Para ser Estepa una villa pequeña, en la antigüedad tuvo dos hospitales; el de La Asunción -el más importante-, que en la actualidad está junto a la iglesia del mismo nombre, y el hospital de pasajes, o del Corpus, conocido popularmente en su tiempo como “el Cotarro”, que fue fundado por la cofradía del Corpus, y del que haré algún comentario al final.
Según el Padre Alejandro Barco, tras sus estudiosas investigaciones deduce que tanto la iglesia de La Asunción como el hospital, fueron construidos con posterioridad a la conquista de Estepa por el Santo rey Fernando III el día quince de agosto de 1240, aunque no ocupaban el mismo lugar donde hoy -anexos uno al otro-, se hallan sendos nuevos edificios en el centro de la ciudad.
Ya en la época en que la villa de Estepa pertenecía, o estaba bajo la defensa y protección de la Orden Militar de Santiago, en el capítulo octavo del libro de las Constituciones, en los autos proveídos por el prior de San Marcos de León, don García Ramírez, y por don Diego Enríquez de Guzmán, arcediano de Ronda, se dice sobre el hospital de la villa de Estepa:
“E por cuanto los bienes que primeramente hubo para la dotación de esta cofradía e iglesia de Nuestra Señora de la Asunción procedieron de gracia y limosna para ella hecha por el Rey Nuestro Señor, y otros que se cedieron por la villa, que tiene por patrona a Nuestra Señora desde que fue conquistada por los cristianos […] Ordenamos y estatuimos que la iglesia hecha por la cofradía y casa para el hospital de pobres enfermos, que por sola nuestra devoción por ahora queda señalada, y otra cualquiera casa de piedad que en su lugar o por nuevo acuerdo se ejecutare…”
Esto indica, que un tiempo después de la conquista, se constituyó la cofradía de la Asunción, y se tomó el acuerdo para señalar casa hospital para los pobres enfermos como fundación piadosa que desde aquellos tiempos, ha ido siempre unida a la mencionada iglesia de la Asunción. Por lo tanto, se debe pensar que tanto la primitiva ermita de la Asunción como el hospital, debieron haberse construido en la antigua villa, dentro de la fortaleza amurallada.
Una vez que vivir dentro del castillo amurallado ya no tenía razón de ser, por la ausencia de las guerras y ataques enemigos que hicieron necesario el refugio de las personas y los bienes en lugar seguro intramuros, vino la decadencia de la villa en la cima del cerro, y la población abandonó el estrechamiento del espacio fortificado, y comenzó su expansión en la ladera norte del Cerro de San Cristóbal, construyéndose nuevas calles, espacios, edificios civiles y nuevas iglesias hacia abajo de la misma, hasta el día de hoy, en que la pequeña ciudad se va configurando, creciendo y expandiéndose, hasta tener la hermosa fisonomía que presenta.
En esta expansión de la población, en el siglo XVII, tras la renovada devoción y el fervor a la patrona de la villa, Nuestra Señora de la Asunción, en el año 1616, y gracias a las donaciones de la gente y especialmente de doña Catalina Bailén, liberta de los marqueses; del marqués de Armuña y de doña María Zamudio, se erige una nueva ermita, y el edificio del hospital, en la calle Mesones del nuevo núcleo urbano fuera del castillo.
El edificio del hospital de “Nuestra Señora de la Asunción” disponía de buen local para la asistencia de pobres enfermos que eran atendidos merced a los bienes propios de la cofradía que lo fundó, al patrimonio de dicho hospital compuesto por las donaciones de las personas antes mencionadas, al producto de la deuda contra el Estado en que han quedado convertidos aquellos bienes, a la asignación del Ayuntamiento, y a las limosnas particulares.
En una sala baja del hospital de la Asunción, se habilitó el llamado “Oratorio de la Escuela de Cristo”, que fuera fundada el 14 de junio de 1670 por iniciativa y petición de los señores don Luís de Villaseca, don Rodrigo de Melgar y otros numerosos vecinos, que solicitaron auto de fundación al vicario don Gerónimo de Rivera. Dicho oratorio continuó en la sala baja del hospital hasta el año 1811, en que se mudó a nuevo lugar junto a la iglesia, cediendo el anterior para enfermería de hombres.
A lo largo de los años de vida y funcionamiento de dicha institución benéfica, ha habido de todo: en el siglo XVIII entró en una gran decadencia, y luego, como ahora se verá, se usó para diversos fines.
Con motivo del paso de numerosas fuerzas militares por Estepa, se hizo que los enfermos tuvieran que dejar dicho centro hospitalario para ser convertido en cuartel donde alojar a la mencionada tropa. Estallada la Guerra de la Independencia, los invasores franceses, convirtieron el edificio en hospital militar. Más tarde, el local de las escuelas se convirtió en cárcel, y las aulas de aquella pasaron a instalarse en el edificio del hospital.
También existió otro centro benéfico llamado “Hospital de pasajes”, situado en la calle que decían de Gitanos. Se hallaba ubicado en una casa muy pobre y con pocos acomodos para su cometido, que era el de acoger a los pobres mendigos que pasaban por esta villa. Contaba esta casa u hospital con poco caudal para su sostenimiento, que luego se perdió, y se mantenía esencialmente, con fondos de la cofradía del Corpus, que estaba en la ermita del Santo Cristo de la Sangre, luego pasó a la iglesia del Carmen. En los años mil ochocientos ochenta y tantos, ya no existía casa, ni caudal para sustentarla.
También existió otro centro benéfico llamado “Hospital de pasajes”, situado en la calle que decían de Gitanos. Se hallaba ubicado en una casa muy pobre y con pocos acomodos para su cometido, que era el de acoger a los pobres mendigos que pasaban por esta villa. Contaba esta casa u hospital con poco caudal para su sostenimiento, que luego se perdió, y se mantenía esencialmente, con fondos de la cofradía del Corpus, que estaba en la ermita del Santo Cristo de la Sangre, luego pasó a la iglesia del Carmen. En los años mil ochocientos ochenta y tantos, ya no existía casa, ni caudal para sustentarla.
El viejo hospital para pobres enfermos de Nuestra Señora de la Asunción, como veterano edificio que siempre acogió entre sus muros a los más desfavorecidos, no quiere resignarse a dejar de cumplir su encomiable labor benefactora, y desempeña en la actualidad la hermosa función social de Asilo-residencia para la acogida de personas mayores, que allí viven los últimos años de su vida, bien asistidas por el personal laboral, y las hermanas religiosas que regentan la casa.
Escrito por Antonio Rodríguez Crujera
Fotografías y texto del blog Desde la alcazaba
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