establece “para honra y gloria de Dios Nuestros Señor, de su bendita Madre y bienaventurado apóstol Sr. San Pedro, príncipe de la Iglesia”, aunque las imágenes de dos de ellos no le pertenezcan.

Antiguo Cristo de la Columna
Por este documento de la fundación, conocemos que la cofradía de la Asunción poseía una talla dolorosa de la Virgen y una imagen del Santo Cristo de la Columna, que cedía a la Hermandad de San Pedro para la procesión. Esta talla de Cristo corresponde con la antigua imagen del Santísimo Cristo de las Penas, conocido en otros documentos como Cristo de la Humildad o Cristo de la Humildad y Paciencia, fechable a finales del siglo XVI y realizada en pasta, que se encuentra en la capilla de la hermandad. Sin embargo, se desconoce el paradero de la imagen de la Dolorosa que la Cofradía de la Asunción cedió a la Hermandad, pero que viene a ser la primera imagen de la Virgen María asociada a la Hermandad de San Pedro.

La Hermandad de San Pedro levantó capilla propia en la iglesia en 1695 con la donación importante de los terrenos por parte del devoto Juan Miguel Chincoa y para ello la cofradía de la Asunción le da licencia “en un arco de ella que mira al poniente continuo al arco toral pudiera hacer a su costa una capilla para sus imágenes: Cristo de las Penas y San Pedro”. Según este texto, la imagen del Cristo de las Penas había pasado a pertenecer a la Hermandad de San Pedro en apenas veinte años, pero no se nombra a la Dolorosa que cedió la cofradía de la Asunción, por lo que esta imagen podría estar aún vinculada a la cofradía de la Patrona o haberse desvinculado de ambas hermandades y constituirse en una propia.

Está última posibilidad explicaría por qué en un documento de 1705 que recoge a las 29 cofradías que existían en la villa de Estepa se menciona a la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, que se puede relacionar con esta imagen mariana de dolorosa de la iglesia de la Asunción. Este documento fue realizado a petición de D. Lorenzo de Andújar Ferrer Centurión y Arostigui, Vicario General y Juez Eclesiástico ordinario de la villa de Estepa, que reclama a las hermandades que presenten sus documentos. Este documento es el primero en el que aparece la advocación de la Virgen como “de los Dolores” en clara referencia al carácter penitencial de esta hermandad. También se menciona en este documento a la Hermandad del Dulce Señor San Pedro o “de las lágrimas”, que acompañaría a la Hermandad de los Dolores en la tarde del Miércoles Santo de comienzos del siglo XVIII. Este tipo de relaciones entre hermandades de cara a una procesión conjunta no es de extrañar en la historia de la Semana Santa de Estepa, ya que en esta misma época sucedía entre la Hermandad de Ntro, Padre Jesús Nazareno, la de Nuestra Señora de las Angustias y la de San Juan Evangelista, que existían independientes a principios de este siglo y procesionaban juntas en la mañana del Viernes Santo; o la Hermandad del Santo Entierro de Cristo y la de Ntra. Sra. de la Soledad, ambas en la Iglesia del Convento de la Victoria, y saliendo juntas en la tarde del Viernes Santo.

A principios del siglo XVIII la Hermandad de San Pedro experimentaría unos años de crecimiento y desarrollo que le llevaría a desvincularse de la Cofradía de la Asunción y aumentar su vinculación con la Hermandad de los Dolores, pasando incluso la imagen de la Virgen a su titularidad. Estos años coinciden con el auge de la devoción rosariana en la villa y la ampliación de la Iglesia de la Asunción construyéndose su camarín e iniciándose a mediados de siglo su decoración pictórica.

En la década de los cuarenta del siglo XVIII la hermandad de San Pedro se interesa por un Cristo que representaba también el momento posterior a la flagelación y que se encontraba en la Ermita del Carmen. Este interés se debe al estado en el que se encontraba el antiguo Cristo de la Columna que dificultaba la procesión. La imagen nueva del Santo Cristo de las Penas fue encargada por el presbítero D. Rodrigo de Melgar para un retablo realizado por el maestro astigitano Guerrero en 1744. El presbítero Melgar accede a la petición de la hermandad pero a condición de que sólo saliera del templo para la procesión de San Pedro. Así la hermandad conservaba la antigua imagen del Cristo de las Penas del s. XVI que perteneciera a la cofradía de la Asunción en su capilla y la nueva imagen del s. XVIII en su retablo de la iglesia del Carmen.

Santo Cristo de las Penas. Iglesia del Carmen

Sin embargo, la hermandad no será ajena a la crisis de la segunda mitad del siglo, donde se verá obligada incluso a depositar sus imágenes en domicilios particulares y a pedir limosnas para su mantenimiento, reduciendo de este modo el número de censos y misas que llevaba a cabo.

