17/5/16

LA CALLE ROYA Y "LA VAQUILLA"

Nazarenos, olor a incienso, culto y tradición guardan una estrecha relación con otra Fiesta, la de los toros. Y es que desde siempre, los toreros han demostrado su fe y veneración a las imágenes religiosas de las distintas cofradías de la Semana Santa y de las Glorias. Son numerosas las hermandades que conservan trajes de luces y con sus bordados se han confeccionado sayas, mantos y palios.

En Estepa son varias las hermandades que han tenido relación con esta fiesta nacional como la Hermandad del Carmen que compró varias casas para hacer una plaza donde celebrar corridas de toros, y que después la cedió al pueblo con su nombre, o la Hermandad de los Remedios que celebraba en la calle Roya la suelta de una vaquilla en la tarde del martes después de la Octava como terminación de su fiesta. No obstante, la saya roya de la Virgen que luce en la Subía está hecha con los bordados de los trajes de los toreros Girón.

El origen de la vaquilla se remonta a varios siglos de antigüedad, metiéndonos incluso en la celebración de festejos en el s.XVIII. Siempre se celebró en la calle Roya, al ser un lugar acotado, una calle con bastante anchura, siendo muy económico poder cerrarla para celebrar este evento. Cuando más auge toma esta celebración es la época del presbítero encargado de la Iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios Don Manuel Fernández Fernández a finales del s.XIX, cuando en una importante restauración de la Iglesia tras la subida de la Virgen a su Camarín, se organiza por la tarde la suelta de becerras procedentes de la Sierra de Estepa, de la ganadería de la familia Fernández. En los años 50 el ganado bajaba desde la misma sierra de Estepa hasta el corral de la calle Roya a pie por las calles del centro de Estepa, propinando algún que otro susto y altercado. Estas celebraciones se hacían el Lunes de la Octava por la tarde después de la Subía de la Virgen a su Camarín, posteriormente en los años 70 se cambia al martes para alargar la fiesta un día más.






Con el cambio de los tiempos, la protección a los animales y el peligro que suponía contra las personas, las autoridades competentes exigían unos requisitos burocráticos enormes para el mantenimiento de esta fiesta, y personas particulares no podían hacerse cargo de las responsabilidades que conlleva la organización de tal evento, y las consecuencias que un momento determinado podían acarrear. Por este motivo la fiesta desapareció, aunque muchos mantienen en su memoria todavía la celebración de la vaquilla en la calle Roya el martes de la Octava.