26/3/15

LOS CAMARINES ESTEPEÑOS


El historiador americano George Kubler en su obra clásica sobre arquitectura española de los siglos XVII y XVIII definió el modelo de camarín-torre como una especie de habitación suspendida en alto para alojar imágenes, que adosada a la cabecera de las iglesias tras los retablos cobraba una relevante autonomía estética y funcional que a veces relegaba a la nave del templo a servir de anexo o vestíbulo de aquel recinto privilegiado y recóndito. También definió como camarín oculto como aquel que se aloja en la cabecera o en capillas de los templos, con acceso desde la nave de éstos, pero sin mostrar la acusada independencia volumétrica del ejemplo anterior.

Desde la perspectiva de la nave de la iglesia, el camarín se ve como un hueco vacío y enmarcado por las tallas del retablo, cuya estructura está aparentemente oculta, pero en realidad tras el retablo se expande y se ensancha en sentido vertical y horizontal. En su parte trasera compone una especie de retro-fachada hacia arriba, asemejándose a una torre, de planta poligonal, con diferentes tipos de cubiertas, y a su vez se prolonga hacia abajo donde suele albergar habitaciones auxiliares (sacristías) o se hunde en el subsuelo para conformar una cripta. Otra configuración arquitectónica de los camarines son las escaleras, desde simples caracoles hasta amplios tiros y rampas que salvan la gran altura que pueden tener estas estructuras. Estas salas requerían una iluminación apropiada, usando transparentes o ventanas que permitían la entrada de luz dirigida, con efectos de luz disolvente de la aparente consistencia material de imágenes y objetos. Y por último el gran despliegue de ornamentación: paredes, suelos, bóvedas se decoraban con yesos, maderas, pinturas, mármoles, espejos, relicarios, telas, etc.

En el camarín, además de la imagen se guardaron los objetos de culto en relación con ella, su vestuario, los exvotos; es tesoro y vestidor, pero acabó convirtiéndose en lugar reservado exclusivamente para la imagen colocándose dichos objetos en las escaleras o antecámaras. De ahí, que en el Dictionary of Art se defina camarín como recintos que contienen imágenes y sus ajuares.

El discurso programático se vincula con el del camarín malacitano por medio de una lectura ascensional de sus estancias, desde la cripta el alma pecadora recorrerá las vías penitente, iluminativa y unitiva para alcanzar la perfección espiritual por intercesión de la correspondiente advocación mariana. Cada uno de los espacios del camarín se relaciona con las tres edades de la vida interior, la cripta se manifiesta como el estado primario del alma pecadora perteneciente a la Vía Penitente, la sacristía junto con la escalera del camarín como espacio intermedio en el tránsito de las almas se concibe como desarrollo de la Vía Iluminativa, mientras que a lo largo del envolvente camarín el ánima purgada experimentaría el místico éxtasis de la unidad divina entre el alma purificada y la corredentora de la gracia. De igual forma, ha sido identificada con los niveles cósmicos de infierno, tierra y cielo, respectivamente. Las pecaminosas ánimas iniciaran un tortuoso camino, cuya finalidad ascensional buscará el perfeccionamiento espiritual del ser en unión íntima con la divinidad. La lectura iconográfica, de estas torres-camarín, es la de una acción salvífica por la corredentora mediación de María Virgen como intercesora suprema entre los hombres y Dios.

Plano del Santuario de Ntra. Sra. de la Victoria (Málaga)
Los camarines han sido considerados como lugares de intensa efusión devota dirigida a imágenes de especial atracción popular. Los ejemplos más antiguos y logrados de estas construcciones son el camarín oculto de la Virgen de los Desamparados de Valencia (mediados del siglo XVII), y el camarín-torre extremeño de la Virgen de Guadalupe (1688-1696), el de las Angustias (1690) de Granada y el malagueño del Santuario de la Virgen de la Victoria (1693-1700). A este modelo malagueño responden en principio los camarines estepeños, cuya ambición constructiva y ornamental refleja el entusiasmo y gran devoción que suscitaron las advocaciones marianas acogidas en los camarines.

La ferviente devoción mariana estepeña desde finales del siglo XVII y principios de siglo XVIII se manifiesta claramente en la proliferación de los Rosarios públicos por las calles de la villa y el consecuente respaldo institucional y corporativo de las hermandades del Rosario del Carmen, del Rosario de la Asunción y del Rosario de los Remedios, entre otras. El inusitado auge de estas hermandades rosarianas propiciará la construcción de las suntuosas torres-camarín como baluartes y morada virginal que los fieles devotos erigieron ante el clamor popular hacia sus respectivas advocaciones marianas. Estas tres estructuras se espacian en unos cuarenta años, en una típica progresión, desde formas simples a ornamentadas; del cuadrado al hexágono y al octógono, y desde muros pintados a decoraciones de estuco pasando por revestimientos de mármol y de jaspe.