En 1750 la imagen de San Pedro pasó al domicilio de doña Juana Cabezas, el Cristo de las Penas a la casa del clérigo don Rodrigo de Melgar y la Virgen de los Dolores fue custodiada por don Manuel Bejarano y Fonseca, que fue Vicario de la villa entre 1738 y 1777. El Vicario había finalizado las obras de su Casa-Palacio en 1756, hoy en día Casa-Palacio del Marqués de Cerverales, junto a la iglesia de la Asunción, por lo que la Virgen de los Dolores estuvo prácticamente al lado de su iglesia. D. Manuel Bejarano, fiel devoto de la imagen de Nuestra Señora, asumió el acondicionamiento de la capilla, que amenazaba ruina, con nuevos retablos y jaspes. Las obras fueron iniciadas hacia 1750. El retablo de la capilla se relaciona con la obra del antequerano Francisco Primo mientras que la imaginaría correspondería a Diego Márquez. En el retablo se venerarían las imágenes de San Pedro, Ntra. Sra. de los Dolores y el antiguo Cristo de las Penas del siglo XV. El vicario erigió el Orden Tercero de Servitas de Nuestra Señora de los Dolores en 1765, que se hizo de facto con la capilla, aunque permitía a la Hermandad de San Pedro realizar las ceremonias que fueran necesarias. La salida se recoge a finales del siglo XVIII y principios del XIX en la tarde del Domingo de Ramos.

La Orden Tercera de los Servitas deseó controlar la “Obra Pía del Pecado Mortal”, que era una institución religiosa dedicada a pedir limosnas para fines caritativos y cultos, e incluso desearon absorber a la Hermandad de San Pedro. Esto produjo un pleito iniciado en 1765 y resuelto en 1800 con la fusión de ambas cofradías, cuando en la práctica habían dejado de existir por la reforma de las ordenanzas iniciada en 1791. La Orden Tercera había decaído con la muerte de su fundador en 1777, conservándose un último inventario de sus bienes de 1830.



El siglo XIX es el periodo histórico más oscuro de la Hermandad con casi ausencia de datos históricos y de documentación, pero conociéndose las novenas a la Virgen de los Dolores que se producían todos los meses de septiembre en la iglesia. Esta dato denota que la devoción a la Virgen de los Dolores seguía con fuerza en la feligresía. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se conoce la custodia de las joyas y manto de la imagen por los Marqueses de Cerverales, cuya familia está emparentada con el vicario Manuel Bejarano. Será en 1953 cuando la Hermandad de San Pedro es refundada, cuando la devoción a Ntra. Sra. de los Dolores conozca un nuevo periodo de plenitud.

La Hermandad se refunda en torno a los tres titulares de la capilla que levantara Manuel Bejarano en honor de Ntra. Sra. de los Dolores. Las imágenes eran el Santo Cristo de las Penas, con talla antigua en la capilla y nueva en la iglesia del Carmen, Ntra. Sra. de los Dolores y San Pedro Apóstol. La imagen de la Virgen María era una talla de dolorosa de candelero que se había conservado en la capilla al menos desde la reforma del vicario D. Manuel Bejarano. Tenía las manos unidas y los hermanos recibieron de ella en un arca de la antigua hermandad una muda interior, una saya y manto negro con bordados del siglo XVIII, y otro vestido y manto negro para diario. La Casa de Cerverales conservaba también un corazón con piedras preciosas que pertenecía a la Dolorosa.




Tal y como se aprecia en las fotografías antiguas de las primeras salidas procesionales la Dolorosa conservaba el matiz antiguo de las imágenes realizadas en la época del barroco. Sin embargo, a partir de la década de los setenta la Virgen fue sometida a tres restauraciones que le hicieron perder este matiz. La primera de ellas fue realizada por el escultor estepeño Manuel Escamilla Macías, en concreto entre 1971 y 1972, que realizó un nuevo juego de manos separadas para adaptarla a los cánones sevillanos de la época, alejando así a la imagen del modelo más granadino o antequerano con el que fue ideada. En los años 80, dos nuevas intervenciones alteraron la fisionomía de la imagen de su modelo original, la realizada por el escultor ecijano D. Joaquín Ojeda en 1983 y la del franciscano Padre Antonio en 1988.
Virgen de los Dolores antes de la restauración de Berlanga
Tras estas intervenciones, Ntra. Sra. de los Dolores necesitaba con urgencia una restauración que devolviera a la imagen ese matiz de Dolorosa antigua que poseía con anterioridad y para ello la Hermandad confió en el imaginero y restaurador Francisco Berlanga en 1998, que había intervenido con éxito en 1991 la imagen de San Pedro. Berlanga realizó importantes cambios en el cuerpo de la imagen, por los que la imagen crecía unos centímetros y recuperaba elementos de su rostro y cabeza. La intervención fue bastante acertada y le devolvió así ese matiz antiguo que la dotó de gran belleza.


Sin embargo, este tipo de actuaciones sobre la imagen replantea la autoría de la misma. Caso parecido ocurrió en Sevilla, cuando la Virgen de la Esperanza de Triana, relacionada con la obra de Juan de Astorga, fue intervenida en el siglo XX por Gumersindo Jiménez Astorga, José Ordóñez, Castillo Lastrucci y Álvarez Duarte, intervenciones que la alejaron del modelo de Astorga. Por su parte, la imagen de la Virgen de los Dolores estepeña, después de su periplo en restauraciones del siglo XX, volvió, como veremos a continuación, a acercarse a su modelo originario con la restauración de Berlanga.

