2/4/09

CUADRILLA DE COSTALEROS


La cuadrilla de costaleros está mandada por el capataz y este es el responsable de su cuadrilla. El capataz camina ante el paso, y con voces breves y rápidas dirige la conducción de éste, que los costaleros ejecutan a ciegas bajo los faldones. En las esquinas van los contraguías y van transmitiendo las órdenes del capataz para que toda la cuadrilla de costaleros las pueda oír.

Una labor muy importante del capataz es la de igualar. Consiste en distribuir a los costaleros según su altura. Una mala igualada ocasiona una distribución no uniforme del peso y es causa de alteraciones en la forma de caminar el paso.

Los costaleros que ocupan los puestos laterales de la trabajadera se llaman "costeros", los que sitúan en el centro son los "corrientes" y los situados entre ambos son los "fijadores".
Son entre 30 y 50 costaleros los que van bajo un paso, siempre dependiendo del tamaño, y soportan sobre su cuello y sus hombros entre 40 y 60 kilos. La labor de estos hombres es anónima, pues sus rostros quedan ocultos tras los faldones del paso.

El nombre les viene del costal, que es parte de la "ropa". La ropa no es la indumentaria que viste el costalero, sino la prenda que compuesta de un trozo de arpillera o costal, doblada alrededor de una morcilla cilíndrica de tela, cubre por debajo de la nuca a las primeras vértebras y espalda, para amortiguar el peso y evitar que la trabajadera resbale. El costal va forrado de un lienzo fuerte pero suave para que la piel no se roce con la arpillera.

Un personaje típico es el aguador. Antiguamente, con un cántaro al hombro, llevaba el agua o el vino que ofrecía a los costaleros en una latilla. Hoy suele llevar bidones de plástico y en algunos casos un botijo.

Muchos han sido los autores y las personas relacionadas con el mundo de la Semana Santa que no han dudado en definir al costalero como el cirineo que alivia el dolor de Jesús y de su Madre en las calles de nuestra Andalucía.

Algunos médicos desaconsejan la práctica del costalero. Sin embargo, permitidnos que nos quedemos con la opinión del Catedrático Pérez Castilla, según el cual "algo que se hace con tantas ganas e ilusión es imposible que haga daño".

“Ser costalero significa poseer el honor y el orgullo de poder llevar sobre los hombros al propio Dios de la vida y a nuestra Madre del cielo. Se han vertido muchas opiniones que, desde antaño, han menospreciado la labor de esos hombres que dieron y dan parte de su vida por algo que sólo conoce quien un día pudo calzarse un costal o una faja y sintió.”