-Camarín de la Asunción (1716-1749)
El primero de estas construcciones fue el camarín de la patrona de la ciudad, la Virgen de la Asunción. El acaudalado estepeño D. Salvador del Barco y Robles manifestaba en su testamento su voluntad de donar toda su fortuna a la citada imagen con el expreso fin de que se le construyese un camarín. Tras su muerte en febrero de 1716 se procedió a la venta de sus bienes y al comienzo de las obras, teniendo que solventar un litigio en sus inicios entre la Hermandad de la Asunción y los albaceas (Marqués, Vicario y sacristán de Santa María) por la venta de los bienes. El camarín aparece adosado a la cabecera de la nave de la iglesia y reproduce con fidelidad el de la Victoria de Málaga. El camarín se compone de tres niveles: cripta en el subsuelo, sacristía en el plano de la nave y el camarín, donde se venera la imagen titular y se concentran los efectos ornamentales. La estructura arquitectónica de la torre-camarín es sencilla, sin enriquecimientos, de planta hexagonal. En el paramento más trasero se abren tres vanos de luz, que corresponden a cada uno de los niveles de la torre. En el nivel inferior se encuentra la cripta, a la que se accede a través de una escalera de quince peldaños que gira en su bajada y se cubre con bóveda de medio cañón, dando a la izquierda con la cripta y al frente con un pequeño jardín. En la escalera cuelga una gran cruz de madera teñida en negro con mutilados restos de los instrumentos de la pasión y calavera a los pies. En el camarín se abren cinco ventanas para iluminar el recinto y sobre la cornisa circular descansa la media naranja de la cubierta. La parte baja se reviste de un zócalo de mármol rosado decorado con círculos y óvalos tallados. Destaca del conjunto, la pintura ornamental: grandes lienzos rectangulares en los lados del recinto que hacen referencia a episodios de la vida de la Virgen y pintura mural con arcángeles y ángeles con emblemas marianos e instrumentos músicos.


-Camarín del Carmen (1718-1745)
Será la Cofradía hospitalaria del Rosario de Nuestra Señora del Carmen la que acometa la empresa constructiva y decorativa ayudada por las donaciones de la devoción popular. Aparentemente al exterior el camarín es una torre cuadrada, construida con ladrillos. Tan sólo se puede apreciar al completo el lado de la torre que da a la calle Cristo de la Sangre. La torre se configura mediante cuatro pilastras almohadilladas con ventanas enmarcadas en molduras y rematadas por frontón y hornacina. El conjunto se remata por una falsa linterna sobre la cúpula y veleta. La existencia en esta iglesia de una cripta era desconocida hasta la fecha, pero se recoge en inventarios de 1791. En la última restauración de la iglesia se encontró un habitáculo que se extendía por la iglesia.
Desde la sacristía se accede a la caja de la escalera de acceso al camarín que se cierra por una bóveda barroca. La escalera se decora con una baranda de forja del siglo XVIII, una pila de jaspe de la misma época y el lienzo del Cristo de la Sangre, primitivo titular de la iglesia, del siglo XVI. El camarín se cubre con bóveda de media naranja dividida en ochos paños, en tres de sus lados se representan arquitecturas fingidas. En los lunetos de la cúpula aparecen los cuatro Evangelistas y los Padres de la Iglesia. Numerosos símbolos mariológicos inundan la profusa decoración. El estofado del camarín fue encargado en 1752 a Francisco Cerrillo del Rey, maestro dorador de Écija. La configuración iconográfica del templo y camarín se centra en torno a la advocación mariana carmelitana. Ofrece además un maravilloso zócalo de incrustaciones con simbología mariana La Virgen del Carmen fue donada por la marquesa doña Leonor María Centurión y Mendoza y se haya bajo un suntuoso baldaquino (que recuerda modelos antequeranos del siglo XVIII), desde el que preside majestuosamente todo el templo. En este espacio arquitectónico, además de la imagen titular, se guardaron los objetos de culto en relación con ella, su vestuario y los exvotos; es también tesoro y vestidor, pero finalmente acabó siendo un lugar reservado exclusivamente a la imagen.