En primer lugar, debemos plantearnos quién fue el escultor que realizó a Nuestra Señora de los Dolores o, al menos, a qué escuela escultórica del Barroco pudo pertenecer su talla original. Para ello, debemos tener en cuenta la historia de la imagen y tomar como referencia las fotografías antiguas que se conservan de mediados del siglo XX. La primera imagen de la Dolorosa de la Hermandad fue donada por la Cofradía de la Asunción en 1674, momento en el se funda la Hermandad de las Lágrimas de San Pedro. A mediados del siglo XVIII, el vicario Manuel Bejarano se hizo cargo de la imagen y realizó las obras necesarias para adecuar la capilla donde fundó la Orden Tercera Servita en 1765.

La imagen de la Dolorosa se fecha hacia finales del siglo XVIII y por sus rasgos se puede relacionar con la escuela antequerana de la segunda mitad de este siglo. Conocemos que en la década de los sesenta de este siglo Diego Márquez se encontraba trabajando en la capilla donde realiza las imágenes para el retablo del antequerano Francisco Primo. La Dolorosa, de considerarse como obra del siglo XVIII, se podría relacionar con la escuela antequerana y sus escultores, considerando especialmente a Diego Márquez por estar trabajando para las cofradías de la iglesia y a su hijo Miguel Márquez, pero sin destacar a Andrés de Carvajal que realiza también numerosas obras para Estepa.


-Dolorosas de Diego Márquez:



(Virgen del Mayor Dolor, 1787, Estepa; Virgen de los Afligidos, 1781-89, Antequera)

-Dolorosas de Miguel Márquez:

 

(Quinta Angustia, remodelada en 1817, Antequera; Mayor Dolor en su Soledad, 1796, Antequera)

 

(Virgen de los Dolores, 1817, Antequera; Virgen de la Paz, 1815, Antequera)

-Dolorosas de Andrés de Carvajal:

Mayor Dolor, 1775, Antequera




















-Otra de las Dolorosas estepeñas que se puede relacionar con los talleres antequeranos es la antigua Virgen de la Paz, actualmente en Santa María.


Sin embargo, no se conserva datos de que se adquiriera una nueva imagen o de que el vicario encargara una nueva imagen para la Orden Tercera, poco posible al sentir el vicario gran devoción por la imagen de la hermandad que acogió en su propia casa durante las obras de la capilla a mediados del siglo XVIII. Si la imagen es, por tanto, anterior a las reformas de la capilla iniciadas hacia 1750, podría relacionarse con la hermandad existente en torno a ella en 1705 y con la imagen que procesionó con la talla de San Pedro desde sus orígenes en la segunda mitad del siglo XVII. Estaríamos hablando de la imagen que la cofradía de la Asunción cedió a la hermandad de San Pedro en 1674. Entre esta fecha y 1688, cuando procesiona por primera vez “las lágrimas de San Pedro”, se atribuye la imagen del apóstol a Pedro de Mena, que se encontraba trabajando en Málaga. La Dolorosa original tiene también rasgos que se puede relacionar con la obra de Pedro de Mena, que fue un escultor de referencia para la escuela antequerana con la que se relaciona la imagen. El rostro ovalado, los ojos rasgados, la boca entreabierta y pequeña, el dolor contenido y las manos unidas en claro signo de rogativa aproximarían a la Dolorosa de San Pedro al círculo de Pedro de Mena de la segunda mitad del siglo XVII.

 
(Dolorosa de Sta. Mª de la Victoria, Málaga, 1675; Dolorosa del Císter de Málaga, 1675)

 
(Virgen de la Soledad de Granada; Virgen de la Soledad de Cabra; Virgen Dolorosa de Sevilla)

Inevitablemente Ntra. Sra. de los Dolores se alejó de este modelo en el siglo XX, que el buen hacer de Francisco Berlanga intentó de nuevo recuperar con su modelado. Sea como sea, lo que sí es seguro es que la Hermandad de San Pedro posee una de las joyas más valiosas de las cofradías estepeñas en la Dolorosa del Martes Santo.


Artículos consultados:
-Lº Aniversario de la reorganización de la Hermandad de San Pedro. Estepa, 2003.
-Especial Imagineros: Andrés de Carvajal (Antequera). ATQ Fotos Cofrades. Adrián Sarmiento.
-Especial Imagineros: Diego Márquez (Antequera). ATQ Fotos Cofrades. Adrián Sarmiento.
-Especial Imagineros: Miguel Márquez (Antequera). ATQ Fotos Cofrades. Adrián Sarmiento.
-Retablo de la Hermandad de San Pedro de Estepa. ATQ Fotos Cofrades. Adrián Sarmiento.
-La Venerable Orden Tercera de los Siervos de Ntra. Sra. de los Dolores de Estepa. Devociones de Estepa. 2009.
-San Pedro Apóstol, atribuido a Pedro de Mena. Devociones de Estepa. 2016
-Pedro de Mena. Devociones de Estepa. 2016