20/4/13

DIEGO JOSEPH DE SALAZAR (m. 1709). LOS ORÍGENES DE LA MÚSICA ESTEPEÑA


Aunque se tiene constancia documental de música litúrgica en Estepa a partir del siglo XIII, con la llegada de la Orden de Santiago, el período más floreciente e importante aparece en la segunda mitad del siglo XVII con la llegada de Diego Joseph de Salazar a la villa de Estepa.

Anterior al siglo XIII, Estepa pudo verse salpicada por la cultura musical del emirato independiente cuya capital se encontraba en Córdoba (756-929). En este periodo, la Cora de Cabra ejerció un importante papel en la poesía y en la música creando la muwashshaha (importante género poético andalusí de corte estrófico y cantado de forma monódica) por mediación del poeta cordobés Muqaddam ibn al Mu’afa al-Qabri (m.911), apodado “El Ciego de Cabra”.

Volviendo al distinguido Maestro de Capilla, quizás, este nombre nos resulte familiar ya que desde 1983 le da nombre a la escuela de música de Estepa y, también, dio título al desaparecido coro fundado por el acreditado profesor y director de coro estepeño Don Alonso Salas Machuca.

Los datos bibliográficos que se manejan pertenecen a su estancia fuera de la villa de Estepa, cuando ya reside en Sevilla como Maestro de Capilla, los cuales nos dan pistas del buen hacer que lleva a cabo en nuestra localidad y que le sirven para ganarse un prestigio nacional comparable a importantes maestros de capilla.

Diego Joseph de Salazar, hijo de Thomás de Salazar y Antonia de Bernales, comienza sus estudios musicales como mozo de coro de la Catedral de Sevilla. Sobre su vida profesional se conoce poco aunque se tiene constancia, por las Actas Capitulares de la Catedral de Sevilla, que antes de ejercer cargo en dicha catedral trabajó al servicio de Cecilio Francisco Centurión Córdoba Mendoza Carrillo y Albornoz, IV Marqués de Estepa, cuyo marquesado duró desde 1636 a 1688.

Después de su estancia bajo el mecenazgo del Marquesado de Estepa fue nombrado maestro de la catedral para ocupar la plaza que había dejado vacante, el 3 de mayo de 1684, Alonso Xuárez al volverse a Cuenca. El cabildo catedralicio se mantuvo adicto para cubrir la plaza que solicitaban diversos maestros de capilla (Francisco Sanz de Catedral de Málaga, Vicente Pantoja de Oviedo, entre otros) y el organista Joseph Sanz de la Capilla Real de Madrid, el cual era la opción preeminente del cabildo para ocupar la disponibilidad del magisterio de capilla. Por diversas circunstancias se ve frustrada la llegada de otros maestros de capilla más prestigiosos y consagrados, además de que a finales de 1685 la Catedral pasa por una crisis económica que afecta en los salarios de los músicos y en la plantilla de la capilla musical y el coro.

Tras estas desavenencias para encontrar maestro de capilla, el cabildo llama a Diego Joseph de Salazar el 16 de noviembre de 1685, el cual ejercía de Maestro de Capilla en la villa de Estepa, en principio para que “por ocho días puede entrar en el coro a regir la capilla”. El hecho de haber formado parte del colegio de niños de coro, su buen hacer para dirigir el coro de la catedral durante esos ocho días y los informes favorables que se leyeron durante la sesión del Cabildo en que salió elegido, fueron el aval para su nombramiento el 26 de noviembre. Con lo cual, dos días más tarde es llamado por el cabildo “in sacri” para recibir la capa de coro que le otorgaba definitivamente el magisterio y se le fija un salario de 500 reales de ayuda de costa para “atraer su cassa”.


Su primera labor como Maestro de Capilla de la catedral hispalense fue componer la música para el Oficio de San Rafael en canto llano. Lo normal, a finales del siglo XII, era escribir música polifónica.

Su obra más importante fue el Oficio de Difuntos cuya música fue compuesta para la “Vigilia y Missa de las Honras de la Reina”, con motivo del fallecimiento de María de Orleans, primera esposa de Carlos II. El 15 de marzo de 1689 el Maestro Salazar informa al cabildo de su composición y pide licencia para ser interpretarla en las Honras de la reina, ya que el cabildo era muy estricto a la hora de admitir nuevas obras al repertorio ya existente. Dado que el Cabildo dio el visto bueno, estas composiciones sirvieron para solemnizar los funerales regios que se celebraron en la Catedral de Sevilla el martes 29 y miércoles 30 de marzo coincidiendo con la “Dominica in pasione”.

Además compuso numerosas obras para los servicios de la catedral, de las que se conserva un himno a San Justo y Pastor; lamentaciones con testos del profeta Jeremías; dos misas (Kyrie, Gloria, Credo, Agnus Dei) una de ellas basada en el motete Virtute Magna de su antecesor Alonso Suárez; motetes y un salmo en el archivo de música de la Catedral de Sevilla. Asimismo, compuso los villancicos que por Navidad, durante los veinticuatro años que ocupó el magisterio, estaba obligado a escribir, como consta en las Actas Capitulares de la Catedral de Sevilla correspondientes a estos años. Sus obras se interpretaron en España y llegaron a ser parte fundamentales de los archivos musicales de las más prestigiosas catedrales de Hispanoamérica, por lo que alcanzó fama de compositor destacado.

En 1709 se tiene constancia de las epidemias que asolaban Europa y que pasaron factura en el estado de saludo de Diego Joseph de Salazar, quien el 15 de abril pide tres días “Recles” posiblemente porque se encontraba enfermo aunque sigue profesionalmente sus quehaceres musicales. Por testimonios en las Actas Capitulares sabemos que en fecha del 13 de julio el magisterio de capilla se encuentra ya vacante, falleciendo en Sevilla el 24 de junio de 1709 a las once y media de la mañana. Como describe su propio testamento, firmado el 21 de junio de 1709, “y quando su majestad fuere servido llevarme de esta presente vida, mando que mi cuerpo vestido como es estilo con los sacerdotes, sea sepultado en la iglesia del Sagrario de la santa Iglesia, mi parrochia, en la bóveda que está delante del altar de Nuestra Señora del Rosario cita en dicha iglesia”. El Cabildo, debido a su “celo y aplicación”, así como a “la gran satisfacción y crédito con que ejerció el magisterio”, le concedió el privilegio de ser enterrado donde dejó puntualizado en su testamento. Desgraciadamente, murió con escasos recursos económicos, pero estimado por sus conciudadanos por su “mérito y cualidades”.

Juan Antonio Carmona Páez
Historia y Ciencias de la Música
Universidad de Granada
Revista de Feria de Estepa 2011