-Camarín de los Remedios (1754-1790):
Las obras para la construcción del camarín comenzaron en 1754 bajo la dirección del arquitecto Cristóbal García, pero consta que desde 1758 y hasta 1790, año en el que se concluye definitivamente el camarín, es Nicolás Bautista de Morales el maestro encargado de dicha obra. La planta del camarín es octogonal pero en cada una de sus caras se curva hacia el interior a modo de exedra. El pavimento y el zócalo es obra de los maestros canteros Juan Antonio Blanco y Andrés de Zabala, realizado entre 1781 y 1782. Por las puertas laterales del retablo, ubicadas en el banco del mismo, se accede a la sacristía de la iglesia, de planta octogonal y decorada con rocallas y estípites de madera dorada. Preside un crucificado del siglo XVIII, mientras que en las laterales se incrustan sendos espejos. La escalera de subida al camarín se ha provisto de una baranda de forja decorada con figuras estilizadas de aves. El zócalo y el suelo realizado en mármol va combinando los tonos rojizo, blanco, negro y gris, con una decoración geométrica y estrellada en las mesetas. Este espacio está cubierto por una bóveda de ocho paños. Se decorada con diversos lienzos y tallas, destacando un crucificado de la Vera Cruz del siglo XVI. El camarín se componen de zócalo, dos cuerpos (el segundo de mayores dimensiones que el primero), entablamento y una cornisa sobre la que apea la bóveda de media naranja. El zócalo es de losas negras, blancas y rojas de mármol, con formas romboidales y cuadradas. La solería pone en práctica un juego de volúmenes espaciales que consigue crear un efecto óptico envolvente y muy llamativo. El resto de los muros y la bóveda alternan de forma admirable la arquitectura, las yeserías, la decoración pictórica al fresco y sobre lienzo junto con la escultura exenta y de altorrelieve. Tanto los trabajos de yesería como las tallas fueron realizadas hacia 1777 por el escultor antequerano Diego Márquez, el dorado y el estofado corrió a cargo de Salvador de Jódar Romero y las obras de carpintería las llevó a cabo Antonio Cornejo hacia 1760. La Virgen de los Remedios preside el camarín sobre un trono de madera adornado con motivos barrocos y espejos, destacando la espléndida corte angelical formada por doce ángeles ricamente policromados y estofados. El escaso mobiliario del camarín está formado por un conjunto de sillas de salón de finales del siglo XVIII de influencia japonesa.






Estas son las tres torres-camarín que se conservan en Estepa, pero también se debería tener en cuenta en el estudio de las torres-camarín del siglo XVIII aquella que desafortunadamente se perdió en el pasado siglo:

-Camarín de la Concepción (1740?)
La Ermita de la Concepción desapareció a mediados del siglo XX, pero en las fotografías que se conservan de la ermita se puede comprobar la existencia de una torre-camarín en la cabecera del templo. La devoción a Nuestra Señora de la Concepción se remonta a 1548 cuando don Agustín Trujillos, obispo de Marruecos, bendice el primitivo templo y la antigua imagen titular. En 1723 se amplia la ermita con unos solares cercanos y en 1740 el marqués don Juan Bautista inicia la reedificación del templo, construyendo la nave, camarín, sacristía y retablos del templo. La nueva imagen de Nuestra. Sra. de la Concepción fue donada por la marquesa y está atribuida a Juan de Astorga. La peana del camarín se conserva en la Iglesia de los Remedios.



También existen o existieron en Estepa otros camarines que no se corresponden con la clasificación de torres-camarín, sino más bien son camarines que presiden las iglesias o las capillas.
-Camarín de San Francisco de Asís. Convento de San Francisco


-Camarín de Nuestra Señora de Gracia. Convento de San Francisco


-Camarín de San Francisco de Paula. Convento de la Victoria. Actualmente en estado de ruinas.


-Camarín de Santa Ana. Iglesia de Santa Ana



-Camarín de Ntro. Padre Jesús Nazareno. Iglesia de San Sebastián. Derribado para agrandar la capilla, pero construido según el modelo de torre-camarín.


-Camarín de Paz y Caridad. Realizado en 1850 pero derribado para agrandar la capilla.


-Camarín lateral de los Remedios. Iglesia de los Remedios.

Bibliografía:
-Camarines estepeños: Origen y función. Emilio Gómez Piñol. III Jornadas sobre Historia de Estepa. 1998
-Arquitectura de los siglos XVII y XVIII (Ars Hispaniae). G. Kubler. Madrid, 1957.
-Cuadernos de la Estepa Monumental: Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Jiménez Peña. C et al. Iltmo. Ayuntamiento de Estepa, Estepa, 2000, s.i.
-Cuadernos de la Estepa Monumental: Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios. Díaz Fernández, E. et al. Iltmo. Ayuntamiento de Estepa, Estepa, 1999.
-Cuadernos de la Estepa Monumental: Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Díaz Fernández, E. et al. Iltmo. Ayuntamiento de Estepa, Estepa, 2000, s.i.
-La antigua Ostippo y la actual Estepa. Del Barco, A. 1788, (reedición 1994), Estepa.